El Museo Reina Sofía presenta una selección de obras relevantes de los fondos de su Colección que va a servir para acercar al público a los lenguajes artísticos desarrollados durante las décadas de los años 80 y 90
Esta exposición, comisariada por el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, la jefa de Colecciones, Rosario Peiró y la historiadora del arte Beatriz Herráez, ha sido organizada por el Museo en el marco del proyecto Los usos del arte de la red de museos europeos L’Internationale.
Se han establecido enriquecedores diálogos entre obras que en su mayoría no han sido vistas en las salas del Museo por tratarse de recientes compras o depósitos. Dado que los fondos de arte contemporáneo parten siempre de una posición necesariamente fragmentaria, se explica que sea la primera visión de nuevas presentaciones que se sucederán en el futuro. En concreto, esta aproximación se centra en la búsqueda por parte de los artistas de espacios de resistencia en un mundo globalizado. La modernidad como pasado, la teatralidad como principio y la importancia del documento, marcan esta época. Los años 80 y 90 son muy importantes, tanto para España como para el resto del mundo; todo lo que somos, lo que ocurre ahora, es fruto de ese tiempo.
Mínima resistencia analiza la serie de dualidades que polarizan el periodo abordado; de la crisis económica global al capitalismo financiero, de la potencia de lo colectivo a la recuperación del mito del artista, de las intervenciones que reivindican el espacio público a los discursos que giran en torno a la memoria y el cuerpo, de la teatralidad que enfatiza lo escenográfico y la arquitectura al lenguaje de lo performativo y los modelos relacionales, de la rehabilitación de los géneros tradicionales a la apropiación de imágenes de los medios y la cultura de masas; las tensiones de la época se traducen en una multiplicidad de prácticas y discursos solapados y en una renovación de los códigos y los lenguajes del arte.
A continuación se desciben las líneas más importantes desarrolladas en esta exposición que explora los puntos de contacto, pero también las fricciones y roces, entre el arte producido en España en las dos décadas y su relación con el contexto internacional globalizado.
En estos años se producen transformaciones políticas asociadas a los gobiernos conservadores que en los 80 lideran las figuras de Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en los EE.UU. Con la quiebra del mercado y la recesión surgida en la década de los 70, se suceden distintos planes de reajuste económico con repercusiones globales que apuntan hacia la desarticulación progresiva del estado de bienestar. La caída del muro de Berlín en el año 1989 y la desaparición de la Unión Soviética en 1991, marcarán un punto de inflexión entre las dos décadas, en el que los Estados Unidos pasan a ocupar de nuevo una posición hegemónica, una condición que será confirmada con hechos como el consenso internacional en la invasión de Irak durante la Guerra del Golfo, y que determina un periodo convulso en el que se suceden distintos conflictos como la Guerra en los Balcanes o la caída de longevas dictaduras latinoamericanas.
Los artistas se enfrentan en este nuevo mapa geopolítico a un mundo complejo donde el pensamiento único parece consolidarse con fuerza; es la época en la que Francis Fukuyama publica su célebre tesis sobre “El fin de la Historia”. A esta sensación de estar ante una nueva temporalidad contribuye la aceleración de la circulación de la información, ligada al desarrollo de las nuevas tecnologías y a la aparición de internet en los países occidentales.
Tras el periodo de activismo entusiasta que caracterizó a los 70, “esa primavera que prometía ser interminable”, las políticas neoliberales de principios de los 80 darán paso a un tiempo al que Felix Guattari se ha referido como los “años de invierno”. La perdida de la perspectiva de un cambio social global no impedirá, sin embargo, la aparición de iniciativas de movilización colectiva como las repuestas organizadas en el ámbito artístico frente a la crisis del Sida, la militarización creciente o la discriminación por cuestiones de género.
En España los primeros años 80 se identifican con la transición democrática. Una década que se inicia con acontecimientos como la llegada del Guernica, la apertura de la Feria de Arte Contemporáneo, ARCO, o la creación del Centro de Arte Reina Sofía. Los 90 arrancan con celebraciones como la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Estos son sólo algunos hitos que marcaron el cambio hacia un estado democrático. Asimismo, las aspiraciones de “modernización” del país se reflejan en el desarrollo de lenguajes plásticos cuyos referentes principales se sitúan en las corrientes internacionales –en muchos casos determinadas por el mercado– que dialogan con genealogías propias. También se suceden en estos años propuestas que tendrán en los procesos de institucionalización del arte y la cultura su objeto de estudio principal. Así, se producen distintas experiencias críticas que surgen como respuestas a las celebraciones encadenadas organizadas en torno a 1992.
Una nueva radicalidad es defendida desde la pintura en oposición a la progresiva academización experimentada por ciertas prácticas conceptuales, desplegando para ello un abanico de propuestas desiguales con recorridos dispares. De esta manera surgen grupos que reivindican la capacidad crítica de la nueva figuración, en contraposición a aquellas voces que los tachan de autoritarios; ello da lugar a que se produzca una reflexión profunda en torno a la práctica de la pintura y sus distintas genealogías. La exposición presenta trabajos de un grupo relevante de artistas que abordan la pintura de gran formato: Georg Baselitz, Leon Golub o Sigmar Polke. También se recoge la obra de Miguel Ángel Campano (Madrid, 1948), uno de los autores clave del grupo de renovadores de la pintura española a los que de manera paralela a esta muestra se dedica una exposición colectiva en el Palacio de Velázquez.
