Gracias al nuevo alcance del compromiso de colaboración de la Fundación Iberdrola con el Prado, iniciado en 2010 con su incorporación como Protector del programa de restauración, el Museo renovará todo el sistema de iluminación de sus salas de exposición permanente
Coincidiendo con la formalización de la firma de este nuevo acuerdo, la institución ha presentado un San Jerónimo, recientemente atribuido a Ribera, que se muestra por primera vez en sus salas tras su restauración, realizada también con el apoyo de la Fundación Iberdrola.
El presidente del Real Patronato del Museo del Prado, José Pedro Pérez-Llorca, el presidente de la Fundación Iberdrola, Manuel Marín González, y el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza Miranda, han informado hoy sobre el nuevo acuerdo de colaboración que permitirá una mejor presentación y conservación de las colecciones del Prado al contemplar la sustitución integral del actual sistema de iluminación de sus salas expositivas por uno con tecnología led.
El acto ha tenido lugar en la sala 56A, ante las obras de El Bosco y Bruegel el Viejo, entre otros, dotada ya con iluminación led a modo de prueba piloto. El cambio a este nuevo sistema de iluminación permitirá a la institución alcanzar mejores niveles de eficiencia energética al incorporarse en políticas sostenibles.
Tras detallar esta información, el Museo ha presentado un San Jerónimo, recientemente restaurado que se exhibe a partir de hoy por primera vez al público como obra de Ribera. Así mismo, se han destacado otras dos importantes restauraciones recientes: la de El triunfo de San Hermenegildo de Herrera el Mozo, y la de María Luisa de Parma con tontillo de Goya, como muestra de la importancia del apoyo de la Fundación Iberdrola a esta fundamental actividad del Museo, y se ha anunciado la próxima intervención sobre El expolio del Greco, procedente de la Catedral de Toledo.
La incorporación de la Fundación Iberdrola como ‘miembro protector’ del programa de restauración del Prado en noviembre de 2010 fue ya un acuerdo decisivo para garantizar que el Museo pudiera continuar realizando los proyectos de restauración necesarios para la adecuada conservación de sus colecciones. Estas intervenciones, eliminando los barnices oxidados y restableciendo la perfecta armonía de las relaciones tonales y, en definitiva, devolviendo la luz a las obras, permiten recuperar la lectura original de cada pieza. Una lectura que se facilitará aún más gracias a la dotación de un sistema de iluminación con tecnología led que se implantará gradualmente en las salas de la colección permanente del Museo, a lo largo de los próximos cuatro años, gracias al nuevo acuerdo de colaboración suscrito con la Fundación Iberdrola por el que adquiere la categoría máxima del programa de miembros corporativos de la institución: Benefactor.
Obras maestras del Prado bajo una nueva luz
La presentación de la colección permanente no solo responde al desarrollo de un nuevo discurso expositivo creando un recorrido ordenado, fruto de la combinación del criterio cronológico y por escuelas, sino también a la puesta en marcha de una serie de actuaciones que persiguen la mejor exhibición y conservación de las obras expuestas.
En la consecución de estos objetivos se enmarca el proyecto de exhibir las obras maestras del Prado bajo una nueva luz, patrocinado por la Fundación Iberdrola, que consiste en dotar a las salas de exposición permanente de un nuevo sistema de iluminación con tecnología led que mejorará las condiciones de presentación de las obras facilitando su contemplación e interpretación y permitirá alcanzar mejores niveles de eficiencia energética e incorporar al Museo en una política de ahorro de energía y de gestión medioambiental.
Esta actuación dará solución a las diferentes necesidades que los espacios del edificio y las obras de arte requieran, intensificará el color y provocará la correcta sensación de volumen, generará efecto de profundidad sin distorsionar la composición y mejorará la nitidez de la visión. Además, contribuirá a la desaparición de la radiación UV e infrarroja, a la reducción de emisión CO2 y al descenso de los gastos de mantenimiento.
La ejecución del proyecto se realizará de forma programada en doce fases de trabajo y se prolongará hasta mayo de 2017. Comenzará en las salas 49, 50, 52 A (sala Várez Fisa), 52 B, 52 C, 55 B, 56 B, 57 B, ubicadas en la planta baja del edificio Villanueva, y finalizará en las salas que flanquean la Galería Central en su zona norte donde se exhiben obras de El Greco, Ribera y Velázquez. Se priorizará la actuación en aquellas salas objeto de una renovación museográfica integral en el marco del proyecto de Reordenación de Colecciones y la sectorización del edificio Villanueva de acuerdo a los circuitos y cuadros de iluminación del edificio.
San Jerónimo escribiendo, obra temprana de Ribera
Procedente de la colección de Isabel de Farnesio, esta obra fue depositada en 1940 en la Casa-Museo Colón en Las Palmas de Gran Canaria y levantado el depósito en septiembre del pasado año para proceder a su estudio y restauración.
El cuadro San Jerónimo escribiendo se encontraba depositado en la Casa-Museo Colón de Las Palmas de Gran Canaria, atribuido al pintor valenciano Esteban March. Recientemente, Gianni Papi, especialista en pintura caravaggista, lo identificó y publicó como obra temprana de José de Ribera. Las razones que avalan esa atribución se basan en sus estrechas similitudes compositivas y estilísticas con varios cuadros realizados por ese pintor en torno a 1615, como alguno de los que integran la serie de “Los Sentidos”.
