El retablo ‘La Resurrección del Santo Sepulcro’ de Jaime Serra vuelve a mostrar su belleza original en el Museo de Zaragoza tras finalizar los trabajos de restauración. En este proyecto han participado el equipo de restauración y conservación del Museo de Zaragoza, con las restauradoras Carmela Gallego y Elena Naval, y la escuela taller de restauración de Aragón III del Gobierno de Aragón.
Desde octubre, la obra que data del siglo XIV, va a formar parte de una exposición didáctica que dará a conocer al público las diferentes fases que se han llevado a cabo para su recuperación. La exposición ha sido inaugurada por el director general de Patrimonio Cultural, Javier Callizo, y el director del Museo de Zaragoza, Miguel Beltrán.
Se trata de un retablo, del artista Jaime Serra, pintado entre 1381-1382 y ejecutado al temple sobre tabla. Pertenece al estilo italogótico de influencia italiana inspirado en los modelos creados por los pintores sieneses Simona Martino, Lipoo Memmi, Ambrosio y Pietro Lorenzetti, entre otros. La obra se hizo por mandato de fray Martín de Alpartil, canónigo de la orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, comendador de Nuévalos y Torralba y tesorero del arzobispo de Zaragoza don Lópe Fernández de Luna (1352-1382).
La obra forma parte de los fondos del Museo de Zaragoza desde 1921. Cuando el museo lo adquirió, el retablo se encontraba incompleto ya que faltaban las tablas que configuraban el banco, una tabla de la calle lateral izquierda del cuerpo del retablo, muy posiblemente la de la Epifanía, y las polseras o guardapolvos. El retablo tuvo tres calles, de tres pisos cada una, dedicadas a plasmar pasajes de la Vida de la Virgen María como colaboradora en la obra de la Redención, sobre un banco que pudo haber tenido como iconografía las escenas más sobresalientes de la Pasión de Cristo.
Actualmente, la obra está formado por ocho tablas: ‘Anunciación’, ‘Nacimiento’, ‘Calvario’, ‘Juicio Final’, ‘Resurrección’, ‘Coronación de María’, ‘Dormición de la Virgen’ y ‘Descenso a los infiernos’. El estilo de Serra se identifica por las figuras menudas, de simetría bilateral, de cierta esquematización en los rasgos fisonómicos, tratados al mismo tiempo con dulzura; ojos rasgados con exagerada distancia entre el lóbulo y la ceja, la nariz regular y la boca pequeña con esquema muy peculiar en la forma de labios y orejas.
Una restauración que ha devuelto el esplendor de la obra
En estos últimos trabajos de recuperación, que comenzaron en octubre de 2010 y han finalizado en septiembre de 2012, se ha devuelto a la obra todo su esplendor. La finalidad de esta intervención ha sido la puesta en valor de todos los elementos originales de las obras junto con la conservación de algunos añadidos posteriores, manteniendo la estabilidad material del conjunto como garantía de su mejor conservación.
De esta forma, se ha reforzado el soporte de madera, y se han eliminado las reintegraciones que se han hecho a lo largo de estos años, que en todos los casos ocultaban la policromía original. Además, se ha optado por dejar las partes de la tracería añadidas de épocas posteriores, ya que componen parte de la historia material del retablo.