Desde hace muchos años se esquilma y trafica con el patrimonio cultural de países pobres o en decadencia y, los ricos, haciendo acopio de los mismos para sus museos, instituciones, mansiones o particulares que presumen de ello
Por Juan Ignacio Vecino
Habitualmente, cuando comienza un año nuevo nos hacemos muchas promesas de cambio en nuestras vidas y, este año 2023 nos planteamos como base fundamental acabar con el tráfico ilícito de bienes culturales.
El Día Internacional contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales, que se celebra todos los años el 14 de noviembre, recuerda al mundo que el robo, el saqueo y el tráfico ilícito de bienes culturales tiene lugar en todos los países, despojando a las personas de su cultura, identidad e historia, y que tenemos que trabajar juntos para combatir este delito.
El tráfico ilícito de bienes culturales tiene muchas causas, y la ignorancia y la falta de ética están en su raíz. Los bienes culturales objeto de comercio ilícito suelen transferirse ya sea a través de los mercados ilícitos de todo el mundo o de mercados lícitos como las subastas, incluso a través de la Internet. Las personas, los gobiernos, el mercado del arte y las instituciones pueden poner de su parte para luchar contra ello mediante la sensibilización, la información y la ética en la compra y venta de arte y objetos culturales, la promulgación y el respeto de leyes y la protección del patrimonio y los bienes culturales.
Las reclamaciones de los legítimos propietarios de los bienes culturales esquilmados a lo largo de la historia son absolutamente justas. El tráfico ilícito de bienes culturales son consecuencia de la anuencia de los gobiernos e instituciones que permiten que se esquilme allá por donde pasan.
Actualmente hay miles de monumentos, piezas, etc., que a lo largo de la historia han sido robados, esquilmados o saqueados, y que los países receptores de esos robos no quieren devolver a los países de origen.
Hoy día, cuando las autoridades incautan bienes culturales se tarda muchos años en devolver los mismos, si es que se devuelven, a sus propietarios legítimos. Piratas, traficantes, esquilmadores y, demás raleas han existido siempre, pero, una vez comprobada la autenticidad y procedencia de los bienes culturales es obligatoria su devolución y, las leyes internacionales, así lo manifiestan.
La UNESCO adoptó por primera vez el 14 de noviembre como Día Internacional contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales durante su 40ª Conferencia General en 2019, con el objetivo de llamar más la atención sobre este delito y las formas de combatirlo, así como para destacar la importancia de la cooperación internacional y de las medidas proactivas a través de la Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilícitas de bienes culturales (1970). Esta Convención, que lleva muchos años, proporciona un marco internacional para la prevención del robo y el saqueo y la devolución y el retorno de los bienes culturales robados, en paralelo con otros avances en la lucha contra el tráfico ilícito. Es importante que todo comprador ejerza la debida diligencia a la hora de verificar la procedencia de los bienes culturales adquiridos, con el fin de detener el tráfico ilícito de bienes culturales.
La Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay durante la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre las Políticas Culturales y el Desarrollo Sostenible –MONDIACULT 2022– dio un nuevo impulso a la movilización en septiembre. Ciento cincuenta Estados aprobaron una Declaración histórica para reconocer que la cultura es un “bien público mundial” y reforzar su compromiso con la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales.
Además, y con motivo del Día Internacional contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales celebrado el pasado 14 de noviembre, Audrey Azoulay dijo:
A pesar de que los robos de cuadros famosos, como El jardín del presbiterio de Nuenen en primavera de Van Gogh en 2020 o El grito de Munch en 2004, tuvieron una repercusión considerable en la opinión pública, solo representan una ínfima parte de lo que constituye el tráfico ilícito de bienes culturales.
Este comercio en la sombra va en aumento, aprovechando las crisis y los conflictos, y se está ramificando en línea. Según INTERPOL, en 2020 las fuerzas policiales se incautaron de casi un millón de bienes culturales en todo el mundo.
Sin embargo, esta es solo la parte visible de un tráfico que despoja a los pueblos de su memoria y financia a las organizaciones criminales.
Ahora bien, disponemos de una herramienta excepcional para hacer frente a este tráfico: la Convención de la UNESCO sobre las Medidas que deben Adoptarse para Prohibir e Impedir la Importación, la Exportación y la Transferencia de Propiedad Ilícitas de Bienes Culturales de 1970. Más de 50 años después de su aprobación, esta Convención es la única sobre estos temas que se acerca a la universalidad –143 Estados la han ratificado– y sigue siendo un punto de referencia para la acción y la cooperación mundiales.
La Conferencia Mundial de la UNESCO sobre las Políticas Culturales y el Desarrollo Sostenible –MONDIACULT 2022– dio un nuevo impulso a nuestra movilización en septiembre. Ciento cincuenta Estados aprobaron una Declaración histórica para reconocer que la cultura es un “bien público mundial” y reforzar su compromiso con la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales.
