Aunque ampliamente hablado, el idioma aymara comparte muchas de las mismas vulnerabilidades que otros idiomas indígenas. Pero en los últimos años ha ganado un mayor reconocimiento, lo que ha llevado al progreso político, cultural y tecnológico
Desde mayo de 2022, es posible usar Google Translate para traducir aymara.
Este es el avance tecnológico más reciente para el idioma aymara, hablado por más de dos millones de personas en Bolivia, Chile y Perú. Y no es el único. En los últimos años se han multiplicado las aplicaciones para teléfonos móviles dirigidas a la comunidad.
“Killa” conecta aymarahablantes con personal de salud, mientras que “Felisa Yanapiri” ofrece asistencia virtual para que las mujeres bolivianas conozcan sus derechos y escapen del ciclo de la violencia de género. Además de ayudar a la lengua a integrarse en el mundo tecnológico, este tipo de iniciativas pueden frenar su declive.
El aymara es originario de la región andina del lago Titicaca y es la tercera lengua amerindia más difundida después del quechua y el guaraní. A pesar del gran número de hablantes, la situación de la lengua sigue siendo frágil y es sintomática de la vulnerabilidad de otras lenguas indígenas.
Se estima que de los aproximadamente 6.700 idiomas que se hablan en el mundo, más de 2.300 están amenazados porque no se practican lo suficiente, y la mayoría de ellos son indígenas.
Los hablantes de lenguas indígenas tienden a asociar su condición social desfavorecida con su cultura y, por lo tanto, a menudo renuncian a su idioma para superar la discriminación. Sin embargo, la pérdida de una historia, una cultura y un conocimiento ambiental únicos que se produce cuando muere una lengua es irreparable. Para llamar la atención sobre el declive de las lenguas indígenas y la necesidad de preservarlas, Naciones Unidas ha proclamado el período comprendido entre 2022 y 2032 como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas .
En cuanto a la lengua aymara, los últimos años han traído algunos signos de reactivación. Ahora ha logrado un estatus formal como idioma oficial en Bolivia y Perú, lo que ha resultado en un mejor reconocimiento político y cultural. En Perú, por ejemplo, la estación de televisión pública comenzó recientemente a transmitir noticias en quechua y aimara, una novedad en la historia del país.
Además, en 2009 el patrimonio cultural inmaterial de las comunidades aymaras de Bolivia, Chile y Perú fue seleccionado para el Registro de Buenas Prácticas de Salvaguardia por el Comité de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
Alwa, uno de los primeros raperos de Bolivia, representa una nueva generación que no duda en afirmar la dignidad recuperada de los pueblos indígenas. Ataviada con la tradicional polena, una amplia pollera boliviana y el bombín negro, la joven, cuyo primer nombre significa “amanecer”, está a punto de lanzar su primer disco tras su éxito en Tiktok.
Seleccionado en 2009 en el Registro de Buenas Prácticas de Salvaguardia
El proyecto subregional propuesto tiene como objetivo desarrollar medidas de salvaguardia para asegurar la viabilidad de las expresiones orales, la música y los conocimientos tradicionales (arte textil y tecnologías agrícolas) de las comunidades aymaras de Bolivia (La Paz-Oruro-Potosí), Chile (Tarapacá- Arica-Parinacota-Antofagasta) y Perú (Tacna-Puno-Moquegua).
Las actividades, previstas para su ejecución a lo largo de un proyecto de cinco años, son: (i) identificar e inventariar los conocimientos tradicionales y las tradiciones orales de las comunidades aymaras en las áreas seleccionadas, (ii) fortalecer la lengua como vehículo de transmisión de la patrimonio cultural inmaterial a través de la educación formal y no formal, (iii) promover y difundir las expresiones orales y musicales aymaras y (iv) reforzar los conocimientos tradicionales relacionados con la producción de artes textiles y técnicas agrícolas tradicionales.
Estas cuatro líneas de acción del proyecto planificado han sido establecidas como prioritarias por las comunidades aymaras en las diferentes fases de consulta y elaboración del proyecto y serán implementadas con la plena participación de las comunidades, guiadas por los principios de la Convención de 2003.
El proyecto pretende adoptar como estrategia de trabajo la creación de una red subregional e internacional integrada por personas, comunidades, grupos, gestores culturales, especialistas, organizaciones indígenas, centros de investigación, ONG y Gobiernos, para promover el intercambio de experiencias,