La República de Moldavia, Rumanía, Bulgaria y Macedonia del Norte, comparten tan importante declaración por la UNESCO y, cada uno de los países lo celebra con distintas actividades y tradiciones, por ello, las embajadoras de Moldavia y Rumanía en España presentaron distintos actos para su celebración
Las prácticas culturales tradicionales vinculadas al 1º de marzo tienen por objeto celebrar el comienzo de la primavera en gran cantidad de países de todo el mundo.
República de Moldavia y el Mărțișor
Por tal motivo, la embajadora de la República de Moldavia en España, Violeta Agrici, invitó a personalidades del mundo de la diplomacia, la empresa, la cultura, y los medios de comunicación, para enseñarles en que consiste la celebración, que materiales utilizan y, como se realizan los distintos tipos a elaborar.
La principal de ellas consiste en confeccionar y llevar o regalar un cordón trenzado con hilos rojos y blancos, denominado “martenitsa”, “martinka” o “mărţişor”, según los países.
Este cordón se destrenza cuando se ve florecer el primer árbol, o cuando se observa la llegada de las primeras golondrinas o cigüeñas.
También hay otras prácticas conexas locales, como los ritos de purificación celebrados en la República de Moldova. Según la tradición popular, el cordón trenzado protege contra adversidades como el mal tiempo y augura a las personas, grupos y comunidades una feliz transición del invierno a la primavera en buen estado de salud. Todos los miembros de las comunidades interesadas, sin distinción de edad, se adhieren a esta práctica tradicional que propicia la cohesión social, la interacción con la naturaleza y los intercambios entre las distintas generaciones, fomentando al mismo tiempo la creatividad y el respeto de la diversidad.
El modo más frecuente de transmisión de este elemento del patrimonio cultural es la educación informal. En las zonas rurales son las mujeres de más edad las que enseñan a las jóvenes a confeccionar los cordones, mientras que, en las zonas urbanas, además de la educación informal en las familias, son docentes y artesanos los que enseñan esta práctica a sus alumnos y aprendices.
Los talleres de “martenitsa” / “martinka” / “mărţişor” organizados por museos etnográficos también contribuyen a la transmisión del elemento. Las comunidades interesadas participan dinámicamente en actividades relacionadas con el inventario, la investigación, la documentación y la divulgación de esta práctica tradicional.
Además, se han iniciado numerosos proyectos culturales centrados en su salvaguardia.
¿Qué significa el Mărțișor?
Es una de las tradiciones más antiguas, que tiene más de ocho mil años y marca la llegada de la primavera.
Se celebra en la República de Moldova, Bulgaria, Rumania y Macedonia del Norte.
¿Qué celebra el Mărțișor?
- la llegada de la primavera
- el cambio de las estaciones, el invierno por primavera, antiguo comienzo del año agrícola
- el renacimiento de la naturaleza
- la alegría, y la victoria del bien sobre el mal
- la juventud, la pureza y la vitalidad
Los colores
El rojo es considerado color del fuego, sangre y sol, símbolo de la vida, la mujer.
El blanco es invierno, claridad del agua, el hombre.
Otros símbolos
- un trébol de cuatro hojas
- una herradura
- un corazón
- una campanilla de invierno
Al final del marzo el Mărțișor se cuelga en un árbol florido por que según la tradición trae suerte y felicidad para todo el año.
Rumanía y la magia del color
Por su parte, la Embajadora de Rumanía en España, Gabriela Dançau, presentó en el Centro Cultural de los Ejércitos de Madrid una exposición titulada “La magia del color”, el momento, las estaciones, la vida. La exposición consta de vestimentas tradicionales y alfombras.
En los momentos más significantes de la vida de las mujeres rumanas, después de tantas penurias, tanto de alegría como de angustia, han lucido con orgullo las piezas del traje popular y lo han hecho célebre. Estas auténticas obras maestras, creadas hace décadas o incluso siglos con el alma, la mente, y las manos de las mujeres de los pueblos, sin conocimientos ni patrones, almacenan el código genético del pueblo rumano.
La pieza más antigua de la exposición es una blusa tradicional de 1870 y fue cosida para una mujer que daba el pecho.