Con ellos comparte una precisión descriptiva y un uso muy tenebrista de la luz, que tiene su origen en una asimilación muy personal de los modelos de Caravaggio. Dado el interés de la obra, se ha traído al Prado con objeto de proceder a su restauración y a su exposición dentro de las salas dedicadas al naturalismo y a Ribera. En sustitución de esta pintura, la Casa-museo Colón ha recibido en depósito San Andrés, también de Ribera. Desde el punto de vista de la colección del Prado se trata de una incorporación importante, pues junto con La resurrección de Lázaro permite que el público se forme una idea exacta de la originalidad y el nivel de calidad que alcanzó el pintor durante sus primeros años en activo, una etapa muy singular de su carrera, y que hasta hace una docena de años no estaba representada en las salas del Prado.
El cuadro llegó al Museo con problemas en todo su perímetro, debido a humedades y a un antiguo ataque de xilófagos, y con una superficie pictórica que si bien conservaba su integridad, presentaba un aspecto anómalo, debido a la oxidación de sus barnices, a las irregularidades de su superficie que produjo una antigua forración, y a una limpieza selectiva anterior, que se había concentrado en algunas zonas en detrimento de otras. Durante su proceso de restauración se han asentado y regularizado sus bordes, se han eliminado la polución y los barnices oxidados, se han reintegrado algunas faltas puntuales, y se ha sometido el cuadro a una limpieza que ha dado como resultado la recuperación de numerosos planos espaciales y, con ella, de la corporeidad del santo.
Próxima restauración de El expolio del Greco en el Museo
Junto al intenso trabajo de restauración de las obras de su propia colección, el Museo del Prado se ocupa también excepcionalmente de la restauración de otras grandes obras maestras que se confían a la experiencia y prestigio de sus técnicos y restauradores. Tal es el caso de El expolio del Greco que ingresará próximamente en sus dependencias, procedente de la Catedral de Toledo para su estudio técnico y restauración.
La restauración de esta obra se llevará a cabo en los talleres del Prado a petición del Cabildo de la Catedral y en virtud de un acuerdo suscrito tanto con el propio Cabildo como con la Fundación El Greco 2014, que se hará cargo del seguro y transporte de la obra, correspondiendo a la Fundación Iberdrola el patrocinio de su intervención como parte de su apoyo al programa de restauración del Museo.
Los trabajos comenzarán, como es habitual, con los estudios radiográficos y de infrarrojo y ultravioleta de la obra para pasar con garantías a actuar sobre la misma, procediendo a la limpieza de la suciedad superficial y barnices oxidados y a la consolidación de su capa pictórica. La restauración propiamente dicha será realizada por Rafael Alonso, experimentado restaurador del Museo y experto en la obra del gran maestro cretense. Una vez concluida y por expreso acuerdo entre las partes, la obra se expondrá durante un periodo de tres semanas en el Museo antes de su regreso a la Catedral de Toledo con anterioridad al inicio del año 2014, año en el que se cumple el cuarto centenario de la muerte del pintor.
Otras recientes restauraciones destacadas
El triunfo de san Hermenegildo, de Herrera el Mozo, es una de las obras fundamentales de la historia de la pintura española del Siglo de Oro. Pintado en 1654 para el altar mayor de la iglesia de los Carmelitas Descalzos de Madrid (actual parroquia de San José), inaugura en la pintura española la tendencia hacia un dinamismo y un cromatismo plenamente barrocos, que marcará decisivamente la obra de los artistas madrileños y sevillanos de la segunda mitad del siglo. En ese sentido, se trata de una de las pinturas más influyentes de nuestra historia artística.
Se trata de una de las primeras obras adquiridas para el museo del Prado, en el que ingresó en 1832. Su estado general de conservación es bueno, pero el tiempo había oxidado sus barnices, que recubrían a su vez una capa de polvo y colas incrustadas entre el relieve de la pincelada. Todo ello había dado como resultado un ensombrecimiento general de la obra y una pérdida de sus planos espaciales, lo que afectaba vivamente la lectura de una pintura que su creador concibió como un alarde lumínico, cromático y espacial. La restauración ha ido dirigida no sólo a la reparación y prevención de daños estructurales sino, sobre todo, a devolver la legibilidad de la obra.
El resultado, por la buena calidad de los materiales y el virtuosismo del pintor, es visible: el colorido luminoso, el juego de pinceladas empastadas alternadas con transparentes, los volúmenes y la perspectiva, el aspecto etéreo, casi de pintura mural… todo puede verse y entenderse mejor.
María Luisa de Parma con tontillo, de Goya, es una de las obras más pensadas y técnicamente más elaboradas y concluidas de Goya entre los retratos reales. Realizado en diciembre de 1789, inmediatamente después del acceso al trono de los nuevos monarcas, presenta a la reina a la manera francesa con una amplia falda o tontillo y un espectacular tocado que cubre su cabeza con gasas y plumas.
La obra ha mantenido la perfecta conservación de los empastes, que han conservado todo su relieve y con ello procuran la sutil distribución de la luz pensada por Goya. Con la limpieza de la gruesa capa de barnices amarillentos, se ha recuperado la belleza del colorido y sus gradaciones e intensidades, como en las telas o en la delicadeza de las carnaciones. Goya demuestra aquí toda su capacidad para representar la realidad de todas las materias: sedas, oros, joyas…, en una de la obras de mayor modernidad en la variedad y abstracción de las pinceladas. El trabajo de restauración de esta obra, además de recuperar la luz y colorido originales, ha puesto de manifiesto, una vez más, la técnica del maestro aragonés y el modo de ejecución de sus pinturas.
Goya ejecuta una obra de técnica muy rica y elaborada y un estudio magistral de la luz. La pintura cubre por completo la preparación rojiza del lienzo, excepto en determinadas zonas en las que lo utiliza para modelar el contorno como en los brazos, y la luz incide con mayor o menor intensidad según cae sobre la figura desde el potente foco situado fuera del ángulo superior izquierdo.