Las reflexiones acerca de lo fotográfico tienen un lugar central en la exposición. La evolución de este lenguaje como heredero del estilo y los usos sociales de la fotografía obrera de los años 30, se observa en ensayos de autores como Allan Sekula, presente en la muestra. Candida Höfer y Thomas Struth, nos ofrecen imágenes que tienen sus referentes en la modernidad y en los espacios institucionales, lugares desde los que se establece una “Nueva Objetividad” fotográfica que relaciona arquitectura, conocimiento y poder. Vínculos que también están presentes en las esculturas, instalaciones o proyectos de autores como Reinhard Mucha, Lothar Baumgarten, Jordi Colomer o Isidoro Valcárcel Medina.
La exposición retoma líneas de investigación abiertas en presentaciones previas de los fondos del Museo, como las de la reformulación del rol del autor o la exploración de una nueva institucionalidad, a través de los lugares de resistencia que definen autores como Fischli & Weiss. En clara referencia a la rehabilitación del mito del artista en los 80, esta pareja de creadores reivindica el amateurismo en el arte y la capacidad trasgresora del absurdo y la parodia. Una posición compartida asimismo por nombres como Guy de Cointet o Mike Kelley, que elaboran en sus obras nuevos lenguajes a partir del uso de referentes que se sitúan en los medios de comunicación de masas y la cultura popular, en una subcultura que es reivindicada frente a un arte elevado.
Otros no-modelos de artista y de crítica institucional serán los desarrollados en Les readymades appartiennent à tout le monde, con la desaparición radical del autor, o a través de las propuestas paródicas de colectivos como General Idea. Aquí tiene cabida todo un compendio de publicaciones, vídeos, performances que establecen relaciones con la música –el post-punk–, la televisión y otros medios alternativos de difusión –fanzines, publicaciones periódicas, o canales por cable–.
Por otro lado, la muestra da continuidad a vías de trabajo ya abiertas en la Colección, como los nuevos feminismos que irrumpen con fuerza en los años 90. Si en la década de los 70 las prácticas artísticas feministas centraron sus análisis en cuestiones como las de la visibilidad de las artistas, o la noción de excelencia ligada al género masculino, en los 90 se inaugura un periodo marcado por la problematización de la categoría mujer como construcción sociocultural definida desde los mismos presupuestos patriarcales que el movimiento pretendía combatir. A este hecho contribuye la aparición de textos como El género en disputa: Feminismo y subversión de la identidad (J. Butler, 1989) y de movimientos como el denominado Tercera ola del feminismo que surge en Estados Unidos. Los debates sobre la identidad, la diferencia sexual y las teorías performativas del género van a ocupar el centro de muchas obras en el período.
La aparición del SIDA en los años 80 constituye un hecho doloroso y desconcertante que obliga a toda una generación a “situarse en lo real” de forma violenta. Desde la práctica artística, acciones como “Carrying” (1992), realizada por el artista Pepe Espaliú (Córdoba, 1955-1993), son formuladas como denuncias de la situación de marginación a la que se ven sometidos los afectados por la enfermedad, que acaba con la vida del artista tan sólo un año más tarde. Surgen también en estos años distintos colectivos de lucha por los derechos de gays y lesbianas; proyectos que van a construir un imaginario político militante, que tiene su origen en las propuestas de grupos de activistas internacionales como Act Up en Nueva York y París, y que desarrollan una importante labor de crítica e intentan dar visibilidad a la problemática que afecta a los colectivos, a través de la edición de publicaciones periódicas y de las acciones realizadas en el espacio público. La capacidad trasgresora de la exhibición del cuerpo enfermo, de lo excluido, es también reivindicada por autores como Pedro Lemebel o Diamela Eltit, a través de acciones que violentan los lugares del consenso y la corrección política en el marco de la dictadura chilena.
Entre los artistas y colectivos que forman parte de la exposición se encuentran: Ignasi Aballí, Agustín Parejo School, Pep Agut, Txomin Badiola, Ángel Bados, Georg Baselitz, Lothar Baumgarten, Dara Birnbaum, Cabello/Carceller, Miguel Ángel Campano, Jordi Colomer, Guy de Cointet, René Daniëls, Hanne Darboven, Moyra Davey, Jiri Georg Dokoupil, Marlene Dumas, Diamela Eltit, Erreakzioa-reacción, Pepe Espaliú, Estrujenbank, Marcelo Expósito/Arturo Rodríguez/Gabriel Villota, Harun Farocki, María Luisa Fernández, Fischli & Weiss, Peter Friedl, Pedro G. Romero, Patricia Gadea, Dora García, General Idea, Jack Goldstein, Leon Golub, Dan Graham, Guerrilla Girls, Federico Guzmán, Candida Höfer, Jenny Holzer, Cristina Iglesias, Peio Irazu, Sanja Ivekovic, Joaquim Jordá, Mike Kelley, Martin Kippenberger, Louise Lawler, Pedro Lemebel, Rogelio López Cuenca, LSD, Les readymade appartiennent à tout le monde, LTTR, Mark Lombardi, José Maldonado, Allan McCollum, Miralda, Juan Luis Moraza, Reinhard Mucha, Matt Mullican, Antoni Muntadas, Juan Muñoz, Paz Muro, Itziar Okariz, Ulrike Ottinger, Marc Pataut, Raymond Pettibon, Sigmar Polke, Preiswert, Radical Gai, Martha Rosler, Helke Sander, Allan Sekula, Cindy Sherman, Fernando Sinaga, Jo Spence, Hito Steyerl, Thomas Struth, Rosemarie Tröckel, Juan Ugalde, Juan Uslé, Isidoro Valcárcel Medina, Eulàlia Valldosera, James Welling, Franz West.