El desplazamiento, el daño a la infraestructura y la interrupción de servicios a causa de las tormentas, particularmente en las zonas costeras, podrían hacer que los niños y las familias fueran más vulnerables al coronavirus y a sus impactos, advirtió la agencia de la ONU para la infancia
La pandemia también afecta la preparación para la respuesta de los países de la región a esos desastres.
Más de 70 millones de niños en América Central y el Caribe están afectados directa o indirectamente por la pandemia de la COVID-19, y la fase más activa de la temporada de huracanes amenaza con agravar aún más su situación, aseguró el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF).
UNICEF advirtió en un comunicado que el desplazamiento, el daño a la infraestructura y la interrupción de servicios a causa de las tormentas, particularmente en las zonas costeras, podrían hacer que los niños y las familias fueran más vulnerables a la enfermedad y sus impactos.
A la agencia le preocupa especialmente la posibilidad de que una tormenta poderosa pueda socavar gravemente los esfuerzos en curso para detener la transmisión de la enfermedad.
En tal situación, el virus podría propagarse fácilmente en refugios de emergencia abarrotados o sitios de desplazamiento donde sería difícil asegurar el distanciamiento físico. Asimismo, las medidas de control existentes como el lavado de manos y la gestión eficaz de casos podrían fallar si el agua, el saneamiento y la infraestructura de salud se dañaran o destruyeran.
«En los próximos días y semanas, los niños y las familias estarán en riesgo de ser golpeados simultáneamente por dos desastres, el COVID-19 y los huracanes. Esta es la tormenta perfecta que tememos para el Caribe y América Central. A medida que seguimos tomando precauciones para mantener a las familias a salvo del COVID-19, los esfuerzos de preparación para los huracanes ahora también son vitales para mitigar la propagación del virus entre las comunidades más vulnerables”, afirmó Bernt Aasen, director regional de UNICEF.
Sistemas de salud y respuesta de desastres bajo presión
El organismo afirmó que la pandemia de por sí ya está sometiendo a los sistemas de salud nacionales y locales de la región a una tensión considerable, lo que plantea serias dudas sobre su capacidad de respuesta en el caso de un huracán catastrófico. Además, las restricciones de movimiento y el déficit presupuestario vinculados a la crisis actual obstaculizan los esfuerzos nacionales de preparación para huracanes.
Se espera que la región del Caribe en particular experimente un aumento en la intensidad de las tormentas y, por lo tanto, el desplazamiento de la población en los próximos años. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica ya ha proyectado que hay un 60% de posibilidades de que la temporada de huracanes de 2020 tenga una actividad superior a la normal, con un promedio de 15 tormentas con nombre, incluidos 8 huracanes y 4 huracanes importantes.
A fines de mayo, la tormenta tropical Amanda causó inundaciones y deslizamientos de tierra en partes de El Salvador, Guatemala y Honduras. Al menos 33 personas murieron en la región, incluido un niño, y miles fueron desplazadas. Además, los tres países han confirmado casos de COVID-19.
Sólo en el período entre 2010 y 2019, las tormentas causaron 895.000 nuevos desplazamientos de niños en el Caribe y 297.000 en Centroamérica.
El trabajo de UNICEF
UNICEF está trabajando en toda la región para apoyar los esfuerzos de preparación para huracanes y las respuestas de salud pública al COVID-19 a través de la educación, la divulgación comunitaria y el apoyo técnico a los gobiernos.
La agencia también está alentando a las autoridades locales y nacionales a garantizar que los planes de respuesta a huracanes se adapten para reflejar los riesgos asociados con la pandemia y para expandir el acceso a servicios esenciales que incluyen salud, protección, agua y saneamiento para niños y familias vulnerables.
UNICEF ha posicionado desde ya suministros vitales para entregar a miles de niños en áreas de riesgo de Barbados, Antigua, Trinidad & Tobago y América Central, incluidos más de 18.500 tanques de agua, 7500 mesas de purificación de agua, 130 carpas, cientos de artículos de higiene críticos y kits de educación y recreación.