La dieta mediterránea –cuyo nombre viene de la palabra griega diaita, que quiere decir modo de vida– no comprende solamente la alimentación, ya que es un elemento cultural que propicia la interacción social, teniendo en cuenta que los alimentos diarios son un punto de encuentro y costumbres sociales además de la celebración de acontecimientos festivos.
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Nace de la confluencia geográfica, antropológica y cultural de tres continentes: África, Asia y Europa. Se trata de un patrimonio cultural inmenso acumulado durante milenios y transmitido ininterrumpidamente de generación en generación. No importa la época, alrededor de una mesa surgen todo tipo de acontecimientos, se consiguen grandes negocios, se declaran amores eternos y a más de uno, entre unas cosas y otras, se le corta la digestión.
La Dieta Mediterránea es el modo de entender, preparar y compartir los alimentos de los pueblos que formaron durante milenios la civilización occidental. Todo ello forma un patrimonio cultural de enorme importancia para toda la humanidad, tanto por el valor histórico como por los beneficios nutricionales que ofrece.
España lideró el proyecto multinacional junto con Italia, Grecia y Marruecos para la inscripción de la Dieta Mediterránea en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
Fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en la sesión que tuvo lugar en Nairobi (Kenia), en noviembre de 2010. Esta inscripción permite su protección, conservación y transmisión, además de favorecer el mantenimiento de un patrón alimentario saludable. La Dieta Mediterránea es una filosofía que esconde también un estilo de vida activa y costumbres relacionadas con el clima.
El Mediterráneo relaciona a la perfección paisaje, agricultura y cultura. “Los accidentes geográficos, el clima y los acontecimientos históricos han propiciado que en la cuenca mediterránea se produjera una selección de alimentos y una manera de cocinar”. La gastronomía de la Dieta Mediterránea está basada en la sobriedad, el ingenio, el ritmo de las estaciones y el equilibrio. Utiliza alimentos de temporada y logra con pocos y sencillos ingredientes, platos nutritivos, sabrosos y apetecibles. De manera ingeniosa, aprovecha los alimentos para elaborar recetas imaginativas y variadas. La Dieta Mediterránea ha sido reconocida científicamente por la Organización Mundial de la Salud como una de las más saludables de todas las existentes a nivel mundial. Contribuye al bienestar físico y emocional de las personas y basa su carácter excepcional en la sencillez, en la normalidad, en el ingenio, en la imaginación y en la sociabilidad.
La Dieta Mediterránea es un patrimonio cultural creciente por los beneficios que obtenemos cuando hacemos una dieta saludable. Cada día son más las personas que se suman y consumen los productos que componen dicha dieta. Es un legado cultural, que a partir de la naturalidad y la diversidad da lugar a una combinación equilibrada y completa de los alimentos, basada en productos frescos, autóctonos y de temporada. Cada país aporta distintos productos, y una vez cosechados y elaborados, se consiguen unos platos exquisitos, saludables y compensados.
Siglos de historia han hecho que se produzca una selección natural de los cultivos que mejor han sobrevivido al transcurso histórico y que son los que conforman la afamada trilogía mediterránea: trigo, olivo y vid. Estos alimentos básicos han compartido con otros el protagonismo genuino y diferenciador de todas las culturas mediterráneas.
El aceite de oliva es el rey de la dieta mediterránea, el consumidor está cada vez más interesado por su salud y la nutrición y bienestar se muestran como preocupación por una alimentación más correcta, más saludable, variada y equilibrada. La ingesta habitual de aceite de oliva frente a otras grasas, bien sea como ingrediente o como mera materia prima, proporciona una amplia gama de propiedades saludables y nutricionales.
La importancia de la dieta mediterránea en la salud de las personas no se limita al hecho de que sea una dieta equilibrada, variada y con un aporte de macronutrientes adecuado. A los beneficios de su bajo contenido en ácidos grasos saturados y alto contenido en monoinsaturados, procedentes del aceite de oliva, así como en carbohidratos complejos y fibra, hay que añadir los derivados de su riqueza en sustancias antioxidantes de origen natural.
El beneficio de la dieta mediterránea radica tanto en la variedad de los alimentos que se incluyen como en las técnicas culinarias utilizadas para optimizar sus cualidades, empleando el aceite de oliva, el ajo, la cebolla y otras especies propias del Mediterráneo. Existe la hipótesis de que aproximadamente una tercera parte de las enfermedades crónicas podrían estar relacionadas con la alimentación o la forma de alimentarse. Por ello, la alimentación tiene un papel central tanto en la prevención como en el tratamiento de algunos problemas de salud.
Aunque existen unos rasgos alimenticios característicos de todos los países mediterráneos, se puede decir que existen algunas diferencias importantes entre las regiones del área mediterránea pudiendo afirmar que la dieta varía según la zona de que se trate. Por ejemplo, la población de España se caracteriza por el alto consumo de pescado y verduras, debido a su cercanía al mar y a su rica huerta. Italia destaca por el alto consumo de pastas –son los soberanos de la pasta en todas sus variantes- y, por el contrario, los países mediterráneos del área africana o asiática se caracterizan por el bajo consumo de vino comparado con otros países.
