De todos es conocido el maravilloso patrimonio natural del Principado de Andorra, pero pocos conocen su patrimonio cultural
Por Juan Ignacio Vecino, director/editor de la revista digital www.patrimonioactual.com. Miembro del Consejo Internacional de la Danza de la UNESCO (CID-UNESCO).
Excelentes parajes naturales con rica fauna, maravillosa flora, extraordinario prerrománico y románico, además de la tradicional e innovadora gastronomía
PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
El Valle del Madriu-Perafita-Claror, combinación de valores naturales y culturales fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2004 con el criterio (v).
Valor universal excepcional
El paisaje cultural del Valle del Madriu-Perafita-Claror es un microcosmos sumamente representativo de la manera en que el hombre ha aprovechado los recursos de las zonas altas de la cordillera de los Pirineos a lo largo de milenios.
Sus espectaculares paisajes de laderas escarpadas y glaciares con vastas praderas y abruptos valles boscosos cubren una superficie total de 4.247 hectáreas, es decir el 9% del territorio de Andorra.
Estos paisajes no sólo constituyen testimonios de los cambios climáticos del planeta, sino también de los avatares económicos y de los sistemas sociales de sus habitantes, así como de la perdurabilidad del pastoreo y de la pujanza de la cultura montañesa.
El sitio, que es el único lugar de Andorra sin carreteras, posee además diversos hábitats humanos –en particular, asentamientos estivales de pastores–, así como cultivos en terrazas, senderos de piedra y vestigios del trabajo de fundición del hierro.
El Valle del Madriu-Perafita-Claror es una unidad geográfica excepcional situada en la zona sureste del Principado de Andorra, en pleno corazón de los Pirineos. Abarca una superficie de 4.247 ha o un poco más del 9% del territorio nacional. Una zona de amortiguamiento protectora de 4.092 ha rodea esta zona.
La parte superior del valle es un paisaje glaciar expuesto, con espectaculares acantilados, rocas y lagos glaciares. Más abajo, el valle se estrecha y se vuelve más boscoso, mientras que en su tramo más bajo el río desemboca en un corto desfiladero. Un valle secundario, el valle de Perafita-Claror, se fusiona con el valle del Madriu por el suroeste.
El Valle del Madriu-Perfita-Claror es un microcosmos que ilustra la forma en que el hombre ha aprovechado los recursos de la montaña durante los últimos milenios.
También refleja la persistencia de un antiguo sistema comunal de gestión de la tierra: cuatro comunidades poseen tierras dentro de la propiedad. Sus espectaculares paisajes glaciares con vastos pastos y valles boscosos reflejan el cambio climático, la economía y los sistemas sociales, así como la persistencia del pastoreo y una fuerte cultura de montaña.
La propiedad, el último lugar del país que no cuenta con carreteras, comprende, entre otros, diversos complejos agropastoriles en la alta montaña, centros agrícolas en zonas de media montaña, un sistema de comunicación basado en una red de senderos parcialmente pavimentados y los vestigios de una actividad siderúrgica concreta: la Forja Catalana.
Más precisamente, el sitio inscrito contiene numerosas huellas de ocupación humana que expresan de manera singular la perfecta simbiosis y el precioso equilibrio entre la tierra y el hombre, entre sus recursos y sus necesidades; entre ellas, los bornes o pequeñas chozas con techo abovedado de piedra, algunas de las cuales todavía son utilizadas por los pastores; lirios en ruinas, establos y queserías, casas con graneros laterales donde se almacenaban cereales y heno; vestigios de campos en terrazas y fundiciones; Muros bajos de piedra y caminos empedrados, etc.
Criterio (v): El valle de Madriu-Perafita-Claror es un microcosmos de la forma en que los habitantes han aprovechado los escasos recursos de los altos Pirineos durante los últimos milenios para crear un entorno de vida sostenible en armonía con el paisaje de montaña. El valle es un reflejo de un antiguo sistema comunal de gestión de la tierra que ha sobrevivido durante más de 700 años.
Integridad
La integridad del Valle del Madriu-Perafita-Claror se basa en la singularidad geográfica e histórica que lo caracteriza.
El Valle forma una unidad coherente de 4.247 ha que combina valores culturales y naturales. En este paisaje enciclopédico y esencial, la sedimentación de la experiencia física y humana es continua. Las zonas de amortiguamiento, incluida la ampliación en 2006 a la frontera internacional entre Andorra y España, han permitido proteger todo el bien.
Autenticidad
El Valle del Madriu-Perafita-Claror es un testimonio extraordinariamente bien conservado y completo de una forma de vida y de relación entre las personas y su tierra, entre la naturaleza y la cultura.
