Para esta ocasión única se han reunido más de 200 obras procedentes de importantes instituciones, colecciones privadas y de los tres depositarios principales de la obra de Salvador Dalí: Fundació Gala-Salvador Dalí (Figueres), Salvador Dalí Museum de St. Petersburg (Florida) y Museo Reina Sofía (Madrid), que de esta forma aúnan esfuerzos para ofrecer al público lo mejor de sus fondos
La presentación ha corrido a cargo de la comisaria, Montse Aguer; el comisario general de la exposición, Jean-Hubert Martin; el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel; el presidente de la Fundación Gala-Salvador Dalí, Ramón Boixadós, y el director de comunicación de abertis, patrocinador de la muestra, Juan María Hernández Puértolas.
La exposición —que ha podido ser vista recientemente en el Centre Pompidou de Paris con gran éxito de público— se propone revalorizar al Dalí pintor, pensador, escritor y creador de una particular visión del mundo. Contribuyen a su excepcionalidad préstamos de instituciones de primer orden, como el MoMA (Nueva York), de donde se ha traído la significativa obra La persistencia de la memoria (1931); el Philadelphia Museum of Art, que presta Construcción blanda con judías hervidas (Premonición de la guerra civil) (1936); de la Tate Modern ha venido Metamorfosis de Narciso (1937) y de los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bélgica, La tentación de San Antonio (1946).
El público podrá contemplar hasta el 2 de septiembre de 2013, una treintena de obras que nunca antes se han visto en España. Entre ellas destacan Alucinación: seis imágenes de Lenin sobre un piano, 1931 (Centre Pompidou, París); El Ángelus de Gala, 1935 (The Museum of Modern Art, Nueva York); Bañistas, c. 1928 (The Salvador Dalí Museum, St. Petersburg, Florida); Niño geopolítico contemplando el nacimiento del hombre nuevo, 1943 (The Salvador Dalí Museum, St. Petersburg, Florida), o Symbole agnostique (Símbolo agnóstico), 1932 (Philadelphia Museum of Art, Philadelphia).
En palabras de la comisaria Montse Aguer, esta exposición nos ofrece la posibilidad de analizar la obra artística de Dalí y los diferentes lenguajes que utiliza. Mostrarnos sus poéticas. Su mejor creación no se circunscribe sólo a la invención de las formas, sino además, a la invención poética. En este sentido, cabe también destacar a Dalí como renovador del vocabulario surrealista y con un intenso empeño en la investigación del proceso representativo e interpretativo de lo observado y percibido.
La exposición se compone de once secciones que contienen, además de pinturas y dibujos, material documental, fotografías, manuscritos del propio Dalí, revistas, películas y filmaciones de enorme importancia para entender el complejo universo del artista. El período surrealista constituye el núcleo de la muestra y hace especial hincapié en el método paranoico-crítico desarrollado por el artista como mecanismo de transformación y subversión de la realidad.
Recorrido
1. Del vidrio de multiplicar a la putrefacción y 2. Autorretratos
La exposición arranca con una sección dedicada a las primeras obras de Dalí en la que predominan los elementos que marcaron su infancia, como la familia —Retrato de mi padre (1925) o Muchacha en la ventana (1925) — y el entorno que le rodeó en estos años, como por ejemplo Acantilados (1926) o Paisaje de Cadaqués (1923). También se incluyen algunos de sus autorretratos que nos acercan a la visión que Dalí tuvo de sí mismo y la que construyó en distintos momentos de su vida, desde Autorretrato con cuello rafaelesco (1921) o Autorretrato Cubista (1923), hasta la película realizada con Jean-Christophe Averty, Autoportrait mou de Salvador Dali, de 1966. La familia, el paisaje y el autorretrato son los ejes que determinan esta época de aprendizaje del artista, en la que su principal preocupación se centra en el color, la luz y la experimentación constante.
