Sea cual sea su nivel de ingresos, la mayoría de los países apuestan actualmente por el fomento de la investigación y la innovación con miras a impulsar su crecimiento económico sostenible y propiciar su desarrollo
Esta es una de las conclusiones del Informe de la UNESCO sobre la Ciencia: hacia 2030, cuya presentación pública ha tenido lugar en la sede de la UNESCO, en París, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Ciencia.
“Tras la reciente adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el período 2015-2030 por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Informe sobre la Ciencia de la UNESCO pone de manifiesto que la investigación es un factor de aceleración del desarrollo económico y, a la vez, un elemento determinante en la construcción de sociedades más sostenibles y susceptibles de preservar mejor los recursos naturales del planeta”, afirma la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova.
La primera enseñanza del informe es que, a pesar de la crisis económica que azotó en 2008 a los países industrializados, el gasto interior bruto en Investigación y Desarrollo (I+D) a nivel mundial creció, pasando de 1,132 billones de dólares en 2007 a 1,478 billones en 2013, lo cual supuso un incremento del 31%, porcentaje éste muy superior al 20% de aumento experimentado en ese mismo período por el Producto Interior Bruto (PIB) de todos los países del mundo.
El país del mundo que más invierte en I+D es Estados Unidos, ya que su gasto interior bruto por este concepto representa el 28,1% del efectuado en todo el mundo. A continuación viene China con un 20%, por delante de la Unión Europea (19%) y del Japón (10%). Los restantes países del mundo, aunque concentran el 67% de la población del planeta, sólo representan el 23% del gasto mundial en I+D. Cabe destacar, sin embargo, que en algunos países como Brasil, la India y Turquía, las inversiones en I+D están aumentando a un ritmo acelerado.
Retroceso de la inversión pública
El aumento del gasto en I+D se debe en una gran parte a las inversiones del sector privado, que han compensado la suspensión o los recortes de las efectuadas por el sector público en algunos países industrializados como Francia, Italia y el Reino Unido. La tendencia al retroceso de las inversiones públicas ha sido especialmente acusada en Canadá –un país cuyo porcentaje en el gasto mundial disminuyó, pasando del 2,1% al 1,5% en el período 2007-2013– y también en Australia, debido a los importantes recortes de los presupuestos destinados a financiar la investigación y a la prioridad otorgada a las ciencias aplicadas en detrimento de la investigación fundamental.
Ahora bien, tal y como destacan los autores del informe, la investigación fundamental no sólo es generadora de conocimientos, sino que contribuye a la mejora de la calidad de la enseñanza superior. Con el correr del tiempo, la restricción de las inversiones públicas puede influir negativamente en el ritmo de difusión de los conocimientos. Por ejemplo, la llamada Revolución Verde, gracias a la cual aumentó considerablemente la producción agrícola en todo el mundo a partir del decenio de 1950, dependió casi exclusivamente de la labor de investigación realizada en las universidades y laboratorios del sector público. En cambio, hoy en día, los avances de la investigación en ciencias genéticas y biotecnologías se deben en muy gran medida a los trabajos de empresas del sector privado, que son mucho más restrictivas en lo referente a la difusión de sus conocimientos.
El hecho de que el gasto en I+D haya progresado a escala mundial, a pesar de la crisis, pone de relieve que en nuestros días se tiene la convicción de que la I+D es un factor esencial del crecimiento económico y el desarrollo. De hecho, son muy numerosos los países que apuestan por el fomento de la I+D, sea cual sea su nivel de ingresos. Esto se debe a que intentan mantener el puesto que ocupan en un mundo sumamente competitivo, como el actual, o a que tratan de abrirse un hueco en la carrera hacia la competitividad.
En el continente africano, por ejemplo, cada vez está más extendida la convicción de que la creación de infraestructuras modernas –hospitales, ferrocarriles, carreteras, etc.– y la diversificación de la economía exigen la realización de inversiones en ciencia e innovación, así como la formación de una mano de obra cualificada. En Kenya, el porcentaje del PIB dedicado la I+D se multiplicó por algo más de dos, pasando de un reducido 0,36% en 2007 a un 0,79% en 2010. El gasto en I+D también aumentó en Etiopía, Ghana, Malawi, Malí, Mozambique y Uganda.
