¿Cómo se protege un patrimonio cultural? Desde la salvaguardia de los sitios del Patrimonio Mundial hasta el reconocimiento de los elementos del patrimonio inmaterial, pasando por el apoyo a la economía creativa
La preservación del patrimonio cultural, una auténtica fuerza para construir un mundo mejor
¿Por qué debemos esforzarnos al máximo para preservar la cultura y hacerla florecer? La cultura es un recurso que fortalece la identidad y la cohesión de las comunidades humanas. En un mundo interconectado como el nuestro, es también uno de los recursos más potentes de que disponemos para transformar las sociedades y renovar las ideas.
El papel de la UNESCO es proporcionar los instrumentos y capacidades que necesitamos para sacar el máximo partido de su energía renovable.
Los monumentos y lugares históricos, el patrimonio vivo y los sitios naturales enriquecen nuestra vida diaria de innumerables formas, ya sea teniendo un contacto personal directo con ellos o mediante cualquier dispositivo conectado. La diversidad cultural y la creatividad son las impulsoras naturales de la innovación. Los artistas, creadores e intérpretes nos ayudan a cambiar de muchas maneras nuestra visión del mundo y a replantearnos nuestro entorno. Todos estos elementos son muy valiosos para poder afrontar los problemas del mundo contemporáneo, desde crisis climática hasta la pandemia de COVID-19.
La noción de lo que es la cultura ha evolucionado enormemente en los últimos 75 años. Las actividades llevadas a cabo por UNESCO en los últimos decenios atestiguan las múltiples formas en que la humanidad ha tratado de entender progresivamente cómo la cultura puede fortalecer en nosotros el sentido de lo que somos.
Primero, con la toma de conciencia de la necesidad de proteger el patrimonio cultural contra las destrucciones que surgió al finalizar la Segunda Guerra Mundial; luego, con la puesta en marcha de campañas internacionales para salvaguardar sitios del Patrimonio Mundial; después, con la elaboración e integración del concepto del patrimonio e inmaterial; y, por último, con la focalización en la importancia que tiene la economía creativa y en lo necesario que es mantener los empleos culturales y los medios de subsistencia de quienes los ejercen. En el último siglo, nuestra relación con la cultura ha experimentado un profundo cambio. Si examinamos el pasado, podremos estar mejor preparados para afrontar los nuevos cambios que se avecinan en el futuro.
Venecia – ¿Pueden coexistir la salvaguardia del patrimonio cultural y el turismo mundial?
Pocos años después de la iniciativa para salvar los templos de Nubia, la campaña en favor de la salvaguardia de Venecia se emprendió para dar respuesta a diversos problemas como el ascenso de las aguas de su laguna y la explosión del turismo mundial.
Al salir de la estación ferroviaria de Venecia a una hora temprana de un día otoñal, los visitantes se topan con la visión de una densa capa blanda de niebla sobre el Gran Canal –la “calle mayor” de la ciudad– provocada por el contacto del aire gélido con el agua. La iglesia de San Simeone Piccolo, con su desmesurada cúpula y sus esbeltas columnas neoclásicas, parece estar flotando sobre las aguas de la laguna junto con sus edificios vecinos. Esta es la visión con la que acoge a los millones de visitantes llegados de todo el mundo la ciudad que en su edad de oro fue la Serenísima República de Venecia, una de las potencias económicas más prósperas de toda Europa.
Sin embargo, esta ciudad de sobrecogedora belleza, que ha inspirado a un sinfín de pintores, escritores y artistas a lo largo de los siglos, es muy endeble y corre el riesgo de desaparecer para siempre. Al igual que en el caso del templo de Abu Simbel, la supervivencia de Venecia se ve amenazada por el agua. La inexorable elevación del nivel del mar causa inundaciones que han llegado a ser periódicas. La humedad y los microorganismos están carcomiendo los largos pilotes de madera que los primeros habitantes del lugar hincaron, hace ya unos 16 siglos, en el fondo fangoso de la laguna para poner los primeros cimientos de Venecia.
Después de 1966, el año en que Venecia sufrió la peor inundación de su historia, la UNESCO y el gobierno italiano iniciaron una importante campaña para salvar la ciudad. Se emprendió un ambicioso proyecto de instalación de gigantescas compuertas móviles para aislar temporalmente la laguna de las mareas altas y proteger las zonas más bajas de la ciudad contra las inundaciones. Treinta años más tarde, hubo acuerdo unánime en que la operación de salvar a Venecia había dado resultados excelentes tanto en el plano de los avances técnicos como en el de la cooperación internacional.
No obstante, la supervivencia de la ciudad sigue necesitando que se le presten cuidados atentos y que se reiteren los llamamientos a mantenerse incansablemente vigilantes, porque sobre Venecia pesan varias amenazas: el turismo masivo; los posibles daños derivados del desarrollo urbano; y el flujo constante de cruceros turísticos gigantes que deterioran los frágiles cimientos de sus edificios.
La movilización y las presiones internacionales sobre la situación de Venecia han conducido al gobierno italiano a tomar en 2021 la decisión de prohibir la presencia de navíos de gran calado en el centro de la ciudad, una medida imprescindible para proteger su integridad medioambiental, paisajística, artística y cultural.
Esta decisión se adoptó pocos días después de que la UNESCO anunciara su intención de inscribir a Venecia en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro. Hasta que se localice un lugar apto para construir un muelle de atraque permanente destinado a los grandes cruceros, a éstos sólo se les permitirá fondear en Marghera, un suburbio industrial de Venecia. Las decisiones de este tipo muestran cuán compleja es la protección de las ciudades históricas y los centros urbanos con ricos patrimonios culturales que, en situaciones particulares, exige la adopción de medidas muy individualizas y el uso de técnicas muy distintas de las que se utilizaron para salvaguardar los legendarios templos de Egipto.
Evelyn Waugh Novelista, periodista y escritora de viajes inglesa, dijo: Si todos los museos del Nuevo Mundo fueran saqueados, si todos los edificios famosos del Viejo Mundo quedaran destruidos y solamente Venecia se salvara, bastaría con pasarse en ella la vida entera con deleite. Venecia, con toda su complejidad y variedad, es de por sí la mayor obra de arte que queda en el mundo.