La UNESCO, de acuerdo con su mandato, apoya plenamente a los Estados Miembros en sus esfuerzos.
En particular, llevaremos a cabo importantes acciones para sensibilizar al público y los profesionales. En MONDIACULT 2022 se anunció que la UNESCO e INTERPOL abrirán en 2025 un museo virtual de bienes culturales robados. Ese museo servirá de herramienta pedagógica, para que los ciudadanos puedan conocer la historia de estas obras, y de herramienta de investigación sobre la procedencia de los bienes de origen incierto.
Al mismo tiempo, la UNESCO, junto con sus asociados, prosigue su labor de formación de las fuerzas del orden, los agentes del mundo judicial y los profesionales de los museos: de aquí a finales de año, formaremos a casi un centenar de profesionales en 23 países africanos.
Además, en consulta con el mercado del arte, estamos llevando a cabo una revisión del Código Internacional de Ética para Marchantes de Bienes Culturales, ya que su papel es fundamental para que se instauren políticas de adquisición y normas éticas más rigurosas.
Por último, frente al incremento del tráfico, la UNESCO quiere hacer un llamamiento a todos para que estén más alerta. Ha llegado la hora de abolir esta lacra y tenemos los medios para hacerlo.
Asimismo, la voluntad de la Directora General de la UNESCO es encomiable, pero los datos ha día de hoy no dicen lo mismo. Entre los 143 países firmantes se encuentran algunos que no están dispuestas a devolver los bienes esquilmados, saqueados o robados a sus legítimos propietarios, como apuntaba anteriormente.
Ahora mencionaré tres opciones habituales en las que el tráfico ilícito de bienes culturales queda: primero, a los legítimos propietarios se les ignora totalmente y en base a triquiñuelas legales se quedan sin su bien; segunda, se llega a un acuerdo con ellos y se compra a los herederos dicho bien; y, en tercer lugar, se les devuelve sin más, mostrando buena voluntad, este último supuesto es el que menos veces se da ya que la avaricia del humano no tiene límites.
El tráfico de bienes culturales es tan lucrativo como el tráfico de drogas, de armas o de personas. Los países en conflicto como Irak, Siria, la antigua Yugoslavia, Malí, Somalia, Afganistán, Líbano, Colombia, Sri Lanka, Camboya, etc., son un excelente caldo de cultivo para los traficantes ya que, a consecuencia de la guerra el tráfico ilícito se multiplica debido a que los terroristas o las mafias en el conflicto armado se dedican a expoliar y esquilmar para luego vender lo que se pueden llevar y, lo que no pueden transportar, lo destruyen. A eso lo llamo yo terrorismo cultural y, los saqueadores. contrabandistas, comerciantes y coleccionistas deben pasar por un Tribunal Penal Internacional. En la era de Internet los traficantes los tienen aún más fácil. Nos encontramos en la red con un gran catálogo de piezas de todas las épocas que están puestas a la venta, siendo su localización muy complicada ya que se trata de organizaciones delictivas muy bien estructuradas y camufladas, que no se sabe desde que punto del planeta operan.
Muchos Estados de esos 143 mencionados saben de la procedencia de los mismos, pero miran hacia otro lado. Afortunadamente, en el mundo hay países que tratan con contundencia este asunto al estar muy sensibilizados, y los distintos cuerpos policiales actúan con gran eficacia. Este es el caso de España, donde la Policía Nacional, Guardia Civil y Aduanas, cuentan con unos profesionales muy eficaces, que se lo ponen muy difícil tanto a delincuentes como a compradores, sean intermediarios, o no. Los coleccionistas, las galerías y los museos deben ser los primeros en suprimir la compra de obras de arte y antigüedades procedentes del tráfico ilícito de bienes culturales ya que va en detrimento de la humanidad. Las cifras de este tráfico ilícito se cuentan por miles de millones de dólares anuales.
Otro tráfico ilícito muy difícil de detectar es el que se lleva a cabo en excavaciones ilegales, donde no existe ni inventario ni control y, además, por su nula vigilancia es muy fácil colocar las piezas esquilmadas en el mercado ilegal del arte, donde personas sin escrúpulos obtienen pingues beneficios.
La restitución de objetos saqueados en cualquier época y en cualquier lugar debe ser prioritario.
En abril de 1964, la UNESCO nombró un comité de expertos para redactar recomendaciones para una futura convención. Seis años después, nació la Convención de 1970 que ya hemos comentado. La Convención sobre los Medios para Prohibir e Impedir la Importación, Exportación y Transferencia Ilícitas de la Propiedad de Bienes Culturales, el primer instrumento legal internacional para la protección de los bienes culturales en tiempo de paz, fue adoptada en la Conferencia General de la UNESCO en 1970. Entró en vigor el 24 de abril de 1972, tras ser ratificado por tres países: Bulgaria, Ecuador y Nigeria.
para que los ciudadanos de los distintos países que los reclaman sean los beneficiados con sus obras de arte o antigüedades.