Se entregaron los Premios de las Artes, las Ciencias, las Letras, la Enología, la Gastronomía, el Deporte y la Mención Especial a personalidades ilustres de La Rioja por sus aportaciones en las distintas áreas
Presidió el acto de entrega de premios y la comida de hermandad, José Antonio Rupérez Caño, presidente del Centro Riojano de Madrid, que estuvo acompañado de la Junta de Gobierno, y por el Subdirector General de Cooperación Internacional y Centros en el Exterior del Gobierno de La Rioja, Rodrigo Tejeiro Fussi.
En esta ocasión los galardonados fueron los siguientes:
Premio a las Artes: Jesús Rodríguez Rocandio.
Premio a las Ciencias: Asociación Vida por Vida.
Premio a las Letras: Javier García Turza.
Premio a la Enología: Asociación Barrio de la Estación de Haro.
Premio a la Gastronomía: Jornadas de Champiñón y la Seta de Autol.
Premio al Deporte: Club Balonmano Sporting La Rioja.
Mención Especial: Jefatura de la Policía Nacional de La Rioja.
Tras la entrega de los premios los invitados y socios del Centro Riojano de Madrid pudieron degustar una excelente comida de hermandad compuesto de unos entrantes de croquetas de setas y buñuelo de morcilla, como primer plato pudimos disfrutar de un excelente Bisque de cangrejo, de segundo plato un jarrete de ternera confitado, par terminar con un postre típico de La Rioja como es el pastes ruso de helado de vainilla y frutos rojos. Todo ello estuvo regado con vinos de La Rioja como no podía ser de otra manera.
Sobre San Millán
Nace Millán o Emiliano en Berceo en el año 473, hijo de una familia campesina de origen hispanorromano se dedica a pastorear un rebaño de ovejas.
La tradición lo representa en unos montes idílicos tocando la dulzaina o entonando canciones con el acompañamiento de la cítara.
A los veinte años y sumido en un sueño místico un ángel le indica el camino de los riscos de Bilibio (Haro) en los que un ermitaño de nombre Félix o Felices le instruirá para que siga su ejemplo.
Regresa Millán a los montes en los que había cuidado su rebaño para huir del mundo y refugiándose en las cuevas de la sierra de la Demanda durante cuarenta años llevar una vida de ascetismo.
Su modo de vida va cobrando fama de santidad y es llamado por Dídimo, obispo de Tarazona, para ser ordenado sacerdote y nombrarle párroco de Berceo.
Aquí se produce uno de los hechos más curiosos de su legendaria biografía: puesto que estas tareas administrativas no parecían encajar con su carácter y entregaba todas las donaciones propiedad de la parroquia a los necesitados fue acusado de malversación de fondos por lo que fue destituido por el obispo Dídimo.
De nuevo vuelve a sus montes despojado de todo atributo terrenal y vive como ermitaño solitario mientras va creciendo su aureola de santidad.
Se le atribuyen diversos milagros y comienzan a acudir numerosos peregrinos a conocerle y hubo otros eremitas que se quedaron en este pequeño valle para seguir sus enseñanzas y formar una comunidad.
Vivían en cuevas y construyeron un oratorio primitivo, sus nombres son: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio, Oria y Potamia.
Murió en el año 574 con 101 años de edad y fue enterrado en el suelo del oratorio.
Los monjes eligieron otro abad y permanecieron como ermitaños alrededor del sepulcro de San Millán.
No dejó nada escrito, fue hacia el 650 que San Braulio, obispo de Zaragoza, que había escuchado de boca de su hermano Fronimiano, monje en la Cogolla, los relatos de los discípulos del santo, escribió en un latín comprensible para el pueblo la primera biografía de San Millán.
San Millán se encuentra enterrado en el Monasterio de San Millán de Yuso, declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad junto con el Monasterio de Suso el 7 de diciembre de 1997 con los criterios (ii) (iv) y (vi), los dos en La Rioja.
Las Glosas Emilianenses de finales del siglo X o principios del XI, conservadas en el monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla (La Rioja), fueron consideradas por Ramón Menéndez Pidal como el testimonio más antiguo de lengua española. Sin embargo, hay teorías posteriores que afirman que esos documentos corresponden al romance navarro-aragonés, no al romance castellano.
Las Glosas Emilianenses son pequeñas anotaciones manuscritas a un códice en latín, realizadas en varias lenguas: entre ellas el propio latín, un iberorromance (bien castellano medieval con rasgos riojanos, bien navarro o navarro-aragonés en su variedad riojana) y alguna variedad local de vascuence.a. Se encuentran entre las líneas del texto principal y en los notas marginales (marginalia) de algunos pasajes del códice emilianense 60 (elaborado en el siglo IX) y que se incluyeron posteriormente, a finales del siglo X o a principios del siglo XI. La intención del monje copista pudo ser por una necesidad de aclarar el significado de algunos pasajes del texto latino aunque también pudo ser usado el manuscrito con fines formativos de novicios.
