La Agencia de la ONU que vela por los refugiados asegura que, sin compromisos concretos de cooperación regional, más personas morirán en alta mar
El fuerte aumento del número de refugiados rohingya que arriesgaron sus vidas para cruzar el mar de Andamán y el golfo de Bengala el año pasado es un reflejo de su creciente desesperación, declaró el martes la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
En 2022, más de 3500 rohinyas intentaron travesías mortales en 39 embarcaciones, principalmente desde Myanmar y Bangladesh, declaró a los periodistas en Ginebra Shabia Mantoo, portavoz de ACNUR.
«Esto representa un aumento del 360% respecto al año anterior, cuando unas 700 personas hicieron estos viajes», destacó.
La última advertencia de la agencia de la ONU sobre la situación se produce en medio de la actual represión militar en Myanmar por parte de los generales que tomaron el poder hace dos años, y la ausencia continuada de una respuesta regional integral entre las naciones costeras del sur de Asia para proteger la vida de los refugiados en el mar y evitar su explotación por parte de los traficantes de personas.
Barcos a la deriva durante semanas
«Los llamamientos del ACNUR a las autoridades marítimas de la región para que rescaten y desembarquen a las personas en peligro han sido ignorados o desoídos, y muchas embarcaciones llevan semanas a la deriva», afirmó Mantoo, quien añadió que, sin compromisos concretos de cooperación regional, más personas morirán en alta mar.
Los últimos datos de ACNUR sobre el número de muertes derivadas de estos peligrosos viajes indican que al menos 348 personas murieron o desaparecieron en el mar en 2022, lo que lo convierte en uno de los años más mortíferos desde 2014.
La agencia señaló que 3040 personas que hicieron el viaje por mar desembarcaron en 2022, principalmente en Myanmar, Malasia, Indonesia y Bangladesh. Casi el 45% eran mujeres y niños.
Atraídos por falsas promesas y esperanzas
En los dos últimos meses de 2022, cuatro embarcaciones con más de 450 rohinyas desembarcaron en Aceh (Indonesia). Un barco con más de 100 refugiados desembarcó en Sri Lanka. Se teme que otra embarcación se hundiera a principios de diciembre con aproximadamente 180 personas a bordo, informó ACNUR, mientras que varias embarcaciones que partieron en diciembre «permanecían en el mar a finales de año».
Mantoo destacó la vulnerabilidad de las personas de etnia rohinya que han emprendido el viaje por mar, y de las 700.000 que huyeron en masa de la persecución militar desde Myanmar a Bangladesh en 2017. «Estamos escuchando informes (…) sobre esta creciente sensación de desesperación y esta ansiedad sobre el futuro y realmente su esperanza de seguridad y protección. Algunos de ellos están queriendo reunirse con miembros de la familia, otros, sus vulnerabilidades están siendo explotadas por los traficantes o contrabandistas que atraen con falsas promesas y esperanzas.»
Llamamiento a una respuesta regional
En un llamamiento a la solidaridad entre las naciones afectadas por la difícil situación de los rohinyas, el funcionario del ACNUR señaló que está previsto que los ministros regionales se reúnan el próximo mes en el marco del Proceso de Bali, para debatir cómo combatir el tráfico de personas, la trata de seres humanos y la delincuencia transnacional relacionada.
«Los movimientos de los que hablamos hoy son de refugiados rohinyas, refugiados que necesitan protección internacional», insistió Mantoo.
«No deben ser deportados, se les debe proporcionar protección y asistencia, por lo que estamos instando a los Estados a que se aseguren de que cumplen con sus obligaciones legales internacionales a la hora de desembarcarlos, rescatarlos en el mar, desembarcarlos y luego asegurarse de que están protegidos y de que no son devueltos a situaciones en las que sus vidas puedan correr peligro», explicó.
Reiterando su llamamiento para que más países compartan la «responsabilidad humanitaria» de la emergencia de una manera más predecible, equitativa y sostenible, Mantoo señaló que la mayoría de los refugiados siguen siendo acogidos por Bangladesh.
«El pueblo de Bangladesh, las comunidades locales y el Gobierno han sido generosos al acogerlos y darles protección y asistencia, pero necesitan más apoyo para garantizar que puedan recibir ayuda durante su desplazamiento», afirmó.