La ayuda para la educación aumento en 1.500 millones de dólares estadounidenses (un 13%) hasta alcanzar los 13.400 millones de dólares, su nivel más alto desde que se tienen registros, según un nuevo documento de política publicado por el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO (Informe GEM)
Al anunciar estos datos en su intervención ante unos sesenta ministros de Educación participantes en la Conferencia Ministerial del espacio europeo de educación superior que se celebró el 24 de mayo en París, la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, afirmó: «Este incremento es un signo positivo de que los donantes reconocen cada vez más la educación como un pilar del desarrollo. Las metas ambiciosas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4), que abarcan todos los niveles educativos, no pueden alcanzarse sin un aumento de la financiación nacional y externa para la educación».
El documento titulado Aid to education: a return to growth? («La ayuda para la educación: ¿vuelve el crecimiento?»), pone de manifiesto que dos terceras partes del aumento registrado en 2016 se debieron a la financiación para la educación básica. Estados Unidos, el Reino Unido y el Banco Mundial, los tres principales donantes individuales, aportaron casi la mitad de la ayuda financiera para la educación básica. En cambio, si se analiza la ayuda para la educación básica en relación con el ingreso nacional bruto (INB), Noruega destinó 12 veces más financiación que los Estados Unidos de América.
Los datos más recientes muestran que menos de uno de cada dos jóvenes finalizan los estudios secundarios. Si todos los países desarrollados y algunas economías emergentes se comprometieran, al igual que Noruega, a destinar el 0,7% de sus ingresos nacionales a la ayuda humanitaria y a destinar el 10% de esta ayuda a la educación, habría recursos suficientes para lograr que todos los jóvenes terminasen la enseñanza secundaria.
Para Manos Antoninis, director del Informe GEM, es preciso revisar las prioridades: «Los donantes deben centrarse más en la educación básica y secundaria, así como en los países más pobres, a fin de compensar la falta de financiación que está frenando los avances globales en materia de educación». No obstante, «esto no solucionará los importantes retos educativos que afrontan los países de ingresos medianos bajos», advierte.
Según el documento, más de un tercio de la ayuda destinada a países de ingresos medianos bajos reviste la forma de préstamos, y el coste del crédito disuade a muchos países de pedir préstamos para la educación. De hecho, la proporción de los préstamos del Banco Mundial a países de ingresos medianos destinados a la educación pasó del 8,2% en 2012 al 4,7% en 2017.
Así, en el documento de política se defiende la necesidad de reducir el coste del crédito para la educación y ampliar la capacidad crediticia de los bancos de desarrollo. Esa es la esencia de una propuesta respaldada por el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, y el Enviado Especial de las Naciones Unidas para la Educación Mundial, Gordon Brown, para crear un servicio financiero internacional para la educación destinado a los países de ingresos medianos bajos.
En el documento del Informe GEM se señala que, si bien ese servicio financiero sería un mecanismo importante, se deben hacer muchos más esfuerzos para velar por que la financiación se utilice allí donde es más necesaria. También es crucial que el nuevo servicio financiero funcione de forma conjunta con las demás instituciones multilaterales, la Alianza Mundial para la Educación —que se centra en los países de bajos ingresos— y La Educación No Puede Esperar —que se centra en la educación en situaciones de emergencia—.