Este códice emilianense 60 salió de la biblioteca del monasterio de San Millán de Yuso a Burgos por decisión del Gobernador a principios de 1821 y posiblemente permaneció en Burgos hasta 1871. Hoy se conserva en la Real Academia Española de la Historia en Madrid. Con él salieron también otros setenta y dos valiosísimos ejemplares (códices góticos, galicanos e impresos incunables).
Originario del Reino de Pamplona contiene cosidos distintos cuadernillos: unas Vidas de Santos, una Pasión y una Misa de los santos Cosme y Damián, un libro de la Sentencias y sermones de San Agustín. La importancia de este códice viene dada porque contiene las Glosas Emilianenses, las primeras palabras escritas en castellano y vascuence.
El monje copista no se limitó a utilizar los glosarios latinos que solían tener los monasterios para resolver sus dudas léxicas, sino que documenta en los márgenes el habla popular de las tierras altorriojanas.
El nombre se debe a que se compusieron en el Monasterio de San Millán de la Cogolla (Millán o Emiliano procede del latín Aemilianus), perteneciente a La Rioja y por aquel entonces parte del Reino de Navarra. Su valor se descubrió en 1911, cuando Manuel Gómez-Moreno, que estudiaba la arquitectura mozárabe del Monasterio de Suso, transcribió todas las glosas, alrededor de mil, y las envió a Ramón Menéndez Pidal.
La Iglesia católica celebra el 12 de noviembre, la onomástica de San Emiliano de la Cogolla, también conocido como San Millán de la Cogolla.
Monasterios de San Millán Yuso y Suso
La comunidad monástica fundada por San Millán a mediados del siglo VI se convirtió en un lugar de peregrinación. En el lugar de Suso todavía se conserva una bella iglesia románica construida en honor del santo varón. Fue aquí donde se produjo la primera literatura en castellano, de donde proviene una de las lenguas más habladas en el mundo en la actualidad. A principios del siglo XVI, la comunidad se alojó en el hermoso monasterio nuevo de Yuso, debajo del complejo antiguo; hoy en día sigue siendo una comunidad próspera.
Valor universal excepcional
Los Monasterios de San Millán Yuso y Suso se encuentran en la Comunidad Autónoma de La Rioja, al norte de España. El bien tiene una extensión de 19 hectáreas con zona de amortiguamiento. Por la identificación e interrelación de ambos monasterios con elementos de los estilos árabe, visigodo, medieval, renacentista y barroco, la arquitectura y el paisaje natural reúnen periodos de gran relevancia en la historia de España.
A mediados del siglo VI, San Millán se instaló en un lugar religioso –actual Monasterio de Suso- en las faldas del cerro de la Cogolla o Distercios, donde se unió a otros monjes eremíticos para fundar la Comunidad de la Cogolla, que con el tiempo se convirtió en lugar de peregrinación. En honor a este santo se levantó en Suso una bella iglesia románica, que se conserva intacta hasta nuestros días. Posteriormente, en 1503 el rey García Sánchez de Nájera mandó construir en terrenos situados bajo el Monasterio de Yuso –que significa “debajo” o “debajo”–, donde los monjes continúan las actividades iniciadas en el Monasterio de Suso, que continúan hasta nuestros días.
El Monasterio de Suso está formado por una serie de cuevas de eremitas, una iglesia y un pórtico de entrada o nártex. Las cuevas, utilizadas originalmente por los monjes, están excavadas en la ladera sur de la montaña. La forma y orientación inusuales actuales se remontan a la reconstrucción realizada en el siglo XVI, que amplió la estructura árabe e incluyó así el pórtico posterior en el interior de la iglesia. Las excavaciones arqueológicas previas a los trabajos de consolidación en el lado oeste de la iglesia han revelado los cimientos de varios otros edificios del monasterio.
La investigación también ha ayudado a identificar la ubicación de las cuevas utilizadas por los cenobitas en la ladera por encima y alrededor de la iglesia. Los edificios principales del Monasterio de Yuso, junto al pueblo moderno y debajo del Monasterio de Suso, se agrupan alrededor de un pequeño claustro conocido como el Claustro de los Canónigos (Patio de la Luna) y el claustro principal, llamado San Millán. Este último tiene dos plantas. El piso inferior está abierto y cubierto con bóvedas de crucería, mientras que el piso superior está cerrado y alberga el museo.