En este contexto de intensificación de las inversiones en I+D, algunos países han establecido como nueva prioridad el fomento de las tecnologías vinculadas al desarrollo sostenible, lo cual está en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por las Naciones Unidas el pasado mes de septiembre. Este fenómeno ha cobrado un relieve especial en América Latina, donde 19 países han adoptado políticas destinadas a fomentar las energías renovables. Uruguay, por ejemplo, se ha fijado el objetivo de conseguir que, a finales de 2015, el 90% de su electricidad se genere a partir de fuentes energéticas renovables. Por su parte, Chile y México han aumentado muy considerablemente sus parques solares y eólicos.
En la región de los Estados Árabes se están llevando a cabo proyectos análogos. Marruecos, por ejemplo, inauguró en 2014 la mayor granja eólica de África y está instalando una granja solar que también podría llegar a ser la más importante de este continente. Por su parte, Arabia Saudita ha anunciado en 2015 la puesta en marcha de un programa de desarrollo de la energía solar.
Aumento del personal de investigación y de la movilidad de los investigadores y estudiantes de doctorado
La intensificación de los esfuerzos en pro de la investigación se ha traducido en un incremento del personal dedicado a ella. Nunca ha contado el mundo con un número de investigadores tan grande como el actual. Hoy en día suman en todo el planeta 7,8 millones, lo que supone un aumento del 20% con respecto a la cifra existente en 2007. La mayor parte de los investigadores se concentran en la Unión Europea, que totaliza el 22% del personal dedicado a la investigación en el mundo. A continuación vienen China (19%) y los Estados Unidos (16,7%).
Paralelamente al aumento del número de investigadores, se ha podido observar un gran desarrollo de las publicaciones científicas, que han aumentado en un 23% desde 2008. En 2014 alcanzaron la cifra de 1,27 millones. En este ámbito Europa también se coloca en cabeza, con un 34% de las publicaciones editadas a nivel mundial, y el segundo puesto corresponde a los Estados Unidos, con un 25%, pero cabe señalar que esos dos porcentajes han experimentado un leve descenso en los últimos tiempos. En cambio, las publicaciones científicas de China se han duplicado prácticamente en un lustro y equivalen ahora al 20% del total mundial, mientras que hace diez años sólo representaban el 5% de ese total. Estos datos ponen de relieve la madurez que ha alcanzado el sistema de investigación en China en lo que se refiere a la importancia de las inversiones y al número de investigadores y publicaciones.
No sólo ha aumentado el número de científicos en el mundo, sino también su movilidad a escala internacional. A pesar del auge de Internet y la multiplicación de las plataformas en línea, los científicos sienten la necesidad de desplazarse fuera de sus países desde que empiezan a cursar sus estudios de doctorado. La movilidad creciente de los estudiantes de doctorado induce a su vez la de los investigadores profesionales. Según los autores del informe, esta tendencia a la movilidad constituye probablemente una de las características más importantes de la época actual.
La probabilidad de desplazarse a países extranjeros es mayor entre los estudiantes de ciencias originarios de los Estados Árabes, Asia Central, África Subsahariana y Europa Occidental. Europa y los Estados Unidos siguen siendo los puntos de destino preferidos de los estudiantes que van al extranjero. Los Estados Unidos dan acogida, por sí solos, a prácticamente la mitad (49%) de los estudiantes de doctorado en ciencias e ingeniería que se desplazan al extranjero para proseguir sus estudios. Detrás de este país vienen el Reino Unido (9%), Francia (7%) y Australia (4,6%).
Desde 2008 ha disminuido el atractivo ejercido por Europa y América del Norte sobre los estudiantes originarios de las demás regiones del mundo. Los puntos de destino de los estudiantes deseosos de ir al extranjero para perfeccionarse se han diversificado. Sudáfrica acogió a unos 60.000 estudiantes extranjeros en 2009. En América Latina, Cuba sigue siendo el país de destino preferido por los estudiantes de otros países de este subcontinente y dio acogida en sus centros de enseñanza superior a unos 17.000, mientras que Brasil y Chile recibieron a 5.000 y 2.000 estudiantes respectivamente. Merece ser mencionado el caso de Malasia, donde el número de estudiantes extranjeros se multiplicó prácticamente por dos entre 2007 y 2012, llegando a alcanzar la cifra de 56.000. Este país se ha fijado el objetivo de llegar a ser en 2020 el sexto punto de destino más importante de los estudiantes que se desplazan a países extranjeros.
Incluso algunos países víctimas de la llamada “fuga de cerebros” están atrayendo a estudiantes de otras naciones. Sudán, por ejemplo, perdió en el período 2002-2014 unos 3.000 investigadores, que emigraron a países vecinos –Etiopía, en particular– donde existen condiciones más favorables. A pesar de esa pérdida, Sudán se ha convertido al mismo tiempo en un punto de destino para estudiantes procedentes de países árabes y africanos.
