Un nuevo documento de política publicado por el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO con motivo del Día Mundial de los Refugiados (20 de junio) aborda el desafío educativo del trauma
Una condición que sufren algunos niños migrantes y refugiados en edad escolar, cuyo número total ha aumentado en un 26% desde el año 2000. Muchos de estos niños han tenido experiencias traumáticas antes de dejar sus hogares, durante el viaje o mientras se instalan en una nueva comunidad o país y desarrollan estrés tóxico con consecuencias negativas que también afectan a su capacidad de aprender.
Ocho años después del inicio del conflicto en Siria, el documento aboga por brindar a los docentes una mejor formación, de manera que puedan dar apoyo psicosocial a los niños que han pasado por situaciones traumáticas.
Jenny Caroline Herbst, maestra de una Clase de Bienvenida para recién llegados a Alemania, dijo: «Tuve un alumno que estuvo detenido en Iraq: si le gritabas, salía corriendo de la habitación y no regresaba. No he recibido ningún tipo de formación específica. Y sí, me sentí abrumada. A menudo, los maestros no se dan cuenta de que los niños traumatizados no pueden aprender como los otros niños. Estos niños a menudo se han convertido en jefes del hogar y a menudo carecen de un entorno seguro en el que sanar de su trauma».
En Alemania, una quinta parte de los niños refugiados sufren trastornos de estrés postraumático (TEPT). Los menores no acompañados son especialmente vulnerables. Un tercio de los 160 niños no acompañados que buscan asilo en Noruega, procedentes de Afganistán, la República Islámica de Irán y Somalia, sufrieron un trastorno de estrés postraumático; de los 166 niños y adolescentes refugiados no acompañados en Bélgica, 37-47% tenían síntomas «severos o muy graves» de ansiedad, depresión y TEPT.
Los índices también son altos entre los desplazados en los países de ingresos bajos y medios. Por ejemplo, el 75% de los 331 niños desplazados internos en los campamentos en el sur de Darfur, en Sudán, cumplieron con los criterios de diagnóstico del trastorno de estrés postraumático, y el 38% sufre depresión.
En ausencia de centros de salud, a menudo las escuelas desempeñan un papel clave en la restauración de una sensación de estabilidad. Pero los docentes necesitan conocimientos básicos sobre los síntomas del trauma y cómo proporcionar ayuda a los estudiantes. Sin embargo, enfrentan desafíos, tanto en los países anfitriones, como, en particular, en las situaciones de emergencia. Diferentes ONG, incluyendo el Comité Internacional de Rescate, iACT y Plan Internacional, a través de sus programas, están formando maestros para enfrentar este desafío, pero su alcance no es suficiente.
«Los maestros no son y nunca deben ser considerados especialistas en salud mental, pero pueden ser una fuente crucial de apoyo para los niños que sufren traumas si se les brinda la formación adecuada», dijo Manos Antoninis, director del Informe GEM.
En Alemania, la mayoría de los maestros y trabajadores de guarderías dijeron que no se sentían adecuadamente preparados para atender las necesidades de los niños refugiados. En los Países Bajos, el 20% de los docentes con más de 18 años de experiencia laboral en escuelas normales afirmaron que les es muy difícil tratar con estudiantes con síndromes traumáticos. La gran mayoría de estos maestros (89%) ha trabajado con al menos un estudiante que los sufre. Un análisis de las instalaciones de cuidado y educación de la primera infancia para niños refugiados en Europa y Norteamérica concluyó que, aunque muchos programas reconocían la importancia de brindar atención con conocimientos del trauma, la formación y los recursos eran «casi universalmente inexistentes».
«Los conflictos y los desplazamientos no van a desaparecer», dice Antoninis. «Requieren cambios considerables en la práctica docente que los países deben integrar en sus planes. Cambiar los enfoques de los maestros hacia estos niños, ayudándoles a desarrollar confianza y autoexpresión a través de juegos de roles y discusiones grupales, es una manera de tenderles la mano».
Recomendaciones clave:
- Los entornos de aprendizaje deben ser seguros, enriquecedores y reactivos.
- Los maestros que trabajan con estudiantes migrantes y refugiados que han sufrido un trauma enfrentan dificultades particulares y necesitan una formación para hacer frente a los desafíos en el aula.
- Las intervenciones psicosociales requieren la cooperación entre los servicios de educación, salud y protección social.
- Las intervenciones de aprendizaje social y emocional deben ser culturalmente sensibles y adaptarse al contexto. También deben ser proporcionadas a través de actividades extracurriculares.
- La participación de la comunidad y los padres no debe dejarse de lado.