El patrimonio cultural forma parte de nuestra identidad europea y de nuestros valores y principios comunes. La cultura europea de hoy se basa en el intercambio y diálogo transfronterizos, en la interacción y transferencia mutua de personas y valores, ideas, movimientos artísticos y obras de arte.
El Sello de Patrimonio Europeo se creó para impulsar la dimensión transnacional europea de los bienes culturales, los monumentos, los enclaves naturales o urbanos, el patrimonio tangible e intangible, contemporáneo y tradicional y los lugares que han desempeñado un papel esencial en la construcción y consolidación de Europa. Por tanto, sirve para incrementar el conocimiento, la consideración y el respaldo de la ciudadanía hacia su patrimonio.
Su finalidad consiste en reforzar el apoyo de los europeos a una identidad europea común y fomentar el sentido de pertenencia a un espacio cultural común, reforzando con ello la cooperación entre los Estados de Europa, y constituyendo un medio para proteger y promover nuestro patrimonio cultural con el fin de identificar y legar dicho patrimonio a las generaciones futuras.
El Sello de Patrimonio Europeo debe sentar las bases para el establecimiento de una red dinámica de bienes culturales, monumentos, enclaves naturales o urbanos, así como de lugares que hayan desempeñado un papel esencial o que ocupen un lugar destacado en la historia y en el territorio europeos.