Ana María Matute escribía por necesidad y siempre estaba rodeada de seres mágicos
Ana María Matute (Barcelona 1925-2014), murió ayer miércoles a los 88 años de edad. La escritora recibió el Premio Cervantes en el año 2010, convirtiéndose -tras María Zambrano y Dulce María Loynaz– en la tercera mujer en conseguirlo; ahora también lo tiene la escritora mexicana, Elena Poniatowska.
Miembro de la Real Academia Española (RAE), es considerada una de las novelistas más importantes del siglo XX y representante más clara de la posguerra literaria española. También se le concedió el Premio Nacional de las Letras Españolas (2007), el Premio Nadal (1959) por Primera memoria, o el Premio Planeta (1954) por Pequeño teatro.
Matute se dio a conocer en la escena literaria de España con ‘Los Abel’, una novela inspirada en la historia bíblica de los hijos de Adán y Eva, en la cual reflejó la atmósfera española inmediatamente posterior a la guerra civil desde el punto de vista de la percepción infantil. Este enfoque se mantuvo constante a lo largo de su primera producción novelística y fue común a otros representantes de su generación, la llamada generación de los «niños asombrados».
A los cinco años, tras haber estado a punto de morir por una infección de riñón, escribió su primer relato, ilustrado por ella misma. A los ocho años volvió a padecerotra enfermedad grave y la enviaron a vivir a Mansilla de la Sierra (Logroño) con sus abuelos.
En 1996 fue elegida miembro de la Real Academia Española de la Lengua para ocupar el sillón «K» (vacante de Carmen Conde) e ingresó en esa institución dos años después con el discurso En el bosque.
En septiembre se publicará su obra póstuma ‘demonios familiares’.