Mientras los líderes mundiales siguen batallando por tomar conjuntamente las decisiones o dedicar los recursos necesarios para derrotar al coronavirus, la pandemia se ha convertido en una amenaza para la seguridad global
La solución a esta crisis pasa por apoyar las iniciativas destinadas a apresurar el desarrollo de nuevos diagnósticos, terapias y vacunas contra la COVID-19, como lo hace el Acelerador ACT de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus socios, afirmó este jueves el Secretario General de las Naciones Unidas.
Durante la reunión virtual para inaugurar el trabajo del Consejo de Apoyo al Acelerador ACT, António Guterres destacó que pese a las peleas todavía no es demasiado tarde para revertir esta situación. La iniciativa es una alianza mundial que busca apremiar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a las pruebas, los tratamientos y las vacunas contra el coronavirus, con la participación de gobiernos, científicos, empresas, sociedad civil y filántropos y organizaciones de salud a nivel mundial.
“Debemos empezar de inmediato ampliando las herramientas nuevas y las existentes que permitan responder rápidamente a los nuevos casos y que proporcionen un tratamiento sólido para suprimir la transmisión, además de salvar vidas, especialmente en los próximos 12 meses”, señaló Guterres.
Recursos urgentes
El Secretario General afirmó que el Acelerador ACT “es la respuesta mundial que buscamos” y que ha llegado el momento de tomar decisiones políticas importantes como aumentar de forma decisiva la dotación económica de la iniciativa.
“Los 3.000 millones de dólares aportados hasta la fecha constituyen una importante inversión inicial para la fase de puesta en marcha del Acelerador ACT. Pero ahora necesitamos 35.000 millones más para pasar de la fase «inicial» a la de «ampliación e impacto», aseveró.
Guterres enfatizó la urgencia de conseguir este monto ya que, sin una inyección de 15.000 millones de dólares durante los próximos tres meses, se perderá la oportunidad de avanzar en la investigación, acumular reservas mientras se conceden licencias, empezar a adquirir y suministrar los nuevos tratamientos y terapias, y ayudar a los países en la preparación óptima para cuando lleguen las nuevas vacunas.
El Secretario General también considera imprescindible corregir las numerosas iniciativas que se desarrollan en paralelo al Acelerador y las centradas en ámbitos nacionales. “Esto no sólo socava una respuesta mundial eficaz, sino que es contraproducente”, afirmó.
Por último, hizo hincapié en la necesidad de generar una mayor confianza en la eficacia de las vacunas, ya que se atraviesa un momento en el que aumenta a nivel mundial la desconfianza de la población en las inmunizaciones.
“Para que cualquier vacuna funcione, la mayoría de los hombres, mujeres y niños del mundo deben estar dispuestos a tomarla”, alertó.
La vacuna contra la COVID-19 como bien público global
Guterres dijo que mucha gente deposita sus esperanzas en la aparición de la vacuna contra la enfermedad, pero rebajó sus expectativas al indicar que “en una pandemia no hay ninguna panacea”.
“Una vacuna por sí sola no puede resolver esta crisis; ciertamente no a corto plazo. Pero a partir de este momento, la vacuna debe verse como un bien público global porque la COVID-19 no respeta fronteras”, recalcó.
Por ello, subrayó la necesidad de respaldar los trabajos destinados a apresurar el desarrollo y la disponibilidad de nuevos diagnósticos, terapias y vacunas de la COVID-19, y garantizar un acceso y una distribución global equitativa como los que facilita el Acelerador ACT.
Tras unirse al lanzamiento de la iniciativa hace cuatro meses, Guterres resaltó que durante la primera fase los principales socios trabajaron para demostrar la viabilidad de este modelo.
“Demostraron que es posible lograr un diagnóstico rápido que cambió las reglas del juego; empezaron a aplicar en todos los países la única terapia eficaz probada para casos graves de la enfermedad; crearon una cartera de vacunas amplia y eficaz y han establecido el Servicio de Vacunas COVAX, que abarca 170 países”, enumeró.
Respuesta unitaria a una amenaza compartida
El director general de la Organización Mundial de la Salud, por su parte, recordó que la pandemia es una clara muestra de que el planeta necesita más que nunca a las Naciones Unidas. “Ante una amenaza común, necesitamos una respuesta común”.
El doctor Tedros Adhanom Gebreyesus explicó que Noruega y Sudáfrica serán los copresidentes del Consejo de Apoyo al Acelerador y que el papel de ambas naciones será fundamental para dirigir y orientar al organismo.
Tedros agradeció los 2700 millones de dólares que la iniciativa ha recibido hasta la fecha, pero recordó que esa cantidad representa menos del 10% de las necesidades totales.
“Al mismo tiempo, los acuerdos bilaterales y el nacionalismo en materia de vacunas podrían comprometer el acceso equitativo y retrasar los progresos de todos los países para poner fin a la pandemia de COVID-19. Frente a estos desafíos, los argumentos a favor de un compromiso mundial conjunto son todavía más convincentes que cuando se lanzó el acelerador ACT”, resaltó.
