Christian Zacharias, uno de los mayores intérpretes del clasicismo germánico, se pone al frente de la OSE y de la Coral Andra Mari en su doble faceta de pianista y director
Bajo la dirección del maestro Zacharias pudimos escuchar en el auditorio Kursaal la Sinfonía nº49 “La Passione” de Joseph Haydn; el Réquiem en do menor MH 155 de Michael Haydn y, el Concierto para piano nº24 de Wolfgang Amadeus Mozart.
La dirección de Christian Zacharias que, también estuvo al piano, se realizo con una exquisita y magistral profesionalidad y conocimiento, hasta el punto que, el teléfono móvil de un espectador empezó a sonar cuando iba a comenzar con el piano el Concierto nº24 de Mozart, lo que dio lugar a realizar una parada de segundos que no alteró para nada el ritmo del concierto programado.
Debemos destacar, también a la Orquesta Sinfónica de Euskadi, magistral como siempre y, a la Coral Andra Mari. La OSE es ya parte fundamental de la historia reciente de la Quincena Musical de San Sebastián, ya que, desde que se creó la orquesta en 1982, ha participado en cada una de las ediciones del festival. En muchas ocasiones lo ha hecho, además, acompañada por una de las agrupaciones corales asiduas al festival, la Coral Andra Mari Abesbatza de Errenteria, con la que volvio a unir fuerzas en esta ocasión para interpretar el “Réquiem en do menor” de Michael Haydn en la segunda parte del concierto.
Zacharias ha regresado regularmente al festival desde hace dos décadas, y durante las tres ediciones de 2000 a 2002 interpretó la integral de los 27 conciertos para piano de Mozart junto con la Orquesta de Cámara Escocesa y la Orquesta de Lausanne. Aquel hito en la historia del festival será rememorado en esta ocasión con el “Concierto nº24 en do menor”, en el que Zacharias dirigirá la orquesta desde el piano, tal y como lo hacía el propio Mozart. Christian Zacharias actuó como solista en el programa inaugural de la Temporada de Abono 1999/2000 de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, bajo la dirección de Gilbert Varga; casi dos décadas después vuelve a compartir escenario con la Orquesta, en esta ocasión en su doble condición de pianista y director.
El “Concierto nº24” nació durante el prodigioso periodo de 1784-1786, en el que Mozart compuso nada menos que doce conciertos para piano. Finalizado justo antes que “Las bodas de Fígaro”, algunos especialistas encuentran en el interior de este concierto un sentido del drama que se sustenta en el sentimiento trágico que lo envuelve, en sus ambiguos juegos armónicos entre la alegría y la tristeza y en la contrastante relación entre piano y orquesta. Beethoven, que tenía a este concierto de Mozart entre sus favoritos, afirmaba: “¡nunca seremos capaces de hacer algo parecido!”.
Antes del concierto de Mozart, sonó la “Sinfonía nº49 en fa menor” de Joseph Haydn, compuesta en 1768 durante su periodo compositivo conocido como Sturm un Drang (tormenta e ímpetu). Esta sinfonía, subtitulada “La passione” por el carácter ardoroso de la música que alberga, es un ejemplo paradigmático de este grupo de sinfonías escritas en las décadas de 1760 y 1770, en su mayoría en modo menor y colmadas de ritmos agitados y sentimientos encontrados. Ejercieron una gran influencia en el teatro musical de la época, pero también en obras puramente sinfónicas como el ya citado “Concierto nº24” de Mozart.
Mozart admiraba a Joseph Haydn hasta el punto de dedicarle un grupo de cuartetos de cuerda en 1785, pero quien realmente ejerció una influencia sobre su manera de componer fue su hermano. Michael Haydn. Este llegó en 1762 a Salzburgo, ciudad natal de Mozart, y produjo allí más de 360 composiciones en los 43 años siguiente. Michael Haydn fue un íntimo amigo del padre de Mozart, quien pudo conocer bien su obra desde niño, incluso en sus últimos años de vida, cuando abordó la creación de sus últimas tres sinfonías (1788), coronadas por la famosa “Júpiter”, Mozart seguía estudiando con atención las partituras del Haydn salzburgués. El “Réquiem en do menor” de Michael Haydn, que ocupó la segunda parte del concierto, fue escrito en 1771 con motivo del fallecimiento del arzobispo Schrattenbach. Un Mozart de 15 años, recién regresado de Italia, tocó en la orquesta que estrenó la obra en Salzburgo. Además de las múltiples similitudes que presenta con el célebre “Réquiem” de Mozart, al que probablemente sirvió de modelo en numerosos pasajes, la creación de Haydn posee por sí misma una grandeza y nobleza que la hacen digno de figurar entre los mejores exponentes musicales de la misa de difuntos.
Por su parte Alicia Amo, soprano; Clara Mouriz, mezzosoprano; Martin Mitterrutzner, tenor y; Peter Harvey, barítono, estuvieron en su línea habitual creando con el director, la orquesta y el coro un clima de máxima atención durante sus interpretaciones.
Desde estas páginas queremos recordar a todos los espectadores que está prohibido tener encendidos los teléfonos móviles durante los conciertos y, que, aunque no consiguió descentrar a Zachaquias, por el bien de todos deberían tener gran respeto y consideración.