El Comité del Patrimonio Mundial, reunido en Bakú hasta el 10 de julio, inscribió el 7 de julio en su sesión vespertina dos sitios culturales, de Estados Unidos e Italia en la Lista del Patrimonio Mundial. Con estas inscripciones, el Comité concluyó su examen de candidaturas de este año
Los nuevos sitios inscritos son (por orden de inscripción):
Colinas de vides del ‘prosecco’ de Conegliano y Valdobbiadene (Italia)
Situado al nordeste de Italia, este sitio abarca una parte del paisaje formado por terrenos de viñedos en los que se produce el vino “prosecco”. Ese paisaje vitícola se caracteriza por la presencia de bosques, de colinas de vertientes abruptas, de tierras de labranza y de aldeas, así como por la de pequeñas parcelas de vides cultivadas en estrechas terrazas con césped llamadas “ciglioni”.
La mano del hombre ha modelado el territorio del sitio, adaptándolo a sus necesidades. Desde el siglo XVII el peculiar sistema de cultivo en terrazas fue creando un paisaje en forma de mosaico, constituido por viñas alineadas paralelamente y situadas en posición vertical con respecto a la pendiente de las colinas. En el siglo XIX, la estética del paisaje cobró aún mayor relieve con la introducción de la técnica de emparrado de las viñas llamada “bellussera”.
Obras arquitectónicas del siglo XX de Frank Lloyd Wright (Estados Unidos de América)
Este bien cultural comprende ocho edificios, construidos en los Estados Unidos, que fueron diseñados por este célebre arquitecto en la primera década del siglo XX. Entre ellos figuran la “Casa de la Cascada” construida en Mill Run (Pensilvania), la casa de Herbert y Katherine Jacobs situada en Madison (Wisconsin) y el Museo Guggenheim de Nueva York. Esos edificios son una muestra de la “arquitectura orgánica” concebida por Wright, que se caracteriza por el plan abierto de las construcciones, la difuminación de los límites entre el interior y el exterior de éstas, y la utilización extremadamente original de materiales como el acero y el hormigón.
Las soluciones arquitectónicas innovadoras de la “arquitectura orgánica” satisficieron plenamente en su día las necesidades funcionales de los edificios interesados, ya se tratara de viviendas, de lugares de trabajo o culto religioso, o de espacios para actividades lúdicas y culturales. Las realizaciones de Wright en esa década influyeron enormemente en la evolución de la arquitectura moderna en Europa.