La exposición que ha organizado el Museo Reina Sofía toma como punto de partida la noción de “saber realmente útil”, acuñada a principios del siglo XIX por las organizaciones obreras del Reino Unido para oponerse a la educación orientada a la producción, tal y como la concebía la clase dirigente
Entre 1820 y 1840 dichas organizaciones dirigieron su mirada hacia ciertas disciplinas consideradas “no prácticas”, como la política, la economía y la filosofía, como antítesis a los “saberes útiles” pregonados por los patronos, que comenzaron a incrementar la inversión en sus empresas mediante la financiación de la educación de los obreros en conocimientos “pertinentes” como la ingeniería, la física, la química o las matemáticas.
Mediante esta referencia a los inicios de la lucha contra la explotación, Un saber realmente útil aboga por el establecimiento de nuevos modos de aprendizaje y enseñanza recíprocos, así como por repensar las formas de organización política y social, investigando el papel del saber a lo largo de la historia reciente y sobre todo en el presente, el momento de las llamadas sociedades de la Información, un tiempo en el que los discursos fluyen en sentidos opuestos, donde el conocimiento se expande pero, al mismo tiempo, parece limitado por su ubicuidad y por la multitiplicidad de fuentes.
Desde esta perspectiva y presentando diversas situaciones educativas heterodoxas, espontáneas, antijerárquicas, no académicas, pero centradas fundamentalmente en el potencial transformador del arte, la exposición indaga sobre la posibilidad de que el arte sirva para iniciar encuentros y debates entre personas, obras, estructuras, herramientas, objetos, imágenes e ideas.
En la muestra del Museo Reina Sofía se suceden diversos temas recurrentes que giran en torno a la relación entre el artista y el cambio social, la tensión entre la necesidad percibida de implicación activa y “la insistencia en el derecho del arte a ser inútil” como indican las comisarias.
Absteniéndose de designar un método “correcto”, presenta un abanico de estrategias y metodologías a través de las cuales los artistas deconstruyen los saberes aceptados y desafían las opiniones hegemónicas sobre la historia, el arte, el género, la raza y la clase.
Éste es el sentido profundo de la exposición que parte de una reflexión crítica de la pedagogía, de un replanteamiento acerca de nuestros modos de aprendizaje y de un análisis de los recursos y medios dedicados a la educación.
Para ello, se ha reunido el trabajo de más de 30 artistas y colectivos, en múltiples formatos (pintura, fotografía, vídeo, tapiz, documentos, murales, etc.) existiendo 7 instalaciones producidas expresamente para la ocasión por el museo. La muestra cuenta tanto con artistas españoles (Diego del Pozo, Montse Romaní, Virginia Villaplana,-del colectivo Subtramas- o Nuria Güell) como extranjeros. Entre ellos figuran desde artistas de la generación de los años 70-80 como Mladen Stilinovic (Croacia) o Cecilia Vicuña (Chile), a creadores más jóvenes como Brook Andrew (Australia) Catarina Simao
(Portugal) o Trevor Paglen (EEUU) así como figuras históricas pero sólo recientemente recuperadas como Hannah Ryggen. En su indagación, también cuenta con la presencia de artistas y colectivos cercanos al activismo, como Emory Douglas (forjador del potente vocabulario visual de los Black Panthers en los años 60), Victoria Lomasko (Rusia), Mujeres Públicas o Iconoclasistas (Argentina).
Una exposición para participar activamente
Un saber realmente útil cuenta con un amplio programa de actividades a través de las cuales se alentará la comunicación con el público y su participación activa. Estas iniciativas nacen de la intención de desarrollar los discursos que propone la exposición y también la de añadir nuevas líneas de pensamiento acerca de los saberes críticos. Dentro de estas actividades, el colectivo español Subtramas ha ideado un programa de mediación y una serie de acciones concretadas en lecturas, debates, etc. con las que se buscará el diálogo sobre temas transversales de la exposición: feminismo, inmigración, sida, economía, seguridad en internet, educación, arte y propaganda, entre otros.
El programa de mediación se basa en cuatro propuestas de recorrido que invitan al descubrimiento de la muestra de manera individual (a través de folletos editados) o de forma colectiva con el apoyo de un mediador cultural –esta exposición contará con un número de mediadores superior a lo habitual-. Colectivos como Contrabandos, Cine sin Autor, somatecxs, Me acuerdo… o Mujeres Públicas serán los encargados de dar forma a estas iniciativas que intervendrán, reivindicarán y conversarán sobre el uso del arte como práctica crítica que ha de inducir a la reflexión para producir conocimiento “realmente útil”.