La lengua española nació en los Monasterios de San Millán de Suso y San Millán de Yuso, por lo que forman parte esencial de la historia de la humanidad.
El Codex Aemilianensis 60 fue escrito en el scriptorium de Suso durante los siglos IX y X por uno de los monjes, que añadió notas marginales en castellano y vasco, junto con una oración en castellano, para aclarar pasajes del texto latino; se trata del primer ejemplo conocido de español escrito. Fue en este monasterio, durante el siglo XIII, donde Gonzalo de Berceo escribió sus primeros poemas en castellano en uno de los pórticos de la iglesia. El Monasterio de Suso tiene un gran interés cultural en lo que se refiere al desarrollo temprano del monacato en Europa, ya que representa de forma vívida en términos materiales la transición de una comunidad eremítica a una cenobítica. La pervivencia de la comunidad hasta nuestros días en el Monasterio de Yuso ofrece una imagen muy completa de la trayectoria del monacato europeo.
Desde que el Monasterio fue fundado en el siglo VI por San Millán y sus discípulos, este lugar ha sido un centro de cultura, historia y religión para el norte de España y el resto del país. Este lugar religioso fue fuertemente apoyado por la Casa Real de Navarra, así como por los Condes, Reyes y Reinas de Castilla, durante los siglos X y XI. De gran importancia asociativa universal es el hecho de que aquí se haya escrito por primera vez la lengua española, una de las más difundidas en todo el mundo en la actualidad.
Criterio (ii): Los monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla son un testimonio excepcional de la introducción y supervivencia continua del monacato cristiano, desde el siglo VI hasta nuestros días.
Criterio (iv): Por la identificación y relación de los dos monasterios con elementos de los estilos morisco, visigodo, medieval, renacentista y barroco, la arquitectura y el paisaje natural ejemplifican periodos muy significativos de la historia de España.
Criterio (vi): La propiedad también tiene una importancia asociativa excepcional por ser la cuna del idioma español escrito y hablado moderno.
Integridad
Los dos monasterios se encuentran dentro de los límites del inmueble. El Monasterio románico de Suso ha sido objeto de una serie de programas de restauración y conservación desde 1935. Ha recuperado en gran parte su aspecto del siglo XII y dispone de equipos para controlar la humedad, que puede ser un problema para su estabilidad debido a su ubicación en una ladera con pendiente.
El Monasterio de Yuso ha sido objeto de muy pocas intervenciones de conservación y restauración, todas ellas realizadas de acuerdo con la Carta de Venecia. La adecuación de una parte del Monasterio para su uso como hotel y centro de estudio de la lengua española ha sido mínima y se ha realizado de forma respetuosa, con el objetivo de no distorsionar el aspecto ni el entorno del conjunto.
Desde 1997, cuando los Monasterios de Yuso y Suso en San Millán de la Cogolla fueron inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial, se han seguido unos criterios estrictos en las intervenciones realizadas sobre los Monasterios y su entorno, manteniendo así en todo momento los valores excepcionales por los que fueron inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial.
Los estudios geotécnicos y ambientales periódicos y continuados controlan el entorno de los Monasterios minimizando su posible deterioro. Todo ello, unido a un sistema de gestión que implica la reducción de visitas y la prohibición del tráfico rodado en el entorno del Monasterio de Suso, han permitido que los Monasterios mantengan los valores excepcionales por los que fueron inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial.
Autenticidad
El nivel de autenticidad en ambos monasterios es alto. Los trabajos realizados en el Monasterio de Suso se han dirigido únicamente a la limpieza de escombros y la eliminación de elementos posteriores con el fin de restaurar la iglesia a su forma del siglo XIII.
Se podría argumentar que esto ha sido en cierta medida contrario a las disposiciones de la Carta de Venecia de 1964. Sin embargo, un estudio de fotografías del período anterior a la restauración muestra que las adiciones posteriores fueron de baja calidad cultural y desfigurantes; su impacto en la estructura central también fue superficial.
En el Monasterio de Yuso las intervenciones de conservación y restauración han sido mínimas y acordes con los principios de la Carta. Las adaptaciones para destinar una parte del monasterio a hotel y a centro de estudios de la lengua española a través de CILENGUA (Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española), creado en 2005 y ubicado en una de las alas del Monasterio, se han llevado a cabo con discreción y simpatía, sin desvirtuar la estética y el ambiente del conjunto.
Testimonio de la continuidad y supervivencia de la vida monástica es también la “Aula de la Espiritualidad” inaugurada por los Monjes Agustinos Recoletos.