Octavio Paz escribia que para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja. Es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente
La tradición mexicana del Día de Muertos es un claro ejemplo de sincretismo cultural. La celebración cristiana de Todos los Santos y Fieles Difuntos se mezcla con la conmemoración del Día de muertos que los indígenas festejan desde los tiempos prehispánicos, en la que la concepción de la muerte no se asocia con términos de premio (paraíso) o castigo (infierno)
Los pobladores originarios conciben la muerte como un proceso más en un ciclo constante de vida y no como algo trágico. Tras la llegada de los españoles, los antiguos mexicanos (mexicas, mixtecos, texcocanos, tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios de México) trasladan la veneración de sus muertos al calendario cristiano.
La conmemoración de los Fieles Difuntos en la tradición occidental constituye un acto de luto y oración para que descansen en paz los muertos. Al fundirse en México esta fecha con la tradición indígena se ha convertido en una festividad, en un carnaval de olores, gustos y colores en el que los vivos y los muertos conviven y se reencuentran en una celebración llena de respeto, pero también de alegría y bullicio.
Con la incorporación de la visión católica a las diversas creencias indígenas se produjo la fusión de dos mundos y dos conceptos profundamente distintos, que dio como resultado la manera de festejar en México el Día de Muertos y que constituye, sobre todo una celebración de la memoria. Los rituales reafirman el tiempo sagrado el tiempo religioso y este tiempo es un tiempo primordial, es un tiempo de memoria colectiva. El ritual de las ánimas es un acto que privilegia el recuerdo sobre el olvido.
El altar de muertos que se puede visitar este año en el Instituto Cervantes está dedicado a Miguel de Cervantes Saavedra, por cumplirse cuatrocientos años de la publicación de la segunda parte de El Quijote y por ser víspera también de su conmemoración luctuosa. El diseño del altar es obra del reconocido acuarelista y artista plástico mexicano Rafael Alfaro, licenciado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), institución en la que ha desarrollado proyectos académicos y culturales de gran trascendencia. Bajo su dirección, el altar que el público puede visitar fue también montado por Fernando Trigo y un entusiasta grupo conformado por alumnos y colaboradores de la Escuela Moderna Americana (México).
A la presentación del acto en el Instituto Cervantes, acudió también, la Embajadora de México en España, Roberta Lajous; y la directora del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España, Alicia Mayer.
En 2003, el Día de Muertos fue declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
ALTAR DEL DÍA DE MUERTOS
Parte esencial de esta tradición es levantar, en honor de los seres queridos que nos han dejado, las ofrendas o altares, conformados por diversos elementos simbólicos. Ofrendar en el día de muertos es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios, el agua y el vino. Algunos de estos elementos esenciales e imprescindibles en los altares para recibir a las ánimas son los siguientes:
AGUA
Se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido.
SAL
El elemento de purificación.
VELAS Y VELADORAS
Una guía para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.
CIGARROS
El fumar era considerado un acto ritual y placentero para el difunto.
COPAL O INCIENSO
Resinas cuyo olor sublima la oración o alabanza.
FLORES
Adornan y aromatizan durante la estancia del ánima, para que se marche contenta. No puede faltar la conocida como “nube”, pues su color significa pureza y ternura, y acompaña a las ánimas de los niños. La flor amarilla cempasúchil (Zem-poalxóchitl) significa en náhuatl “veinte flor”, efeméride de la muerte.
IZCUINTLE
El perrito izcuintle, es el que ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán.
PAN
El ofrecimiento fraternal es el pan.
COMIDA
Moles, frijoles, tortillas, guajolotes, tamales, exquisitos panes de huevo, vainilla, nuez y muchas cosas más se ofrendan con profunda sinceridad. Además se preparan los platillos que más agradarán al difunto y se disponen en su lugar para complacerle.
CHOCOLATE DE AGUA
La tradición pre-hispánica dice que los invitados tomaban chocolate preparado con agua.
FRUTAS
Piñas, plátanos, mangos, zarzamoras, capulines, entre otras, expresan que estamos sujetos a un constante devenir entre ciclos de nacimiento, vida, muerte y renacimiento. De la tierra fuimos formados y a ella somos reintegrados.
CALAVERAS DE AZÚCAR
Son alusión a la muerte siempre presente.
LICOR
Es para que recuerden los grandes acontecimientos agradables durante su vida y se decida a visitarnos.
CRUZ
Sirve para que al llegar el ánima hasta el altar pueda expiar sus culpas pendientes.
PAPEL PICADO
Elemento decorativo y colorido que exalta la alegría de la fiesta de muertos al reencontrarnos con nuestros difuntos.
FOTO
Los rostros hacen presentes con mayor intensidad a los difuntos en su celebración. Es una manera de exaltar los recuerdos para dar solemnidad y respeto a las ánimas.
Hasta el 2 de noviembre en el Instituto Cervantes de Madrid
Martes a viernes de 16 a 21 h. Sábados de 11 a 21 h. Domingo 11 a 16 h.
Entrada libre