3. La miel es más dulce que la sangre
La llegada del artista a la Residencia de Estudiantes de Madrid a finales de 1922 y su encuentro con, entre otros, Federico García Lorca y Luis Buñuel —con quien colaboró en la película Un perro andaluz (1929)— lo vincula a la Generación del 27, que agrupa poetas, escritores, pintores y cineastas. En este momento Dalí se inspira cada vez más en las vanguardias y coquetea con diferentes “–ismos”, como el cubismo, el fauvismo o el futurismo. El imaginario colectivo desarrollado en la Residencia se refleja en los dibujos de la serie Putrefactos, de mediados de los años 20, de los que se exhiben diez más respecto a los mostrados recientemente en París. Entre otras importantes obras, en esta parte de la muestra se puede ver también el emblemático Retrato de Buñuel (1924)o la significativa Academia neocubista (1926).
4. Surrealismo
En un momento que podríamos calificar de presurrealista, en el que se observan influencias de Masson, Bataille, Miró y Picasso, Dalí realiza obras como Asno podrido (1928) o Carne de gallina inaugural (1928). Ya en plena etapa surrealista, Dalí desarrolla su método paranoico-crítico, que centra esta sección de la muestra, con la presencia de grandes obras como El Gran Masturbador (1929), La persistencia de la memoria (1931), Guillermo Tell (1930) o El Espectro del Sex-Appeal (1934). El método paranoico-crítico le permite revolucionar el surrealismo, ya que ante el automatismo pasivo de este movimiento (el dibujo automático, los cadáveres exquisitos…), el pintor propone un método activo basado en el delirio de la interpretación paranoica.
En palabras de Dalí: “En verdad no soy más que un autómata que registra, sin juzgarlo, y lo más exactamente posible, el dictado de mi subconsciente: mis sueños, las imágenes y visiones hipnagógicas y todas las manifestaciones concretas e irracionales del mundo oscuro y sensacional descubierto por Freud… El público debe sacar su placer de los recursos ilimitados de misterios, enigmas y angustias que tales imágenes ofrecen al subconsciente de los espectadores”. A partir de este momento, la obra del pintor se sustenta en imágenes dobles o imágenes invisibles cuya elaboración final depende totalmente de la voluntad del espectador.
5. El Ángelus
Continuando con el recorrido, se dedica una sección a la relectura que el artista hace de El Ángelus (1857-59) de Jean-François Millet. La obsesión del pintor por esta obra hace que sea protagonista no solamente de sus trabajos pictóricos y objetos, entre 1929 y 1935, sino también de diversos proyectos teatrales que finalmente no ven la luz: “El Ángelus de Millet se convierte «de súbito» para mí en la obra pictórica más turbadora, la más enigmática, la más densa, la más rica en pensamientos inconscientes que jamás ha existido”, escribe Dalí en torno a 1932. Un año más tarde, en junio de 1933, escribe para la revista Minotaure un artículo que constituirá el prólogo del libro El mito trágico del Ángelus de Millet (1938), inédito hasta 1963. En la interpretación que Dalí hace de este cuadro, la figura femenina representaría una mantis religiosa que, tras el apareamiento, está a punto de comerse al macho. La figura masculina, justo antes de ser devorada, utiliza el sombrero para tapar sus órganos sexuales. En su obsesión, el pintor adivina un arrepentimiento de Millet: la presencia del féretro de un niño (entre las dos figuras), que será confirmada por una radiografía de la obra original poco antes de la publicación del libro.
6. El rostro de la guerra y 7. Surrealismo después de 1936
A partir de 1936 y huyendo de la Guerra Civil española, Dalí y Gala pasan la mayor parte del tiempo en Francia, exceptuando algún viaje a los Estados Unidos e Italia. La experiencia personal del artista se traslada a óleos tan perturbadores como Premonición de la guerra civil (1936) o El rostro de la guerra (1940). Por otra parte, aunque Dalí no deja de experimentar con la construcción de objetos surrealistas —anunciados formalmente en 1931—, no es hasta la celebración en 1936 de la Exposición Surrealista de Objetos, en la galería Charles Ratton de París, cuando se oficializa esta nueva forma de expresión del surrealismo. En esta muestra se exponen algunas de estas piezas, como el conocido White Aphrodisiac Telephone (1936) o Veston aphrodisiaque (1936-77). Destaca la presencia del óleo Un segundo antes del despertar de un sueño provocado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada (1944), prestado por el Museo Thyssen-Bornemisza.
