El huracán Laura generó más energía ciclónica que la suma de todas las otras tormentas con nombre durante el mes de agosto en el océano Atlántico. La agencia meteorológica de la ONU alertó que aún falta el 70% de la temporada más activa en la región
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) dijo que Laura no será el último gran huracán de esta temporada en el Atlántico, y recordó que, con el cambio climático, la proporción de ciclones categoría 4 y 5 serán cada vez más normales.
“Laura fue la séptima tormenta con nombre que toca tierra en los Estados Unidos esta temporada. Las otras fueron relativamente menores. Y obviamente es, con diferencia, el huracán más intenso y peligroso en lo que va de temporada”, expresó la portavoz de la Organización Meteorológica Mundial, Claire Nullis.
El huracán Laura pasó de categoría 1 a categoría 4 en 24 horas, dejando un rastro de destrucción a su paso. Tocó tierra con vientos máximos sostenidos de 241 km/ h. En términos de velocidad del viento, fue la tormenta más fuerte que azotó Louisiana desde 1856. Laura es el primer gran huracán en el Golfo de México durante agosto desde Harvey en 2017.
Laura ha generado más energía ciclónica acumulada (ACE) hasta el momento que la combinación de todas las otras tormentas con nombre del Atlántico durante agosto (Isaías, Josephine, Kyle y Marco). La ACE es una medida integrada que representa la intensidad y duración de las tormentas.
“Según el experto Eric Blake, todavía nos queda alrededor del 70 por ciento de la actividad fuerte en la temporada, que comenzó antes de lo habitual este año”, añadió Nullis.
Vientos fuertes e inundaciones
Los pronósticos emitidos por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos fueron extremadamente precisos. Estas guías, junto con una respuesta eficaz de gestión de desastres, parecen haber mantenido el número de muertos al mínimo, según los informes iniciales de víctimas. Más de 20 personas murieron, la mayoría en Haití, cuando Laura todavía estaba clasificada como tormenta tropical.
El aeropuerto de Lake Charles, Luisiana, registró una ráfaga de 206 km / h. El radar Doppler del Servicio Meteorológico Nacional de Lake Charles fue destruido; estos aparatos suelen construirse para resistir vientos de entre 200 y 240 km / h. Las imágenes de televisión mostraron muchos edificios destruidos en la zona
Una estación de medición mareas de Luisiana, observó un aumento medio del nivel del agua de hasta de 9 pies (cerca de 3 metros).
Una temporada activa en el Atlántico
Hasta el momento se han registrado 13 tormentas con nombre en el Atlántico esta temporada. El actual pronóstico indica que es muy probable que se trate de una temporada de huracanes por encima de lo normal, con posibilidad de que sea extremadamente activa: 19 a 25 tormentas con nombre, incluidos de 7-11 huracanes y 3-6 huracanes de categoría 3 o superiores.
Esto se debe a las propicias condiciones atmosféricas y oceánicas en la parte del Atlántico donde se desarrollan las tormentas tropicales, como temperaturas de la superficie del mar muy por encima del promedio, y un fuerte monzón de África occidental.
La actualización de El Niño / La Niña publicada recientemente por la Organización asegura que hay un 60% de probabilidad de que se forme un fenómeno de La Niña entre septiembre y noviembre de 2020. La ausencia de un fenómeno de El Niño, que tiende a suprimir la actividad de los huracanes, juega un papel, pero no es el único factor.
Relación con el cambio climático
Aunque es difícil vincular un ciclón tropical en particular con el cambio climático, el calentamiento global proporciona una razón para esperar tormentas más destructivas y poderosas con mayor frecuencia, recordó la portavoz de la Organización Meteorológica Mundial.
“Son básicamente las leyes de la física. Las tormentas se alimentan de agua tibia, las temperaturas más altas del agua significan niveles del mar más altos, lo que a su vez aumenta el riesgo de inundaciones durante las mareas altas y en caso de marejadas ciclónicas, y así el círculo continúa. El aire más cálido también contiene más vapor de agua atmosférico, lo que permite que las tormentas tropicales se fortalezcan y liberen más precipitaciones”, explicó.