El percance de la vacuna de Oxford contra el COVID-19, una lección para recordar que la seguridad está primero
Encontrar una vacuna segura y efectiva contra el coronavirus no es “una competencia” y aunque los científicos esperen tener los mejores resultados pronto, es normal que haya obstáculos y tome más tiempo del esperado, afirmaron los expertos de la agencia de salud de la ONU.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró este jueves que lo que ocurrido con la vacuna COVID-19 de la Universidad de Oxford y Astrazéneca, que tuvieron que detener los ensayos clínicos de fase tres después de que un paciente presentara un efecto secundario grave, es algo habitual y que demuestra que se le está dando prioridad a la seguridad.
La científica jefa de la OMS dijo es posible que una vez que el equipo de monitoreo del ensayo clínico revise los datos sobre el individuo que se enfermó, se podría continuar con el ensayo, pero que eso dependerá de la decisión de la comisión designada para estos casos.
“Cada protocolo de ensayos clínicos tiene un procedimiento operativo para manejar estos efectos secundarios. Los clínicos que hacen los ensayos están entrenados en buenas prácticas, lo que significa que están siguiendo a todos los participantes de cerca y monitoreándolos, y hay un protocolo sobre qué hacer cuando algo pasa. Si es leve hay cosas que pueden hacerse. Si es grave, como fue en este caso de un efecto secundario severo, el ensayo fue detenido. Esto es un procedimiento normal y es de buenas prácticas, porque la seguridad es la prioridad en cualquier ensayo clínico”, explicó la doctora Soumya Swaminathan.
Swaminathan aseguró que se trata de una lección para reconocer el hecho de que en la investigación y desarrollo clínico siempre habrá altibajos.
“No siempre es solo un camino rápido y recto, pero tampoco podemos perder la esperanza porque este tipo de cosas pasan…Tenemos que esperar para ver los datos de lo que realmente sucedió”, agregó.
La experta recordó que, aunque por supuesto la OMS quiere ver buenos resultados, y “entre más rápido mejor”, se trata de un proceso que toma tiempo y que no puede ser apresurado ya que se deben recoger datos suficientes de una determinada cantidad de personas que después son analizados y aprobados por las entidades regulatorias.
“Esto requiere decenas de miles de personas que se sometan al ensayo. Si vemos los actuales, tienen de 30.000 a 60.000 participantes. Generalmente a la mitad se les da la vacuna y a la otra mitad un placebo. Se trata de un estudio ciego, entonces ni los pacientes ni las empresas saben a quién le dieron qué y quienes reciben la vacuna deben ser monitoreados un mínimo de seis meses para probar la eficacia y la seguridad”, detalló.
Swaminathan expresó que con algunos de los ensayos comenzando en julio, es posible que haya resultados para finales de este año, aunque el seguimiento de seguridad debe continuar por más tiempo.
“Las agencias regulatorias también necesitarán tiempo para examinar los resultados y tomar una decisión sobre si la vacuna está lista o no para ser patentada”, añadió.
La doctora recalcó que ahora mismo no existe una manera de predecir cuáles serán las vacunas candidatas exitosas, pero que la mayoría ha tenido datos prometedores en la fase 1 y 2.
“Han podido generar una respuesta inmune en términos de anticuerpos neutralizantes y también de linfocitos y la seguridad no ha sido un problema en esos números pequeños, pero al final lo que queremos ver es protección de infección y de síntomas graves y para eso necesitamos tener los datos de estos ensayos clínicos grandes en la fase tres. Entonces, tenemos que ser pacientes y esperar los resultados”, concluyó.
No es una competencia y hay que tener paciencia
Por su parte el director de emergencias de la OMS, Michael Ryan, sostuvo que, aunque comprende que hay una ansiedad generalizada para moverse tan rápido como sea posible, ninguna vacuna puede saltarse pasos y que por eso existen protocolos ya diseñados.
“El propósito de esto es asegurarnos que esto se haga de la manera más directa, honesta y científica, lo que toma tiempo. Esto no es una carrera, es una carrera contra el virus y para salvar vidas, pero no es una carrera entre compañías, ni entre países, es una carrera para apoyar la salud pública de la manera más efectiva y segura posible, y en esa carrera es que estamos, no es una competición y muchas de las compañías de medicamentos lo han dicho públicamente”, recalcó.
El asesor del director de la OMS, Bruce Aylard, explicó además que, aunque la OMS prevé los mejores escenarios a la hora de hacer llegar una vacuna a los países, hay que entender que hay aspectos que están fuera de las manos de los desarrolladores y científicos.
“Por ejemplo, el tiempo que toma encontrar voluntarios que quieran aplicarse la vacuna en los ensayos clínicos de fase tres, son decenas de miles que se necesitan, y eso no depende de los desarrolladores. Hay otros factores que deben tomarse en cuenta, como el tiempo que puedan tomar las entidades regulatorias, y es por ello por lo que ahora mismo hay diferentes rangos de tiempo que se están prediciendo. Lo que sí hemos visto, con todos los clínicos, es que no estamos alcanzando los mejores plazos posibles ahora mismo, así que a finales de este año y comienzos del otro podremos tener una idea más clara”, dijo.