Desde mediados del siglo XX, la dieta mediterránea ha sufrido importantes cambios. Las modificaciones observadas probablemente estén relacionadas con las diferencias naturales, económicas, culturales y religiosas propias de cada país.
Sin embargo existe una amenaza en el horizonte: la Dieta Mediterránea se está abandonando debido a las nuevas formas de vida que se están produciendo por el cambio de costumbres, y corre el riesgo de que se pierda si no tomamos medidas para protegerla. La influencia de la globalización y los cambios socioculturales han traído consigo nuevas costumbres y hábitos alimentarios menos saludables, ajenos a nuestra cultura. El progresivo abandono de la Dieta Mediterránea está teniendo ya consecuencias en nuestra salud, cada vez contamos con una población más obesa con los riesgos que ello implica, y la desaparición de la dieta mediterránea conllevaría un menor consumo de los productos cultivados lo que puede originar una disminución de la producción, abandono de territorios rurales y degradación del paisaje.
Tenemos la obligación de proteger la dieta mediterránea entre todos porque es parte de la herencia cultural recibida de nuestros antepasados que tenemos en común con los demás pueblos del entorno, una forma de vivir y relacionarnos, de cocinar y comer compartiendo, unos cultivos sostenibles y respetuosos con el medioambiente, un estilo de vida, en suma, cuyo carácter excepcional y su beneficiosa influencia para nuestra salud han sido puestos de manifiesto por la ciencia moderna.
Por este motivo, desde Patrimonio Actual.com, queremos ayudar a realizar todas las acciones que promuevan a la sensibilización y conocimiento hacia este Patrimonio Cultural Inmaterial y el mayor reconocimiento del mismo, con el objetivo de salvaguardar el conjunto milenario que representa la Dieta Mediterránea.
Hoy en día, la Dieta Mediterránea es el concepto dietético y nutricional más difundido tanto entre la comunidad científica como entre los consumidores del mundo desarrollado. Ello es debido a que los resultados de numerosos estudios básicos, clínicos y epidemiológicos han llevado a considerarla como un factor protector en el desarrollo de múltiples procesos como las enfermedades cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, ciertas enfermedades neurodegenerativas e incluso el propio envejecimiento.
Gracias a la concienciación de todos, podemos conseguir el respeto hacia la tierra y la biodiversidad y garantizarnos la conservación y el desarrollo de actividades tradicionales y artesanales ligadas a la agricultura y la pesca en muchos países de la zona del Mediterráneo. Las mujeres han desempeñado un papel fundamental a la hora de elaborar la dieta mediterránea, y de transmitirla a las generaciones posteriores.
¿Qué beneficios concretos nos aporta la dieta mediterránea?
Hay una fuerte evidencia de que la fibra de cereales, leguminosas, verduras, frutas tiene un efecto beneficioso previniendo el estreñimiento, la enfermedad diverticular, ayudando a regular favorablemente el perfil lipídico de la sangre y mejorando el control de la glucemia.
La ingesta diaria de frutas y verduras se ha relacionado con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular, algunos tipos de cáncer, y otras muchas enfermedades.
El consumo habitual de fruta y ensaladas aliñadas con aceite de oliva, presenta la ventaja de disponibilidad de algunos nutrientes sin pérdidas por procesos culinarios (especialmente ácido fólico y vitamina C).
El hábito de consumir la fruta como postre no deja opción al consumo de otras alternativas quizás menos saludables como los dulces y la repostería.
El consumo frecuente de frutos secos característico de muchas zonas del Mediterráneo, puede tener una acción protectora frente a la enfermedad coronaria debido a que reduce el colesterol.
El consumo de leguminosas puede tener efectos muy favorables sobre la glucemia. Esto, junto con su contenido en proteína, fibra, su alta densidad de nutrientes, su bajo contenido en grasa y la versatilidad de sus preparaciones contribuye a equilibrar el perfil calórico de la dieta.
El cuanto al aceite de oliva. El alto consumo de ácidos grasos monoinsaturados, aportados por el aceite de oliva, tiene un efecto beneficioso reduciendo los niveles de colesterol LDL y aumentando el HDL. También disminuyen el riesgo de trombosis, la agregabilidad plaquetaria y la presión arterial. Contiene también diferentes compuestos fenólicos con una potente acción antioxidante. Otros aceites vegetales pueden presentar como ventaja frente al aceite de oliva mayores cantidades de vitamina E.
El uso del aceite de oliva como principal grasa culinaria, hace que el consumo de mantequilla y margarina sea bajo y, por tanto, también el de ácidos grasos saturados.
El pescado es el principal suministrador de ácidos grasos poliinsaturados, omega 3 y previene de las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial y la diabetes tipo 2.
El aumento observado en el consumo de lácteos tiene una repercusión muy positiva en la mayor cantidad y disponibilidad del calcio de dieta.
2 Comentarios
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