El Secretario General de las Naciones Unidas advierte de que se avecina una catástrofe en la educación y cita la previsión de la UNESCO de que 24 millones de alumnos podrían abandonar los estudios
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, presentó hoy el informe Education in the time of COVID-19 and beyond [La educación en tiempos de Covid-19 y más allá] y advirtió de que la pandemia ha causado el trastorno más grave registrado en los sistemas educativos en toda la historia y amenaza con provocar un déficit de aprendizaje que podría afectar a más de una generación de estudiantes. También es probable que los cierres de escuelas acaben con décadas de progresos en este ámbito, según señala el informe, que se basa en datos de la UNESCO y contiene recomendaciones sobre medidas que podrían evitar el inminente desastre.
La UNESCO coordinó la preparación del Informe de políticas del Secretario General, que contiene aportes de 15 organizaciones asociadas.
«Ya nos enfrentábamos a una crisis de aprendizaje antes de la pandemia», afirmó el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en el vídeo de presentación del Informe. «Ahora nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría despilfarrar un potencial humano incalculable, socavar décadas de progreso y agravar las desigualdades más arraigadas».
En el Informe se pide a las autoridades nacionales y la comunidad internacional que aúnen esfuerzos para situar a la educación en la vanguardia de los planes de recuperación y proteger las inversiones en el sector educativo. Para esto, la UNESCO convocará, antes de que termine el año en curso, una sesión especial de la Coalición Mundial para la Educación.
Las estadísticas compiladas por la UNESCO muestran que casi 1.600 millones de alumnos de más de 190 países -el 94% de la población estudiantil del mundo- se vieron afectados por el cierre de las instituciones educativas en el momento más álgido de la crisis, una cifra que hoy se ha reducido a 1.000 millones. Alrededor de 100 países todavía no han anunciado en qué fecha volverán a abrir sus escuelas.
El Informe de políticas hace hincapié en las proyecciones avanzadas por la UNESCO, según las cuales 24 millones de estudiantes, desde el nivel de preescolar hasta el ciclo superior, podrían no volver a la escuela en 2020 como consecuencia de los cierres provocados por la COVID-19. La mayoría de los alumnos en situación de riesgo, unos 5,9 millones, se encuentra en Asia Meridional y Occidental. Otros 5,3 millones de estudiantes corren el mismo peligro en el África Subsahariana. Ambas regiones ya se enfrentaban a graves problemas educativos antes de la pandemia, por lo que es probable que su situación empeore considerablemente.
Según la UNESCO, la educación superior podría experimentar los mayores índices de abandono escolar, así como una reducción de matrículas del orden del 3,5%, lo que redundaría en una pérdida de 7,9 millones de alumnos. El segundo nivel más afectado sería la enseñanza preescolar, en la que se ha previsto una pérdida de matrícula del 2,8%, es decir, unos 5 millones menos de niños escolarizados. Según las mismas proyecciones, el nivel de primaria podría perder el 0,27% del alumnado y el de secundaria, el 1,48%, lo que equivaldría a 5,2 millones de niñas y 5,7 millones de niños que dejarían los estudios en ambos niveles.
«Estas conclusiones ponen de relieve la urgente necesidad de velar por la continuidad del aprendizaje para todos, especialmente de los más vulnerables, ante esta crisis sin precedentes», declaró la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay. «El Informe pide que se protejan las inversiones en el sector educativo en todos los niveles y advierte de que, según los cálculos de la UNESCO, la pandemia ampliará en un tercio el déficit en la financiación necesaria para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Educación (ODS4), acordados por la comunidad internacional para 2030, en los países de ingresos bajos y medios-bajos, una brecha que en la actualidad alcanza ya la impresionante cifra de 148.000 millones de dólares estadounidenses».
El cierre de escuelas no solo afecta a la educación; también impide el suministro de servicios esenciales para los niños y las comunidades, entre otros el acceso a una alimentación equilibrada, y limita la capacidad de los padres para acudir al trabajo. Asimismo, las medidas de clausura incrementan el riesgo de que las niñas y las mujeres puedan padecer violencia doméstica.
La tarea de evitar que esta crisis del aprendizaje se transforme en una catástrofe generacional debería ser una prioridad para los dirigentes del mundo y para todos los interesados del sector educativo, señala el Informe, al insistir en la función de la educación como motor del progreso económico, el desarrollo sostenible y la paz duradera.
El Informe contiene recomendaciones orientadas a atenuar los efectos de la pandemia en cuatro ámbitos:
1) Eliminar la propagación del virus y formular planes integrales para la reapertura de los centros escolares:
Este punto abarca las medidas sanitarias y de seguridad, la atención a las necesidades de los niños marginados, el planeamiento conjunto y la celebración de consultas con docentes, padres y comunidades. Las Naciones Unidas han publicado orientaciones para ayudar a los gobiernos en esta compleja tarea.
2) Proteger la financiación de la educación y colaborar para atenuar las repercusiones negativas:
A pesar de los recortes del gasto público, las autoridades nacionales deben proteger los presupuestos del sector educativo e incluir a la educación entre las medidas de estímulo que se adopten como respuesta a la COVID-19. La comunidad internacional debe proteger la asistencia oficial al desarrollo destinada a la educación. La condonación, el aplazamiento y la reestructuración de la deuda de los países de ingresos bajos y medios-bajos forman parte de la solución que ayuda a los países a invertir en educación.
3) Incrementar la resiliencia de los sistemas educativos con miras al desarrollo justo y sostenible:
El aumento de la resiliencia exige una atención prioritaria a la equidad y la inclusión, con medidas orientadas a abordar las necesidades de los estudiantes más vulnerables y marginados, y a garantizar que las presiones económicas y las costumbres relativas al género no impidan que las niñas vuelvan a la escuela. La capacidad de gestión de riesgos debe consolidarse en todos los niveles.
4) Replantear la educación y dinamizar el cambio positivo en materia de enseñanza y aprendizaje:
La escala de las innovaciones aplicadas en breve plazo para garantizar la continuidad del aprendizaje demuestra que el cambio puede acontecer con suma rapidez. Esas novedades han creado las condiciones para replantear la educación y construir sistemas más visionarios, integradores, flexibles y resilientes. Las soluciones deben abordar las pérdidas en materia de aprendizaje, evitar el abandono escolar, en particular de los más marginados, y velar por el bienestar social y emocional de alumnos, profesores y demás personal docente. Entre otras prioridades figuran la mejora del apoyo que se presta a la profesión docente, la supresión de las barreras que estorban la conectividad, la inversión en tecnologías digitales y la flexibilización de los itinerarios de aprendizaje.
El Informe de políticas de las Naciones Unidas se presenta en el marco de la campaña #SalvarNuestroFuturo, una iniciativa plural coordinada por diez organizaciones, entre otras la UNESCO, que se ha propuesto sensibilizar acerca de la situación de emergencia que atraviesa la educación en el mundo e instar a que se aumenten las inversiones en el sector, para construir mejores sistemas educativos, más inclusivos y resilientes, de cara al futuro.