Inscrito en 2015 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el fileteado porteño de Buenos Aires es una técnica pictórica tradicional de origen porteño que combina imágenes relacionadas con el patrimonio de la ciudad realizadas en colores vivos y en ocasiones unidas a frases coloquiales
Emparentado en algún aspecto con el grafiti por ser una técnica decorativa que se realiza sobre todo en la vía pública, su estilo está íntimamente relacionado con la propia ciudad: en sus motivos inspirados en molduras y herrería de la arquitectura de estilo francés, en su iconografía popular -donde recupera personajes de la cultura porteña y argentina-, y en sus textos, donde abundan letras de tango y refranes populares.
¿Qué significa que sea Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad?
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, según la UNESCO, son todas aquellas formas del arte, las costumbres, hábitos y tradiciones que identifican y definen el modo de vivir de una sociedad.
Ahora que el filete porteño forma parte del listado de la UNESCO, el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires asumió el compromiso de adoptar una serie de medidas de salvaguarda que serán evaluadas por la UNESCO año tras año. De esta forma se garantiza que el reconocimiento se concrete en acciones que protejan a la actividad y al trabajo de los fileteadores.
El fileteado porteño: de la calle a la galería de arte
La técnica pictórica del Filete Porteño es una tradición principalmente de carácter urbano que tiene sus inicios en las corrientes inmigrantes europeas que llegaron a fines del siglo XIX y principios del XX. Al principio, el filete porteño era practicado como oficio y transmitido bajo la relación de maestro-aprendiz.
Los servicios del fileteador eran generalmente solicitados con el fin de imprimirle un sello personal al vehículo o comercio mediante frases –usualmente escritas en lunfardo–, íconos religiosos como la Virgen de Luján o ídolos populares como Gardel y Evita. De esta forma, el filete se convirtió en un verdadero medio de expresión colectiva asociado al mundo del trabajador.
El 14 de septiembre se celebra el día del fileteado en conmemoración de la primera exposición de filete que tuvo lugar en Buenos Aires en la Galería Wildenstein en 1970. Ese año, los artistas plásticos Nicolás Rubió y Esther Barugel se propusieron llevar el filete a una galería de arte, la Galería Wildenstein.
En una entrevista realizada por el diario La Nación, Nicolás Rubió, explica: «Supimos que los dibujos venían de la gráfica de los billetes argentinos, que el dragón fue rescatado por Carboni de una mayólica del subte, nos contaron que había tres temas: el caballo, Gardel y la Virgen de Luján, nos enteramos que los fileteadores no le daban importancia a las leyendas que acompañan los dibujos. Había frases delanteras en los carros y otras por detrás. Era un diálogo con la ciudad».
Ese recorrido por la iconografía del filete quedó plasmado en el libro «Los maestros fileteadores de Buenos Aires» de Esther Barugel y Nicolás Rubió, editado en 1994 por el Fondo Nacional de las Artes de Argentina, donde también se recogen todos sus esfuerzos en recopilar la información diseminada por todos los barrios de Buenos Aires.
La técnica del filete
La ejecución de esta técnica pictórica tradicional comienza con la preparación del soporte sobre el que se va a trabajar. Una vez realizado el dibujo preparatorio, éste se perfora con un alfiler o punzón fino y se coloca sobre la superficie previamente preparada. El dibujo se traslada al soporte espolvoreando sobre el perforado con tiza o carbón. Luego se ultima el trabajo imprimiéndole los colores planos con esmaltes sintéticos para finalizar la pieza con la aplicación de las luces y las sombras mediante barnices coloreados, logrando así un mayor efecto de relieve.
Sus protagonistas
Se pueden destacar numerosos nombres dentro de este oficio convertido en arte popular. Entre los primeros maestros se encuentran Vicente Brunetti y a sus dos hijos; Cecilio Pascarella, -a quien se le atribuye haber traído las letras decorativas de Francia-, a León Untroib, Luis Zorz, Ricardo Gómez o Carlos Carboni.
Si bien en sus comienzos el filete se desarrolló en ámbitos laborales tradicionalmente masculinos, en las últimas décadas la ampliación de soportes y espacios de trabajo ha propiciado la inclusión de las mujeres en esta profesión. De hecho, serán las mujeres las que revivan de algún modo la técnica a partir de los años 90 formándose en talleres como los de Ricardo Gómez, Alfredo Martínez o Alfredo Genovese.
Cómo y dónde aprender a filetear
No es posible cursar estudios en el sistema de enseñanza formal así que para su práctica y dominio, las personas interesadas tienen que pasar por un período de aprendizaje que normalmente se realiza en un taller profesional.
En Argentina se encuentran numerosos talleres donde poder aprender pero si no cuenta con la posibilidad de viajar, artistas y docentes como Alfredo Genovese, se trasladan a menudo para dictar clases fuera del país. También, plataformas como Youtube cuentan con muchos tutoriales dedicados a esta técnica artística. Y cómo no, consultando a través de la página de Facebook de la Asociación de Fileteadores de Argentina.
El filete en la actualidad
Tal vez la ley de alcance nacional dictada en 1975 que prohibió el fileteado en rodados por considerar que se trataba de una ornamentación cargada que dificultaba la lectura de recorridos y números de líneas, haya sido paradójicamente la causa de que los maestros fileteadores se hayan visto obligados a trabajar en nuevos soportes ganando nuevos espacios.
Actualmente, podemos encontrar este arte en las paredes de la ciudad, en la ropa, botellas, tapas de CD o incluso en tatuajes.
«La gente nueva se vuelca al tango porque es nuestra música y también al fileteado porque es nuestra pintura, no hay otra», afirma Memo Caviglia, presidente de la Asociación de Fileteadores que en la actualidad agrupa a unos 500 artistas.
En el año 2003, en el Museo José Hernández tuvo lugar la muestra de mujeres en el fileteado bajo el título «Mujeres, fileteadoras y porteñas». En el 2005, el fileteado fue declarado Patrimonio de la ciudad de Buenos Aires.
La Asociación de Fileteadores nacida en el año 2012, cuenta en sus filas tanto hombres como mujeres que celebran su oficio y arte a través de muestras, congresos y encuentros anuales en los que participan más de 100 maestros fileteadores en activo que, además de intercambiar experiencias entre ellos, dictan talleres y charlas con las que buscan poner en valor una técnica decorativa de origen popular que se convirtió en emblema de la identidad cultural porteña.
En el año 2013 se inauguró una sala permanente dedicada al fileteado en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires, responsable de la salvaguarda del filete porteño. Allí, el visitante puede realizar un recorrido histórico de la evolución del filete a través de las obras de maestros fileteadores como Luis Zorz, Enrique Brunetti o Carlos Carboni, entre otros.
En el año 2017 se celebró el «VI Encuentro anual de Fileteadores» en el Museo Parlamentario «Senador Domingo Faustino Sarmiento». Este año, el encuentro fue en honor a Freddy Fernández, socio fundador de la Asociación de Fileteadores, reconocido por su trabajo mural y por hacer de sus filetes una herramienta social. La muestra incluyó el trabajo de más de 100 fileteadores de todo el país que mostraron la vigencia de este arte.
Con la inclusión del filete porteño en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, su continuidad está garantizada.