8. América
El inicio de la Segunda Guerra Mundial lleva a Dalí y Gala a exiliarse a los Estados Unidos, donde residen ininterrumpidamente entre 1940 y 1948. El conflicto internacional y la catástrofe nuclear de Hiroshima y Nagasaki transforman profundamente su obra. A mediados de esta década, empieza su etapa mística y nuclear, cuyo corpus expone en su Manifiesto Místico, caracterizado por el tratamiento de temas religiosos y de aquellos relacionados con los avances científicos de la época, mostrándose especialmente interesado en los progresos referentes a la fusión y fisión nucleares. Obras como Cabeza rafaelesca estallando (1951) o La máxima velocidad de la Madonna de Rafael (1954) son representativas de esta etapa. Asimismo, en sus creaciones de este período, descubrimos la fidelidad en la representación del paisaje mineral de Cadaqués y del Cabo de Creus, una constante que se refleja desde su época de juventud hasta sus últimas realizaciones, a pesar de la distancia que, en este momento, le separa de ese entorno.
9. La vida secreta
Treinta dibujos originales que sirvieron para ilustrar su autobiografía La Vida Secreta de Salvador Dalí, un texto magnífico escrito e ilustrado entre 1941 y 1942, y a menudo considerado por la crítica como el mejor libro del artista, se muestran en esta sección. Se trata de piezas que no pudieron verse en la reciente muestra del Centre Pompidou de París. Aquí el dibujo sirve al artista no como mera ilustración, sino como herramienta indispensable para seguir narrando sus memorias y para mostrar cómo Dalí se acerca hacia los ideales de la tradición y del Renacimiento desde una actitud vital de investigación activa y perseverante. El Dalí dibujante y el Dalí escritor forman un todo, una cosmogonía sobre el origen y la formación del mundo daliniano.
10. Escenarios
Dalí se considera a sí mismo como un artista eminentemente teatral. Esta afirmación no se manifiesta únicamente a través de su personalidad, sino también en la concepción de su obra y de quienes la reciben. Desde sus incursiones cinematográficas, pasando por la confección de decorados para ballet y teatro, vemos cómo la maestría y el ingenio del
Dalí pintor se ponen al servicio de un campo que no le es propio: el del mundo del espectáculo. Una vez más, sus ámbitos de creación se expanden hacia la escritura de guiones cinematográficos o el diseño de decorados y vestuario, y en todos ellos Dalí se compromete activamente. Aunque su genio no siempre será entendido por la industria, sus múltiples colaboraciones le permiten mantener vivo el contacto con el gran público.
Es el momento de obras caracterizadas por su teatralidad (La Tentación de San Antonio, 1946) y de proyectos cinematográficos experimentales, relacionados con Hitchcock (Spellbound) y Walt Disney (Destino).
11. El enigma estético
La exposición finaliza con esta sección en la que se aprecia cómo a partir de los años 60 y hasta el final de su carrera, los intereses de Dalí continúan expandiéndose. Su fascinación por la ciencia y las nuevas tecnologías se traduce en la exploración de lenguajes de futuro, como la holografía o la estereoscopía (Dalí de espaldas pintando a Gala de espaldas eternizada por seis córneas virtuales provisionalmente reflejadas en seis verdaderos espejos, 1972-73). A la vez, su papel como agitador de masas se refuerza en los happening y performances que concibe y protagoniza. Todo ello sin dejar de mirar a la tradición de los grandes maestros, como Velázquez o Miguel Ángel, a quienes reivindica repetidamente o a su propio mundo y trayectoria (A la búsqueda de la cuarta dimensión, 1979). Durante la década de los ochenta, las teorías matemáticas desarrolladas por René Thom darán forma a un nuevo universo que el pintor ya no abandonará, algo de lo que es ejemplo su última obra, Cola de golondrina y violonchelos (1983).