Los golpes de calor no afectan igual a todas las personas y las condiciones en que se producen también pueden variar, porque interviene no solo la temperatura, sino también el grado de humedad, la presencia de viento o la exposición prolongada al sol
El verano ha entrado de lleno y con él las noticias que alertan sobre la gravedad de padecer golpes de calor. El profesor titular de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) Lorenzo Sánchez aporta una serie de datos para saber qué es un golpe de calor y cómo prevenirlo.
Los seres humanos, como seres ‘homeotermos’, mantenemos una temperatura corporal constante a pesar de la temperatura exterior. Esto es así porque contamos con unos mecanismos de defensa que consisten en perder calor o disminuir la producción del mismo cuando estamos en ambientes calurosos y, en el caso contrario, en generar calor y evitar su pérdida cuando nos sometemos a temperaturas frías. Pero a veces, cuando sufrimos hipotermia o hipertermia, se pierden estos mecanismos de defensa, y es entonces cuando corremos el riesgo de morir por congelación o por golpe de calor. ‘De hecho, la persona con golpe de calor tiene una temperatura de más de 40º (hipertermia), pero no suda, porque se ha perdido ese mecanismo para eliminar calor que es la sudoración. El centro termorregulador que tenemos en nuestro cerebro ‘se rompe’ y en ese caso, nos convertimos en seres poiquilotermos, es decir, adquirimos la temperatura del exterior como ocurre en los reptiles’, señala el doctor Sánchez.
El golpe de calor se da en situaciones en las que las personas se exponen a un aumento de la temperatura exterior generalmente superior a 40º. A pesar de que existen grupos de riesgo fácilmente identificables, como son los niños, los ancianos, los pacientes que presentan patologías crónicas (a nivel respiratorio, cardiovascular, neurológico, diabetes) y los que reciben determinados tratamientos, son frecuentes también los golpes de calor en personas aparentemente sanas que realizan tareas intensas al aire libre o actividades deportivas.
Los síntomas iniciales son: sed intensa, sensación de calor asfixiante, cansancio mayor de lo normal, malestar de estómago, náuseas, sensación de mareo… Si el cuadro persiste, aparecen más manifestaciones neurológicas que pueden llevar incluso al coma.
Ante un golpe de calor la prioridad es intentar bajar la temperatura del cuerpo de la persona afectada, con hielo o con un baño en agua fría; ofrecer agua fresca (o incluso agua con una cucharadita de sal) -siempre que se mantenga la conciencia-, trasladar a la persona a un lugar fresco y ventilado y, sobre todo, no friccionar la piel con alcohol ni dar medicamentos para bajar la fiebre. Y, claro, avisar a los dispositivos de emergencias.
Para prevenir un golpe de calor es muy conveniente mantenerse hidratado constantemente bebiendo agua u otros líquidos y evitar las bebidas alcohólicas, el café, el té o las bebidas muy azucaradas. También es importante permanecer en lugares frescos o a la sombra y utilizar ropa ligera y de colores claros, que atrae menos el sol; calzado fresco que permita la transpiración y sombreros. En casa, es recomendable bajar las persianas y cerrar ventanas para evitar que entre el sol, especialmente en las horas de mayor temperatura. Es aconsejable, asimismo, comer de forma ligera y para los deportistas es muy importante no hacer ejercicio al aire libre en las horas de mayor temperatura, generalmente desde las 12 del mediodía hasta las 17.00 horas.