Los ministros de cultura del G20 se reunieron el 4 de noviembre de 2020 en una reunión conjunta sobre “El auge de la economía cultural: un nuevo paradigma”, en paralelo a la reunión del G20, organizada por el Reino de Arabia Saudita
Fue la primera vez que los debates políticos del G20 reconocieron la creciente contribución de la cultura a la economía mundial. En un cambio de paradigma acelerado por la pandemia de la COVID-19, el G20 reconoció el potencial de la contribución de la cultura en todo el espectro de las políticas públicas para forjar sociedades y economías más sostenibles
En su reunión, los ministros de Cultura examinaron los desafíos sin precedentes que ha suscitado la pandemia y reforzaron la participación pública en cuestiones de desarrollo fundamentales que fueron resaltadas. Por primera vez en la historia del G20, la cultura se situó en el centro de los debates como componente clave de la recuperación económica y social, retomando el impulso generado por el Foro de Ministros de Cultura que la UNESCO convocó en noviembre de 2019.
Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO dijo: “Repensar el futuro de la cultura significa verla como mucho más que un sector económico. Es una necesidad global que apoya todos los aspectos de nuestra sociedad. No es un costo, es un propósito. No debe dejarse al margen de los esfuerzos de recuperación, sino que debe ser una parte central de ellos”.
El sector cultural es uno de los más afectados por la crisis sanitaria. En la mayoría de los países, la pandemia sirvió como un golpe de realidad, exponiendo vulnerabilidades preexistentes, notablemente dentro del sector de la cultura, pero también reveló la inmensa contribución de la misma a la recuperación de las economías y las sociedades. En un mundo cada vez más interdependiente, los ministros recordaron la importancia de la cultura para el diálogo internacional, refiriéndose en particular, a la diplomacia cultural como un nexo de entendimiento, tal y como lo declaró Arabia Saudita, como un componente básico de las relaciones exteriores, como subrayó China, pero también como un importante pilar de estabilidad económica, como recordó la Federación de Rusia.
Dado que la diversidad cultural es un componente intrínseco de nuestra sociedad, las políticas públicas deberían abarcar las múltiples identidades culturales de nuestras comunidades y promover el reconocimiento y el respeto de la diversidad cultural y los derechos, incluidos los de los pueblos indígenas, declararon varios países, entre ellos México y Australia.
Muchos países reiteraron su compromiso con los convenios y convenciones culturales de la UNESCO como instrumentos para hacer frente a las crecientes amenazas al patrimonio cultural provocadas por conflictos, el cambio climático y el tráfico ilícito de bienes culturales. Varios participantes, entre ellos la Unión Europea, reconocieron que hacer más ecológico al sector cultural y aprovechar su potencial para fomentar una adaptación al clima eran objetivos fundamentales.
Adaptarse a la transformación digital – una tendencia preexistente que se aceleró debido a la pandemia de la COVID-19 – es una prioridad fundamental para las políticas culturales. La mayoría de los países participantes subrayaron las oportunidades que ofrecen las tecnologías digitales, en particular, en lo que respecta a la accesibilidad y la innovación. Japón y la República de Corea también identificaron el reto que supone superar las persistentes desigualdades en el acceso a los recursos digitales. Algunos países, como Canadá, expresaron su compromiso firme por reformar sus políticas para proteger de una mejor manera a la diversidad cultural en línea y garantizar una remuneración justa de las producciones culturales. Otros, entre ellos Indonesia, resaltaron la necesidad de mejorar la digitalización del material cultural para garantizar un acceso más equitativo.
Los modelos económicos deben ser renovados y estabilizados. Teniendo en cuenta los efectos devastadores de la pandemia en los empleos del ámbito de la cultura, varios países destacaron la necesidad de crear nuevos modelos económicos, en particular para el turismo cultural.
Los países también insistieron en reforzar las sinergias entre cultura y educación, a fin de que los estudiantes logren desarrollar nuevas aptitudes, participar activamente en la vida ciudadana y adaptarse a un mercado laboral que está en rápida evolución. Se prevé que estas cuestiones ocupen un lugar central en la Cumbre del G20 que se celebrará bajo la Presidencia de Italia en 2021, en la que se espera que se refuerce aún más el compromiso mundial de situar la cultura en el centro del espectro normativo con miras a reconstruir un mundo mejor.