Símbolo universal de la ciudad de Segovia, y pieza incomparable de la ingeniería romana, el Acueducto nos contempla rotundo desde sus dos mil años de historia; una misma obra que cambia de cara a través de sus múltiples perspectivas
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Sin duda que el Acueducto es algo más que un pasatiempo turístico. Sirve para transportar durante casi 15 kilómetros el agua cristalina del arroyo de la Acebeda, en los altos del puerto de la Fuenfría, hasta la capital. Esta utilidad es previsiblemente la que ha hecho que esta obra sea respetada durante tantos siglos.
Para su construcción se emplearon cerca de 25.000 sillares de granito de distinto tamaño –los mayores rondan las dos toneladas de peso-, provenientes de Guadarrama, y superpuestos sin ningún tipo de ligazón ni argamasa. En ausencia de toda sujeción, aparte del cálculo minucioso de masas y equilibrios es lo que hace de él un monumento tan singular. Se trata de un audaz equilibrio de fuerzas.
EL AZOGUEJO
El Acueducto entra en Segovia junto a una casona de piedra que existe en la carretera de San Ildefonso. Los arcos, sencillos y bajos al comienzo de su recorrido urbano, van poco a poco creciendo para salvar los desniveles y hondonadas del terreno. El tramo más relevante de los 15 kilómetros de extensión que posee el Acueducto es el puente de, 728 metros de longitud y 163 arcos formados por piezas. De estos 44 arcos pertenecen al cuerpo inferior y los 119 restantes al superior.
En la plaza de Díaz Sanz un brusco giro lo dirige hacia la parte más monumental, donde para salvar la profunda vaguada del Azoguejo alcanza una altura máxima de 29 metros, con arcos dobles y airosos. Son los arcos de este tramo de los que dice Ramón Gómez de la Serna que le parecen un vacio “campanario para todas las campanas del mundo”.
Los arcos se extienden hacia las plazuelas del Saúco y Avedaño, llegando originariamente por vía subterránea hasta el castro, hoy Alcázar, según han demostrado testimonios arqueológicos recientes.
En esta zona de Azoguejo, entre los tres arcos centrales había dos hornacinas con dioses paganos que, en tiempo de los Reyes Católicos, fueron sustituidas por las imágenes de la Virgen y de San Sebastián. Hoy día tan solo resta la primera.
Bajo estas hornacinas los restos de una cartela imperial con letras de bronce –desaparecidas durante el siglo XVI- oculta la identidad del genial arquitecto que concibió monumento de tal magnitud. Esta atmósfera de enigma se extiende por el mismo motivo al año de construcción, que se fecha hacia hacía el siglo I o II de nuestra era, en tiempos de Nerva emperador del Imperio romano de 96 hasta su muerte en el año 98, o de Trajano que fue emperador romano hasta su muerte en 117.
LA SUPERVIVENCIA DEL ACUEDUCTO
Este coloso bimilenario, imagen casi ya intemporal de la ciudad, ha sufrido en los últimos años tal deterioro que se ha llegado a temer seriamente por su supervivencia. Lo que el decurso del tiempo no ha conseguido lo ha provocado la polución y el exceso de tráfico que soportaban los alrededores del Acueducto en poco tiempo, provocando una importante merma del espesor de los sillares hasta extremos alarmantes. El granito había perdido en ciertos puntos hasta 10 centímetros de grosor y en algunos de los sillares se advertían huecos de casi 30 centímetros.
Aunque lejos de la gravedad que revierte la situación actual, lo cierto es que el Acueducto ha sufrido otras reparaciones a lo largo de su historia. El moro Al-Mamun de Toledo que fue rey de la Taifa de Toledo entre 1043 y 1075 consiguió romper algún arco en el ataque que lanzó en 1072 contra Segovia.
En tiempos de Alfonso VI, poco después de la conquista cristiana de Segovia, algunos de sus sillares fueron utilizados para reforzar las murallas. Alfonso X el Sabio ordenó su reconstrucción en el siglo XIII, con la finalidad de volver a utilizarlo como conducto de agua.
