Las pioneras del cine español, aún grandes desconocidas, que vivieron la transición del cine mudo al sonoro y formaron una red en la Edad de Plata (1902-1936) poseían un saber interdisciplinar y abarcaban facetas profesionales como el periodismo, el teatro o el séptimo arte
Cultura Commodore ha celebrado uno de sus “Desayunos” en torno a las pioneras del cine español, aún grandes desconocidas, que vivieron la transición del cine mudo al sonoro y formaron una red en la Edad de Plata (1902-1936) poseían un saber interdisciplinar y abarcaban facetas profesionales como el periodismo, el teatro o el séptimo arte.
La editora de Bala Perdida, Lorena Carbajo; la editora de Renacimiento, Christina Linares, y la doctora en Humanidades e investigadora Alba Gómez García, han intercambiado impresiones sobre la necesidad de recuperar a figuras femeninas esenciales de la gran pantalla y la comunicación audiovisual del primer tercio del siglo XX español, como Rosa Arciniega –Vidas de celuloide–, María Luisa Elío –Tiempo de llorar–, María Casares –Residente privilegiada– y Magda Donato –Reportajes–, dictadas por Renacimiento, o las actrices e intelectuales Josita Hernán, Conchita Montes y Conchita y Juanita Montenegro, cuyas desconocidas biografías está publicando Bala Perdida.
El profesor y periodista David Felipe Arranz presentó el encuentro como un momento extraordinario y un necesario homenaje a mujeres desconocidísimas, injustamente olvidadas, y cuyas trayectorias pueden servir de estímulo para ir conquistando cimas de igualdad y conocimiento aún lejanas en nuestro cine.
Christina Linares intervino trazando los perfiles de la limeña Rosa Arciniega (1909-1999), que además de pensadora y escritora era una aventurera de altos vuelos que llegó a pilotar aviones y escribió Vidas de celuloide. La novela de Hollywood (1934), en edición ahora de Inmaculada Lergo y Roberta Previtera; Magda Donato (1898-1966), seudónimo de Carmen Eva Nelken, la hermana de Margarita Nelken, feminista y cronista española que se anticipó al periodismo “gonzo” de Hunter S. Thompson y fue autora de unos memorables Reportajes que ha recatado recientemente la profesora Margherita Bernard; y María Luisa Elío (1926-2009), autora del guion de la excepcional En el balcón vacío (1961), dirigida por Jomí García Ascot, su marido, y cuyo texto junto a otros podemos disfrutar en Tiempo de llorar, que ha reunido Soledad Fox Maura.
Lorena Carbajo explicó después la labora que está haciendo en Bala Perdida al reconstruir las poco conocidas biografías de la actriz y escritora Conchita Montes (1914-1994), que rompió todas las reglas de aquella España y “a la que la guerra le partió la vida y llegó a recluirse en un convento, eso sí, junto a su perrito Tirso”, ha explicado la editora: en Conchita Montes, una mujer ante el espejo, de Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo, se da cuenta de su amistad con Charles Chaplin y de su faceta de escritora, como el caso de El Damero Maldito (1944), colección de pasatiempos y crucigramas provenientes de La Codorniz, los más “endiablados” de la posguerra, que llegó a prologar Gregorio Marañón y que contenía “entreactos” de Eugenio d’Ors, José María de Cossío, Adriano del Valle, Antonio Marichalar, Emilio García Gómez y le cineasta Edgar Neville, que fue su pareja.
Para Carbajo estas mujeres vivieron la transición del cine mudo al sonoro y conocer sus vidas es hacer un repaso al cine del siglo XX: “eran todas coetáneas y recuperarlas es recuperar la historia del siglo XX, porque en la Edad de Plata había una enorme efervescencia cultural. De hecho, Conchita Montes era, además de intérprete, traductora, crítica y adaptadora de piezas a las tablas, una mujer muy completa y libre que no quiso reducirse a los esquemas sociales de su época”. También destacó a las hermanas Montenegro, Conchita (1911-2007) y Juanita, a las que han biografiado también Aguilar y Cabrerizo en Las Montenegro: Conchita, que llegó a ser una gran estrella de Hollywood donde trabajó al lado de con Buster Keaton, Leslie Howard o Charles Boyer; Juanita, miliciana y “proletaria” de los escenarios, que trabajó en casinos brasileños y teatros judíos de la Europa central, antes de la llegada del III Reich; y Justa, pionera del doblaje en la España de la II República. “Empezaron como teloneras de grandes estrellas –explica Carbajo– y siendo adolescentes ya viajaban fuera de nuestras fronteras.
Por último, la investigadora Alba Gómez García, que ha abordado en el volumen Vivir del teatro: los exilios de Josita Hernán, ha dado a conocer la irreductible personalidad de la mahonesa Josefina Hernández Meléndez, alias “Josita Hernán” (1914-1999), que interpretaba papeles de mujeres ingenuas y que se enfrentó, como muchas otras mujeres artistas de su tiempo, a constantes dilemas entre su carrera profesional y sus principios éticos: “fue amiga de Magda Donato y, como personaje incómodo e inclasificable, no se exilió, pero si compartió características de los exiliados viviendo en España”. Gómez ha destacado que la labor que hacían ellas por entonces eran verdaderos prodigios para las mujeres contemporáneas: en el caso de Hernán, llega a montar su propia compañía de teatro para poner en escena los proyectos que no podía llevar a la gran pantalla, donde se hizo popular gracias a su rol, junto a Rafael Durán, en La tonta del bote (1939), de Gonzalo Delgrás, comedia romántica que adaptó el texto de Pilar Millán Astray y cuya protagonista simple e ingenua no era precisamente el ideal de la inolvidable actriz, según la investigadora. El sistema del cine y del espectáculo era en aquellos años extraordinariamente rígido y ella trataba de ofrecer otros modelos de mujer completamente distintos: artistas, intelectuales, etc. Llega incluso a escribir cuentos y explora el género de la entrevista.
Las tres coincidieron en que este grupo de mujeres “de cine” comparten la experiencia de haber vivido unos años de vanguardia y cambio, previos a la guerra civil. Carbajo destacó, en las conclusiones, que aquellas mujeres, pese a sus ideas, tenían que sobrevivir y que habían de adaptarse sin renunciar a sus principios: “les pilla la guerra y qué van a hacer, sino sobrevivir”. En el caso de Josita Hernán y de alguna otra intelectual llegaron a hablar de exilio interior.
Cultura Commodore
Cultura Commodore, a través de su programa de actividades, renueva así de la mano del Grupo Casa Remigio un espacio simbólico que ha sido lugar de encuentro y diálogo cultural, escenario obligado durante décadas en la historia reciente de España. Además, con carácter anual, se volverán a celebrar los Premios Commodore, que establecen siete categorías: Narrativa, Poesía, Teatro, Cine, Periodismo, Música y Talento joven, y que se fallarán en junio de 2022.