El primer gran desastre del siglo XXI se llama COVID-19, para el que nadie estaba preparado, ni podía imaginar lo que se nos venía encima, afectando gravemente, entre otros, al Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO en todo el mundo
Todos los gobiernos del mundo, instituciones internacionales, organizaciones y, ciudadanos, nos quedamos estupefactos al ver lo que nos estaba ocurriendo por la Covid-19 que, por otro lado, jamás pensamos que en pleno siglo XXI podría suceder una pandemia de semejante magnitud, pero acaeció.
El brote de la COVID-19 es una crisis sanitaria mundial. Pero también tiene una profunda repercusión en la misión que ocupa la UNESCO. La COVID-19 nos demuestra que la cooperación científica es clave cuando se trata de un problema de salud pública mundial. Nos demuestra que se debe garantizar la continuidad de la educación, la cultura, el medio ambiente y las tradiciones cuando tantos niños y niñas en estos momentos no pueden ir a la escuela.
Es un claro recordatorio de que la información tiene que ser siempre de calidad y fiable, en un momento en que los rumores se están difundiendo sin parar. Nos recuerda el poder de la cultura y el conocimiento para fortalecer el tejido humano y la solidaridad, en un momento en que tantas personas en todo el mundo deben mantener la distancia social y quedarse en casa.
La UNESCO está plenamente comprometida a apoyar a los gobiernos en la educación a distancia, la ciencia abierta y el intercambio de conocimientos y cultura, como medios fundamentales para mantenerse unidos y estrechar los lazos que nos unen.
Las grandes pandemias a lo largo de la historia
Las grandes pandemias a lo largo de la historia nos han traído miseria, ruina, desgracia, calamidades y, además, muchas adversidades políticas, económicas, culturales, educativas y sociales de toda índole. También nos está haciendo pensar cómo salir de tanta desdicha y sufrimiento. Se trata de identificar el virus, controlar su expansión y conseguir un tratamiento eficaz. Por ser un poco optimista, quiero recordar que después de la peste negra vino el Renacimiento.
Cuando echamos la vista a épocas anterior, muchos siglos atrás, vemos lo que ocurrió con las grandes pandemias y sus consecuencias posteriores.
La plaga de Justiniano fue la primera conocida que se desarrolló entre los siglos VI y VIII. Procopio de Cesarea describió sus características clínicas, su origen que ocurrió en Pelusium, cerca del actual Canal de Suez, llegando hasta Alejandría, para alcanzar posteriormente su diseminación en Constantinopla en el año 542.
La segunda gran pandemia llamada la peste negra produjo sucesivos brotes en Europa entre los siglos XIV y XVIII. Partió de la península de Crimea y, en principio, los más afectados fueron los genoveses, que diseminaron el mal por todos los puertos donde arribaban.
Como ocurre actualmente con los grandes cruceros hubo muchos puertos que negaron su entrada a estos barcos para que no contagiaran a la población local, ahora ocurre lo mismo en los aeropuertos.
En el siglo XVIII las poblaciones más afectadas por la peste negra en España fueron Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, pero, sobre todo, una de las ciudades más importantes del mundo de la época, Sevilla.
Asimismo, como las Islas Canarias eran un lugar de paso obligado entre continentes, San Cristóbal de la Laguna (declarada Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1999), también sufrió brotes de la enfermedad.
La tercera gran pandemia de peste surgió en China, concretamente en la provincia de Yunnan durante el siglo XIX. No difiere mucho del lugar desde donde se ha propagado la Covid-19, siendo la de Yunnan otra gran pandemia a nivel global ya que afecto a China, Hong Kong, India, Cuba o Puerto Rico.
La higiene, el modo de vida y, sobre todo, la inmunidad de los humanos y el descubrimiento de los antibióticos, hizo que el siglo XX tuviera un punto de inflexión de las pandemias, siendo la Covid-19 el mayor asesino en serie con el que nos hemos cruzado en el actual siglo.
Crisis sanitaria
Hasta ahora, la crisis sanitaria mundial no está afectando del mismo modo a todo el planeta. Algunos países – en particular el este asiático y el continente europeo – han estado en confinamiento durante meses, mientras otros – principalmente África, América Latina y los Países Árabes – actualmente solo están al comienzo de la expansión del virus y de notar sus impactos. Las consecuencias de la pandemia sobre la educación, la cultura y el medio ambiente tienen un impacto general aún incierto. Pero el consumo de bienes culturales a través de internet aumentó considerablemente durante el confinamiento, esa si es una buena noticia.
La Covid-19 también nos ha traído otros daños colaterales, fundamentalmente para el medio ambiente, que era lo que nos faltaba. Me refiero a que los guantes de látex, las mascarillas, y los infinitos productos sanitarios de un solo uso, ya están llegando a ríos, lagos, mares y océanos contaminando de una forma irreversible, acabando con cantidad de flora y fauna marina, lo que será una muy mala noticia para nuestra salud y el planeta.