En el Valle se evidencia una relación distintiva entre las poblaciones y la naturaleza. Basada en el respeto al medio ambiente y su carácter emblemático, esta relación nunca ha decaído entre la población local.
Su carácter se define por el uso racional de los recursos que ofrece la montaña y por el profundo respeto por los valores y cualidades asociadas. Las normas consuetudinarias que lo han conservado y que lo rigen son el resultado de esta simbiosis entre el hombre y su entorno.
El Valle del Madriu-Perafita-Claror conserva intactas sus cualidades. Históricamente conservado por su alejamiento de las zonas de presión urbana y, en su mayor parte, por la ausencia de cualquier vía, las escasas intervenciones que podrían afectar a su autenticidad, como el uso de algunos materiales de construcción o la presencia de cabañas móviles que no se ajustan al carácter patrimonial del Valle, son perfectamente reversibles.
CULTURA
Andorra es un país que destaca no solo por su increíble belleza natural, sino también por su gran riqueza cultural, como decía anteriormente. Durante la visita al principado, te sorprenderá su enorme oferta de galerías, exposiciones y eventos culturales. ¿Lo mejor? Que muchos de los museos de Andorra están incluidos en el PassMuseu. De este modo, podrás acceder a todos ellos de una forma fácil y muy económica. ¡Descúbrelo!
La situación geográfica del país ha favorecido la conservación de más de 40 iglesias y monumentos de estilo románico, repartidos en todo el territorio.
Iglesias y monumentos románicos
El arte prerrománico y románico andorrano ha preservado su esencia, su sencillez y su belleza desde los siglos XI y XII.
Las manifestaciones artísticas de este estilo arquitectónico en Andorra destacan por su sobriedad, las dimensiones reducidas de los edificios y la perfecta integración en el paisaje de montaña propio del Pirineo.
En este sentido, las iglesias románicas del Principado —todas ellas erigidas con una construcción muy sencilla—, son de pequeñas dimensiones, están muy poco ornamentadas y cuentan con una sola nave, un ábside y un pórtico en la entrada.
Uno de los signos más identificativos e importantes de estos templos son sus campanarios de torre o espadaña, empleados como método de comunicación entre pueblos y como elemento defensivo frente a los ataques.
En cuanto al interior, incluyen pinturas con una rica gama cromática que elogian la divinidad: la mayoría son obras de discípulos de los grandes maestros catalanes de antaño.
Finalmente, hay que indicar que muchos de estos templos conservan todavía algún retablo barroco de los siglos XVII y XVIII.
Anímate a visitar alguna de estas iglesias que te acercarán a la vida de los habitantes de los valles, donde en el pasado eran centro de reunión religiosa y social y hoy en día son una de las joyas de su cultura.
Además, cuentas con el Espai Columba, un espacio cultural en el que te mostrarán la importancia y el origen del románico en Andorra, su legado y, sobre todo, la interpretación de las pinturas murales de las iglesias andorranas.
Si decides visitar este centro, te animamos a que te acerques hasta la iglesia románica de Santa Coloma, ubicada a pocos metros, para que disfrutes de la proyección mapping que recrea los frescos conservados en el Espai Columba, pero en su emplazamiento original.
¡No dejes escapar la oportunidad y visita alguno de sus monumentos románicos!
MUSEOS
En la variada oferta de museos de Andorra hay espacio para propuestas etnográficas que reproducen cómo era antiguamente la vida en el Principado.
Así, por ejemplo, es la Casa Cristo, una humilde casa rural ubicada en el centro de Encamp que estuvo habitada por jornaleros hasta 1947. Sigue leyendo para conocer sus elementos más interesantes, los tipos de visita que se realizan y otros datos de interés.
La Casa Cristo es mucho más que una simple casa museo: es un viaje en el tiempo que lleva al visitante a la Andorra de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Y más concretamente, al estrato más humilde de la sociedad de entonces, pues esta construcción estuvo habitada por una familia de jornaleros. Esta casa de pueblo de tres pisos se acondicionó a finales del siglo pasado pero ha mantenido su distribución y sus elementos más importantes como testimonio de un modo de vida ya pasado. Un fregadero de losa, una cajonera secreta para esconder dinero, un vestido de bautizo ya centenario… Los numerosos detalles que se reparten por la casa demuestran austeridad y dignidad al mismo tiempo.
Pese a que la construcción es bastante estrecha por la necesidad de adaptarse al reducido espacio del solar, cuenta con estancias de diverso uso, como una bodega, un almacén para guardar las herramientas de trabajo o una sala de carácter más social y festivo en la última planta.
Estuvo habitada hasta 1947, año en que sus últimas inquilinas dejaron de utilizarla como vivienda habitual tras poner rumbo a Francia.
