Un proyecto que combina la regeneración natural y artificial de los manglares con una buena gestión de la tierra, el agua y los recursos vivos dará sus mejores frutos en unos 15 años, pero los residentes de la provincia cubana de Artemisa aseguran que ha disminuido ya el impacto del viento y las inundaciones en la zona
“Aquí puedes respirar un mundo saludable”, dice María Teresa, habitante de la provincia Mayabeque, en Cuba, quien administra el área protegida del Golfo de Batabanó.
Los manglares están presentes en el 70% de las costas cubanas y su pérdida aumenta la vulnerabilidad de las comunidades que habitan en el litoral.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) trabaja con las autoridades de agricultura y medio ambiente del país en un proyecto intensivo de rehabilitación de los manglares.
Detalles de la restauración de esos ecosistemas y el involucramiento de las comunidades costeras en el esfuerzo
“Nuestra comunidad necesitaba este proyecto, y llegó en el momento indicado”.
Restaurar los hábitats naturales y proteger a las comunidades costeras en Cuba
Nosotros mismos estábamos destruyendo este mundo, pero ahora tenemos un proyecto de educación ambiental, trabajamos con todas las escuelas y estamos vinculados a la población. Aquí puedes respirar un mundo saludable”. — María Teresa, 54 años, provincia Mayabeque.
La naturaleza, ahora más que nunca, necesita que prestemos atención a sus señales de advertencia y que la cuidemos, para que pueda cuidarnos a nosotros. María Teresa, de 54 años, es la administradora del área protegida del Golfo de Batabanó, en Mayabeque, Cuba. Ella sabe que, en Cuba, la pérdida y el daño a los manglares protectores hacen que las comunidades costeras como la de ella sean vulnerables. Los manglares ocupan el 5,1% de la superficie terrestre de Cuba y se encuentran en el 70% de sus costas. “Reconocen que el valor del manglar reside no solo en los beneficios que obtienen de él, sino que también representa un punto de referencia alrededor del cual han desarrollado sus vidas, su sentido de pertenencia y su identidad,” — Juliette Díaz, Coordinadora, Agencia de Medio Ambiente.
Para restaurar los manglares de Cuba, el proyecto “Reducción de la vulnerabilidad a las inundaciones costeras a través de la adaptación basada en los ecosistemas en el sur de las provincias de Artemisa y Mayabeque” se centra específicamente en un tramo de costa de 84 km de largo entre Punta Sucia y Punta Mora.
Financiado por el Fondo de Adaptación e implementado por el PNUD, el proyecto está trabajando junto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba y el Ministerio de Agricultura, para restaurar estos manglares a través de un proyecto intensivo de rehabilitación hidrológica y reforestación.
Estos esfuerzos de restauración incluyen la reforestación integral, mejores esfuerzos de monitoreo y control, y la creación de evaluaciones detalladas de vulnerabilidad para comprender mejor cómo el cambio climático está afectando a las comunidades y sus ecosistemas.
En 2017, el Gobierno de Cuba aprobó el Plan estatal para el enfrentamiento del cambio climático (“Tarea Vida”), lo que reconoció la alta vulnerabilidad del país al cambio climático. El plan establece prioridades estratégicas e identifica los impactos de la intrusión salina, las inundaciones y los eventos climáticos extremos en las zonas costeras del país.
María se compromete a proteger los manglares y a enseñar a la próxima generación acerca de su importancia. “Esta comunidad necesitaba este proyecto, y llegó en el momento adecuado”, dijo. “Los manglares estaban en muy mal estado”.
Mediante una combinación de regeneración natural y regeneración artificial, el proyecto incorpora el manejo integrado de la tierra, el agua y los recursos vivos que promueven la conservación y el uso sostenible de manera equitativa.
Cuatro años después, brotan los manglares, aumentan las poblaciones de vida silvestre, camarones y peces, y las inundaciones están más controladas.
“Significa que el manglar se está recuperando, que la regeneración natural que no estaba ocurriendo antes está ocurriendo”, dijo Vicente Núñez, de 72 años, de la Compañía Forestal en la costa del Cajío, de la provincia de Artemisa.
Los resultados finales del proyecto tomarán tiempo. Los manglares tardan entre 10 y 15 años en madurar, pero los residentes de Artemisa dicen que los impactos del viento y las inundaciones han disminuido.
El proyecto trabaja activamente con las escuelas locales que buscan crear conciencia y promover un fuerte vínculo entre las poblaciones costeras y su entorno.
“Tenemos jóvenes que se están incorporando a esto, están muy comprometidos y siempre quieren aprender más. Los niños aprenden aquí y regresan a sus hogares y transmiten el conocimiento a sus padres”, comentó María.
Un análisis reciente de costo beneficio del proyecto, calculó que los manglares restaurados han ganado USD$107 millones. Esto incluye los beneficios del control de inundaciones, el aumento de las poblaciones de peces, el aumento en los ingresos derivados de la apicultura y la reducción de las pérdidas en la agricultura y la ganadería por la intrusión salina.
Mediante la plantación de manglares y el fomento de su regeneración natural, colocando líneas de estaca para reducir las marejadas, limpiando canales y promoviendo el crecimiento de los bosques costeros a través de la educación y actividades sostenibles, el proyecto está haciendo una diferencia positiva en la reducción de vulnerabilidades y haciendo que las comunidades locales sean más resilientes al cambio climático en las provincias de Artemisa y Mayabeque en el sur de Cuba.
El Gobierno de Cuba está trabajando con el PNUD para expandir el proyecto a lo largo de la costa sur de Cuba a través del Fondo Verde para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés).
Historia: Luis David Almeida Famada, Tomas Escobar Herrera, Montserrat Xilotl, Andrea Egan/Fotos: Proyecto Manglar Vivo, PNUD Cuba