También los Reyes Católicos a finales del siglo XV y principios del XVI llevaron a cabo diversas obras de reparación y prohibieron el tránsito por su tramo final. Otras intervenciones tuvieron lugar a principios del siglo XVII y a finales del XIX.
Sin embargo el fuerte deterioro sufrido en los últimos años, causados fundamentalmente por la contaminación, ha hecho saltar todas las alarmas que avisan de los peligros que se ciernen sobre el patrimonio de la humanidad a causa de los excesos de la civilización. En este caso la concienciación de las autoridades públicas ha supuesto la puesta en marcha de medidas de emergencia que han conseguido proteger esta maravilla, poniendo a salvo de momento este emblema universal de la capital segoviana. Pero no debemos olvidar que la labor de conservar el patrimonio es obligación y responsabilidad de todos.
EL PUENTE DEL DIABLO
Aunque muchos libros aseguran que el Acueducto es obra de los romanos, no todos los autores se ponen de acuerdo sobre tal autoría. Como siempre ocurre cuando queda algún resquicio para la duda, surge la leyenda. En este caso defienden algunas personas que, una obra de tal envergadura, y en el tiempo en que fue construida, sólo pudo ser obra del diablo. Cuentan entonces que una moza segoviana que servía en una casa de la zona alta de la ciudad, harta de acarrear cántaros de agua de la fuente que se encontraba en la zona baja, llego a ofrecer su alma al diablo con tal de librarse de tal penitencia. De tal modo que el diablo aceptó, y la moza tan sólo le impuso la condición de que tendría que levantar un puente que transportara el agua en una sóla noche.
Cuando sólo faltaba una piedra para terminar, la moza se arrepintió y se encomendó a la Virgen. El gallo cantó antes de tiempo, el demonio se quedó sin el alma de la moza y Segovia se quedo con el Acueducto.
OTROS MONUMENTOS
La ciudad vieja de Segovia y su Acueducto fueron declarados por la UNESCOPatrimonio de la Humanidad en 1985. Pero no sólo el Acueducto es el único monumento de la ciudad. Cuenta con grandes e importantes edificios de carácter civil, religioso y militar; unos más conocidos que otros, pero todos ellos de gran valor y belleza extraordinaria.
Cuando paseamos por la ciudad vieja, podemos visitar el Alcázar de Segovia, otro de los monumentos emblemáticos de la ciudad, que fue una de las residencias favoritas de los Reyes Castilla. Posee una fantástica decoración mudéjar y su construcción se realizó en la transición del románico al gótico. Hoy día alberga el archivo General Militar de Segovia y el museo de Real Colegio de Artillería, gestionado por el Patronato del Alcázar.
También es de gran importancia la muralla, que recorre el casco antiguo, conservando en la actualidad tres puertas principales. San Cebrián, muy austera, San Andrés, que da paso a la judería; y Santiago, de aspecto mudéjar.
En arquitectura religiosa destacaremos la catedral de Santa María que es la última catedral gótica que se construyó en España. Es conocida popularmente como “La Dama de las Catedrales” de España. En sus obras trabajaron los hermanos Juan y Rodrigo Ruiz de Hontañón. Consta de 18 capillas y dispone de tres puertas de acceso: la del Perdón, la de San Frutos y la de San Geroteo primer obispo de la diócesis.
Podemos disfrutar también de El Monasterio de San Antonio el Real, con unos techos artesonados únicos de estilo mudéjar.
No nos podemos perder tampoco, el importante conjunto de iglesias románicas tanto de piedra como de ladrillo, destacando entre otras: San Esteban, San Millán, San Martín, San Clemente, la Vera Cruz, etc.
En cuanto a la arquitectura civil, Segovia cuenta con abundantes palacios medievales con fachadas, patios columnas y portadas, haciendo mención especial a diversas portadas de la calle Daoiz, en la calle San Francisco la Casa del Sello, la Casa Museo del Torreón de Lozoya en la Plaza de San Martín. La Casa de la Moneda, es el edificio industrial más antiguo de Europa.
La ciudad cuenta a su vez, con innumerables parques y jardines de gran belleza, con una rica variedad de plantas, árboles y fuentes.