Siete periodistas culturales y corresponsales extranjeros participaron en las «I Jornadas de Medios de Comunicación y Cultura en Español» en la sede central del Cervantes
Don Quijote es un héroe universal, una figura que no solo representa la literatura en español, sino que se ha emancipado de su autor, Miguel de Cervantes, para convertirse en icono y parte del imaginario colectivo. Estas son algunas de las ideas expuestas hoy en las I Jornadas de Medios de Comunicación y Cultura en Español, que el director de Comunicación del Instituto Cervantes, Jacinto Aramendi, presentó en la sede central en Madrid, bajo el título «Cervantes en el siglo XXI».
Siete periodistas, españoles y extranjeros, participaron en dos mesas redondas en torno a Cervantes, El Quijote, los medios de comunicación y la cultura. En la primera, titulada «Cervantes en el mundo. 400 años de su muerte», participaron los corresponsales Giles Tremlett (The Guardian, The Economist), Martin Dahms (Berliner Zeitung, Frankfurter Rundschau), Sandrine Morel (Le Monde) y (moderadora) Lourdes Téllez (Univisión).
Todos ellos expusieron cómo se percibe y ha evolucionado la imagen de España en sus respectivos países y analizaron si la cultura española es deudora de El Quijote.
La francesa Sandrine Morel afirmó que la gran novela de Miguel de Cervantes –considerada la primera de este género– está muy presente en la cultura gala y hoy se sigue leyendo en su país, claramente hispanófilo. Para el británico Giles Tremlett hay dos aspectos que merman el protagonismo de Cervantes y de El Quijote: el primero es eclipsado por su contemporáneo Shakespeare (incluso fallecieron a la vez), y la palabra quijote significa en su país perdedor, fracasado o tonto, más que otros conceptos como soñador, romántico o valiente.
El alemán Martin Dahms sentenció que el Quijote «ya no es español: una vez que lo haces universal, pierde su nacionalidad».
A los cuatro corresponsales les resulta difícil informar de asuntos culturales en sus medios de comunicación, frente a la actualidad política o económica de España. El último gran asunto «cultural» fue el relacionado con el Ecce Homo de Borja (Zaragoza), dijo Tremlett, aunque «siempre interesa el flamenco, sobre todo cuando llega a Londres».
En cuanto al futuro del español, Sandrine Morel recordó que en Francia se necesitan muchos profesores de nuestra lengua, si bien la preferencia de los alumnos por el español, en vez del alemán, se debe a que éste es mucho más difícil. Martin Dahms cree que «el español es la lengua que tiene más empuje» en Alemania, debido en parte al turismo, al interés por todo lo que ocurre en Latinoamérica y a su creciente presencia en las películas norteamericanas, algo inexistente hasta hace poco tiempo.
Por último, respecto al Instituto Cervantes, el corresponsal británico se declaró, no sin ironía, partidario de suprimir el Ministerio de Asuntos Exteriores y dedicar su presupuesto al Cervantes.
¿Una tarea quijotesca?
La segunda mesa redonda, «25 años del Instituto Cervantes. El periodismo cultural en los medios: ¿obra de quijotes?» abordó la presencia de la cultura en los medios de comunicación, de la mano de los periodistas y escritores Jesús Ruiz Mantilla (El País), Antonio Lucas (El Mundo) y Manuel Calderón (La Razón), moderados por José María Martínez, director de Gabinete del Instituto.
Todos coincidieron en que el periodismo cultural ha cambiado profundamente en estos 25 años, los mismos que han transcurrido desde la creación del Instituto Cervantes en 1991. La generalización de internet y, en el último lustro, de las redes sociales, ha modificado su trabajo y la forma de contar las noticias. Se busca sumar «clics» y «me gusta» de los internautas.
Para Antonio Lucas «hemos perdido crédito, espacio y capacidad prescriptiva». El periodista de El Mundo, también poeta, fue el más crítico: «Este es un país de horteras sentimentales que no ha hecho de la cultura más que pequeños gestos ridículos». Lo que se ha conseguido «se lo debemos a los autores, no a las instituciones». Y lamentó que las empresas de comunicación hayan restado peso a los contenidos culturales y a los suplementos sobre cultura.
En opinión de Ruiz Mantilla, han cambiado las herramientas (internet, Twitter…) pero no la esencia de la información. Hoy «lo más arduo es elegir sobre qué escribir, crear un marco de referencia en el mar de eclecticismo que nos venden las instituciones».
Manuel Calderón recordó tres polémicas muy recientes: el pulso entre Francisco Rico y Pérez-Reverte, la discusión sobre el uso de la ficción literaria (libro sobre Adelaida García Morales) y el libro póstumo de Bolaño. Reprochó además el «castigo» del IVA al 21 por ciento y apostó por reforzar el Instituto: «Yo creo en instituciones fuertes, y el Cervantes es una institución central» que resulta fundamental en la proyección de nuestra cultura y nuestra lengua.
En la misma línea se pronunciaron sus compañeros. Ruiz Mantilla aseveró que en los próximos 25 años el Cervantes «debe dar el salto a la autonomía» y tener una norma como el Museo del Prado o el Teatro Real «que le ayude a volar solo, sin injerencias políticas de ningún tipo». Para Antonio Lucas «debe afianzarse con un estatuto jurídico sólido, solvente y autónomo» que le dé entidad y le permita encontrar mecenas y funcionar con independencia