La Calcografía Nacional ofrece una panorámica sintética de la obra gráfica de Picasso, que relata el recorrido por los procedimientos y técnicas utilizadas por el artista
Después de la exposición que se realizó sobre Francisco de Goya en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, con obras prestadas por el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF), ahora se presenta en la Calcografía Nacional, la exposición sobre Picasso: sus lecciones magistrales de arte gráfico, compuesta en su mayoría por obras prestadas por el Reina Sofía y comisariada por el director de la Calcografía Juan Bordes.
La selección reúne estampas significativas de sus principales series gráficas, escogidas de la rica colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y complementadas con obras relevantes de los fondos del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF).
La exposición, además de permitir admirar los más singulares hitos de su extraordinaria trayectoria de siete décadas en arte gráfico, también pretende un objetivo didáctico: apreciar las estampas como lecciones magistrales de cada una de las técnicas empleadas por Picasso.
Pablo Picasso realizó más de dos millares de creaciones gráficas con distintas técnicas, por lo que se le considera el más fecundo grabador de la historia. Su primera estampa fue realizada a la edad de dieciocho años y la tituló El picador zurdo para encubrir la imprevista inversión de la imagen. Desde 1904, con su extraordinaria La comida frugal, y tras unas primeras instrucciones del pintor y grabador catalán Ricard Canals, grabó con continuidad hasta el año anterior a su muerte; no obstante, su producción gráfica fue más intensa en las dos últimas décadas.
Entre los procedimientos que utilizó Picasso, domina el grabado calcográfico (aguafuerte, aguatinta, aguada, punta seca, buril y manera negra); pero también practicó la litografía, el grabado sobre linóleum y, ocasionalmente, la hectografía. Para muchas de estas obras, Picasso llegó a realizar hasta treinta pruebas de estado antes de aceptar el bon à tirer previo a la edición definitiva.
Los editores y estampadores que colaboraron con Picasso fueron sus asesores y marcaron los periodos en el uso de los distintos procedimientos. Los primeros talleres calcográficos parisinos con los que trabajó fueron los de Eugène Delâtre, Louis Fort y Roger Lacourière. Precisamente de este último taller era el estampador Jacques Frélant, que instaló un tórculo en villa California; también en él se formaron los hermanos Piero y Aldo Crommelynck, que a partir de 1963 se instalaron cerca de Picasso en Mougins, para atender desde entonces sus estampaciones calcográficas.
Recurrió a la litografía, sobre todo, a partir de 1945, auxiliado por Fernand Mourlot. Y cuando Picasso se instaló en el Midí francés trabajó el linograbado con el impresor Arnéra entre 1959 y 1963.
Durante las siete décadas de actividad gráfica de Picasso, además de unas series con nombre propio y numerosos libros ilustrados, realizó gran número de obras individuales, es decir, sin unidad temporal, técnica o temática, que son los criterios con los que una serie de estampas de su producción se agrupan bajo un nombre común.
Las series principales se pueden considerar como un resumen de su actividad gráfica:
Saltimbanquis (1904-1905) es la serie formada por sus primeros grabados, que Ambroise Vollard agrupó para editarlos como conjunto en 1913, después de acerar las planchas. Consta de quince estampas sin unidad de formato, y aún a temas de los periodos azul y rosa.
Suite Vollard, grabada entre septiembre de 1930 y junio de 1936, editada por Vollard en 1939, está constituida por noventa y siete estampas, más tres retratos del editor. Se estamparon tres pruebas sobre pergamino, cincuenta ejemplares en gran papel verjurado Montval y doscientos cincuenta en papel de pequeño formato.
Suite 347 fue concebida por Picasso entre marzo y octubre de 1968, utilizando matrices de distintas dimensiones. En esta serie se distinguen cuatro grupos temáticos: La Celestina, Rafael y la Fornarina, el pintor con sus modelos y escenas circenses. En la Suite 157, con formato único, predominan los temas eróticos. Picasso la grabó entre 1970 y 1971.
La bibliofilia forma un capítulo importante en la obra gráfica picassiana. Entre sus principales editores destacaron Ambroise Vollard, Albert Skira y Gustavo Gili. Algunas de las obras literarias que ilustró son de autores clásicos, como Les Métamorphoses de Ovidio (1930, treinta estampas), Lysistrata de Aristófanes (1934, seis estampas), etc.; otras son de escritores históricos, como Le Chef d’Oeuvre inconue de Balzac (1931, trece estampas y sesenta más siete ilustraciones), Carmen de Prósper Merimée (1948, treinta y ocho estampas), Vingt poèmes de Góngora (1948, cuarenta y una estampas), La Celestina de Fernando de Rojas (1968, sesenta y seis estampas), etc..
Así mismo, ilustró libros contemporáneos escritos por amigos, como Le chant des morts (1948, ciento veinticinco estampas) y Le sable mouvant (1966, diez estampas), ambas de Pierre Reverdy, o Le corps perdu(1950, treinta y dos estampas) de Aimé Cèsaire, e incluso poemas propios, como El entierro del Conde de Orgaz (1969, trece estampas). Pero también ilustró obras no literarias como Histoire Naturel del conde Buffon (1942, treinta y una estampas) o La Tauromaquia (1959, veintinueve estampas).
Los principales estudios de la obra gráfica de Picasso se deben a Brigitte Baer, Bernhard Geiser, y el catálogo razonado fue realizado por Georges Bloch, editándose en cuatro tomos que reseñan la obra grabada y litografiada por periodos temporales (1904-1967, 1966-1969, 1970-1972); el volumen tercero está dedicado a la obra grabada sobre cerámica.
Las ciento cincuenta y seis publicaciones ilustradas por Picasso, la mayoría en solitario y algunas con otros artistas, están recogidas en Pablo Picasso: catalogue raisonné des livres illustrés (1983) editado por Patrick Cramer.