Ese día, más de cien mil personas se congregaron en la plaza del Trocadero, en París, donde en 1948 se había firmado la Declaración Universal de Derechos Humanos, para rendir homenaje a las víctimas de la pobreza extrema, la violencia y el hambre
La conmemoración se remonta al 17 de octubre de 1987.
Los allí reunidos proclamaron que la pobreza es una violación de los derechos humanos y afirmaron la necesidad de aunar esfuerzos para garantizar su respeto. Desde entonces, personas de toda condición, creencia y origen social se reúnen cada año ante estas placas para renovar su compromiso y mostrar su solidaridad con los pobres.
En su resolución 47/196, la Asamblea General invitó a todos los Estados a que dediquen el Día a presentar y promover, según proceda en el contexto nacional, actividades concretas de erradicación de la pobreza y la indigencia.
Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, comentó: «Como dijo en 2002 el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, «la pobreza es una negación de los derechos humanos» de cada persona. De hecho, la pobreza es doblemente indignante. No solo conduce a la privación, el hambre y el sufrimiento diarios, sino que además impide el disfrute de los derechos y libertades fundamentales de que todo ser humano debería poder gozar sin obstáculos. «
Acabar con el maltrato social e institucional
La pobreza tiene múltiples vertientes, algunas visibles y otras invisibles, pero todas interrelacionadas. El tema de este año destaca una de las vertientes más difíciles de ver de la pobreza: el maltrato social e institucional que sufren las personas que viven en la pobreza.
Además, se estudiarán formas de actuar conjuntamente para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 16, que promueve sociedades justas, pacíficas e inclusivas.
Las personas que viven en la pobreza son blanco de actitudes hostiles. Se les estigmatiza, discrimina, juzga, por ejemplo, por su aspecto, acento, su discurso —o la falta del mismo—, se les culpa de su situación y se les falta al respeto.
El maltrato social da lugar al maltrato institucional, con una combinación de conductas nefastas, como la desconfianza y la falta de respeto, y el control de políticas y prácticas discriminatorias, que niegan a las personas sus derechos humanos fundamentales, por ejemplo, el acceso a la atención sanitaria, la educación, la vivienda y el derecho a la identidad jurídica.
El maltrato social e institucional se retroalimentan y se conforman como una violencia de doble filo, que ahonda en la injusticia. Esto se agudiza aún más para las personas que se enfrentan ya a otras formas de prejuicio, por temas de género, orientación sexual, raza o etnia.
Es fundamental comprender la pobreza y cómo las diferentes formas de violencia y dominación interactúan entre sí y afectan a las personas que viven en la pobreza.
Experimentar a diario la injusticia y la deshumanización mina la autoestima, destruye la autonomía personal, priva a las personas de su dignidad y de la posibilidad de salir de la pobreza. El maltrato social e institucional supone una pérdida catastrófica de potencial humano para la sociedad.
¿Sabías que…?
La pobreza extrema, entendida como el hecho de sobrevivir con menos de 2,15 dólares diarios, ha experimentado un notable descenso en las últimas décadas.
Se estima que el 7% de la población mundial —unos 575 millones de personas— podría verse aún atrapada en la pobreza extrema en 2030.
Acerca de la UNESCO
La UNESCO, con sus 194 Estados Miembros, contribuye a la paz y la seguridad al liderar la cooperación multilateral en educación, ciencia, cultura, comunicación e información. Con sede en París, la UNESCO tiene oficinas en 54 países y emplea a más de 2300 personas. Supervisa más de 2000 sitios del Patrimonio Mundial, Reservas de la Biosfera y Geoparques Mundiales; redes de Ciudades Creativas, Educativas, Inclusivas y Sostenibles; y más de 13 000 escuelas asociadas, cátedras universitarias e instituciones de formación e investigación. La Directora General es Audrey Azoulay.
«Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz» – Constitución de la UNESCO, 1945.