Patrimonio y Covid-19
Desde el punto de vista del patrimonio de la humanidad, el coronavirus ha hecho estragos en todo el mundo. El patrimonio cultural, turístico cultural, natural e inmaterial, se ha visto mermado en su difusión, conservación y mantenimiento, habiéndose producido en muchos lugares del planeta, esquilmación y tráfico ilícito de bienes culturales que deberán ser perseguidos por las autoridades de todos los países. Seguramente, cuando se realice balance de las consecuencias de la COVID-19 en el patrimonio de la humanidad, nos daremos cuenta que muchos bienes se encuentran en posesión de grandes coleccionistas particulares, o en museos sin escrúpulos siendo autorizada su adquisición por administraciones corruptas, así, como en manos de grupos terroristas conocidos como ISIS o Daesh, que comercian con todo lo que se pueden llevar en una mochila, pero que lo que no pueden transportar, lo destruyen para no dejar huellas de la cultura y las tradiciones de los países en conflicto con el fin de crear un pueblo a su imagen y semejanza, es decir, sin pasado, pero, por supuesto, sin ningún futuro, ya que un pueblo que reniega de su pasado es un estado abocado al desastre.
La UNESCO
Actualmente, la UNESCO cuenta con 194 Estados Miembros, con 1121 Bienes Nacionales inscritos, de los cuales, 869 son culturales, 213 naturales y 39 mixtos, es decir, que son culturales y naturales a la vez. De todos ellos, también, 39 son transfronterizos, ósea, que un mismo bien o tradición está declarado patrimonio material, natural o inmaterial en más de un país.
Asimismo, hoy día, hay 54 en la Lista en Peligro por su bajo o nulo cuidado, siendo los Estados Miembros los únicos responsables de su conservación y mantenimiento.
Realizar un análisis de las repercusiones de la Covid-19 en el patrimonio de la humanidad es una tarea que se debe realizar inmediatamente para afrontar la crisis sanitaria y el patrimonio.
Las consecuencias han sido devastadoras, miles de eventos culturales cancelados, multitud de instituciones culturales cerradas, prácticas culturales suspendidas, saqueos, caza furtiva en sitios naturales protegidos, además de el mundo de la cultura en situación de precariedad económica y el patrimonio turístico cultural absolutamente arruinado. La amplitud de la crisis amenaza con profundizar las desigualdades y hacernos más vulnerables, sobre todo, a los más necesitados.
La UNESCO concienciada con la grave situación que vivimos se ha plateado invitar a los ciudadanos lo que es la “Nueva Normalidad” y reflexione sobre lo que es normal. Se trata de obtener una información objetiva sobre el mundo antes y durante la pandemia. La solidaridad y la cooperación nos ayudará a construir un futuro mejor y un mundo más justo, pero con urgencia se debe “volver a la normalidad”, sin tener en cuenta el impacto de lo que consideramos normal para el medio ambiente, la economía, la salud pública y nuestras sociedades en todos los ámbitos.
Por qué surge la UNESCO
La UNESCO nació de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial cuando, en noviembre de 1945, se celebró en Londres, justo al concluir la guerra, una conferencia de las Naciones Unidas para establecer una organización educativa y cultural.
El evento reunió a representantes de 37 Estados y, con el impulso de Francia y del Reino Unido (dos naciones muy afectadas por el conflicto), los delegados decidieron crear una organización destinada a instituir una verdadera cultura de paz con la finalidad de fortalecer la solidaridad intelectual y moral de la humanidad e impedir una nueva guerra mundial. Al final de la conferencia, los 37 Estados firmaron la Constitución que marcó el origen de la UNESCO. El documento entró en vigor en noviembre de 1946, tras ser ratificado por 20 países signatarios.
La idea de proteger a nivel internacional el Patrimonio Cultural surge vinculada a la decisión de construir la Presa de Asuán en Egipto que inundaría los Templos de Abu Simbel (1979) con los criterios (i, iii, vi).
En 1959 la UNESCO decide lanzar una campaña internacional de salvaguarda a raíz de un llamamiento de los gobiernos de Egipto y Sudán. Con las donaciones de 50 países, se aceleran las investigaciones arqueológicas y se procede al traslado de los templos a una zona segura, es decir, 65 metros más alto y, 200 metros más alejado.
Por primera vez se toma conciencia de que la protección del patrimonio es una responsabilidad compartida. Y corresponde a la Comunidad Internacional velar por este legado y trasmitirlo a las generaciones futuras. A partir de este momento UNESCO e ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) inician la elaboración de un proyecto de convención sobre la protección del patrimonio cultural.
España ratifica la Convención de Patrimonio Mundial Cultural en 1982 y hoy en día es, con 48 bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial (o Patrimonio de la Humanidad), el tercer Estado, después de Italia (54), China (53) y, por delante de Francia y Alemania (44) en número de bienes declarados.
El principal objetivo de la UNESCO es contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo promoviendo, a través de la educación, la ciencia, la cultura y la comunicación, la colaboración entre las naciones, a fin de garantizar el respeto universal de la justicia, el imperio de la ley, los derechos humanos …
La UNESCO obra por crear condiciones propicias para un diálogo entre las civilizaciones, las culturas y los pueblos, fundado en el respeto de los valores comunes. Asimismo, contribuye a la conservación de la paz y a la seguridad mundial, mediante la promoción de la cooperación entre las naciones.
Un Aspecto importante a resaltar es: ¿qué es la nueva normalidad?