Visitas guiadas y eventos especiales en la Casa Cristo
La Casa Cristo, en Encamp, está abierta a visitantes de todas las edades, que pueden recorrerla de forma individual o en grupo. Para participar en las visitas guiadas es necesario realizar reserva previa (aforo limitado a 10 personas). En estas visitas, los guías del museo narran anécdotas relacionadas con la familia y la casa, a menudo en torno a la chimenea, espacio de reunión de la vivienda.
Esta casa museo organiza visitas y eventos especiales en determinadas fechas y épocas del año.
Otros datos de interés
La Casa Cristo puede visitarse con el abono PassMuseu de Andorra, una tarjeta que da derecho a la reducción del 50 % en el precio de la entrada. Se recomienda reserva previa. Esta casa museo no está adaptada para personas con movilidad reducida.
Además de este museo, Andorra cuenta con otros dos espacios etnográficos que muestran cómo era la vida rural en siglos pasados: la Casa d’Areny-Plandolit, perteneciente a una familiar de la alta sociedad, y la Casa Rull, de campesinos propietarios de tierras, más acomodados que los jornaleros de esta casa museo.
La visita a la Casa Cristo está incluida en el itinerario 4 del Bus Turístico de Andorra, de junio a octubre.
Si quieres saber más, consulta toda la información sobre los horarios y los precios en este enlace.
GASTRONOMÍA
La cocina andorrana es heredera de una tradición secular vinculada a los aromas y sabores de la alta montaña, a los productos propios de la zona y de temporada, y está condicionada por las estaciones y tradicionalmente caracterizada por la autosubsistencia.
Con el paso del tiempo, la gastronomía también ha recibido y asimilado las influencias de la cocina francesa y catalana.
Para preservar esta parte de la identidad del Principado, se ha creado el Recetario de Gastronomía Andorrana, en el que se incluyen una treintena de recetas tradicionales.
Este recetario es fruto de un amplio y extenso trabajo de investigación histórica y científica: el Corpus del patrimoni culinari del Principat, conformado por más de 400 elaboraciones. Una colección de recetas seleccionadas que forman parte del patrimonio gastronómico vivo de Andorra.
Hoy la gastronomía tradicional se presenta en las casas de alta montaña conocidas como bordas. Antiguamente utilizadas para almacenar el grano y proteger el ganado, han sido transformadas y condicionadas como restaurantes. En estos espacios arquitectónicamente singulares, puedes disfrutar de los platos y las especialidades típicas más tradicionales de nuestro país.
Manjares tradicionales de Andorra
La escudella es un plato de cuchara a base de verduras de temporada y carne de cerdo. Un plato tradicional que suele servirse en invierno y en actos populares. En Navidad, la puedes degustar con pasta, un plato llamado sopa de galets o sopa grossa.
El trinxat de montaña es un plato tradicional de los Pirineos hecho a base de col de invierno, patata, ajos y tocino.
Los canelones a la andorrana son una variante de la receta catalana que mezcla carne de cordero, cerdo y gallina en unos rollos de pasta acompañados con bechamel.
La carne de caza se integra en unos platos que encontrarás al inicio de la temporada de caza, como el civet de liebre o jabalí. Generalmente se sirve en estofado con verduras y setas. Y con la llegada de la temporada de pesca, podrás degustar la trucha a la andorrana, salteada con almendras y jamón.
El bacalao solía ser un plato principal, como los arenques o el congrio, pescados que llegaban a zonas de montaña gracias a su conservación a base de sal. Hoy puedes degustar el bacalao gratinado con alioli, siendo la forma más tradicional de comerlo.
Las setas como los boletus, los níscalos, las negrillas, las murgas o las senderuelas suelen ser las más comunes. Las encontrarás en cremas, arroces, salsas y como complemento de todo tipo de carnes.
El alioli de membrillo es una salsa a base de membrillo, aceite y ajo que suele acompañar las carnes a la brasa. Una salsa muy apreciada en la cocina de montaña.
Los embutidos del país se producen en la tradicional matanza del cerdo que se celebra en enero, donde se elaboran productos como la bringuera, la donja, el bisbe, las longanizas y las morcillas.
La achicoria amarga, también conocida como diente de león, se recoge directamente de la montaña, siendo una excelente variante para la ensalada. Suele condimentarse con tocino y frutos secos, pero solo puedes encontrarla en primavera.
Los caracoles a la llauna acostumbran a cocinarse a la brasa y se condimentan con varias especias. Suelen acompañarse con alioli de membrillo, toda una delicia para los paladares más exigentes.
¡Descubre Andorra bocado a bocado, en alguna de sus bordas tradicionales!
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