Continuidad del predominio masculino en el mundo de la investigación
Aunque las mujeres han logrado la paridad en el estudiantado que cursa estudios de máster en ciencias, solamente representan el 43% de los estudiantes que obtienen un doctorado. La disparidad entre los sexos se agudiza en el escalón siguiente, ya que sólo un 28,4% del personal de investigación en el mundo son mujeres. Además, el acceso de las investigadoras a fuentes de financiación de su actividad es más reducido que el de sus colegas masculinos y son menos numerosas en las universidades de mayor prestigio. También son minoritarias en los puestos de mayor responsabilidad, tanto en los consejos directivos que administran las instituciones científicas como en los que regentan las universidades.
Las regiones del mundo que cuentan con más investigadoras son Europa Sudoriental (49%), el Caribe, Asia Central y América Latina (44%). Cabe destacar que en los Estados Árabes las mujeres representan el 37% del personal de investigación, un porcentaje superior al observado en la Unión Europea (33%).
Algunos países están aplicando estrategias destinadas a contrarrestar la disparidad entre los sexos. Alemania, por ejemplo, estableció en 2013 una cuota de un 30% de mujeres en los consejos de administración de empresas. Japón, por su parte, está tratando de que en el sistema de concesión de becas se aumente la proporción de mujeres en el personal de investigación, así como en el dedicado a la docencia.
Dificultad para arbitrar las inversiones en I+D
Una de las conclusiones de los autores del informe es que la elaboración de políticas nacionales fructíferas en materia de ciencia e innovación es una empresa sumamente difícil, debido a que es necesario actuar en varios ámbitos a la vez: la educación, la investigación fundamental, el desarrollo tecnológico y la inversión del sector privado en I+D. Los autores señalan, además, que la dificultad de esa empresa es mucho mayor aún como consecuencia del agotamiento de los presupuestos públicos provocado por la crisis de 2008 en muchos países industrializados.
Aunque los mayores esfuerzos de inversión en I+D los realizan las naciones más ricas, actualmente hay muchos otros países que llevan a cabo actividades de innovación, sea cual sea su nivel de ingresos. En efecto, una parte de estas actividades se realizan al margen de las destinadas a la I+D propiamente dicha. Los autores del informe alientan a los encargados de la adopción de decisiones a tomar medidas destinadas a crear incentivos para las empresas que no se centren exclusivamente en la I+D, sino que apunten también a fomentar actividades de innovación, en particular transferencias de tecnología y adquisiciones de maquinaria y programas informáticos que son elementos determinantes en todo proceso innovador.
Basándose en un estudio sobre 65 países realizado en 2013 por el Instituto de Estadística de la UNESCO, el informe señala que se incumple con frecuencia el compromiso de estrechar de los vínculos entre el sector privado, las universidades y las instituciones públicas de investigación, pese a que la mayoría de los gobiernos lo propugnan en sus políticas científicas. En el informe se invita a los encargados de la adopción de decisiones a elaborar estrategias encaminadas a corregir esta tendencia.
Este informe mundial sobre la ciencia hace hincapié asimismo en la importancia que tiene la gobernanza para impulsar un desarrollo basado en la innovación. A este respecto, señala que la corrupción en las universidades obstaculiza la formación de titulados con la debida cualificación y desalienta las inversiones del sector privado, ya que las empresas pierden interés por las inversiones en I+D cuando no pueden recurrir a sistemas judiciales que sean aptos de defender sus derechos de propiedad intelectual.
El Informe sobre la Ciencia de la UNESCO está redactado por un equipo de expertos internacionales y se publica quinquenalmente. Sobre la base de numerosos datos cualitativos y cuantitativos, este informe hace un balance de la tendencias observadas a escala mundial en lo referente a la I+D. Estructurado en capítulos dedicados a las diferentes regiones y grupos de países del mundo,* este importante documento ofrece también una serie de instantáneas sobre determinados países, ** así como monografías sucintas sobre algunos temas específicos, por ejemplo la función desempeñada por los conocimientos de los pueblos indígenas.
* África Meridional, África Central y Oriental, África Occidental, América Latina, Asia Central, Asia Meridional, Asia Sudoriental y Oceanía, los Estados Árabes, los países miembros de la Comunidad del Caribe (CARICOM), los países ribereños de la cuenca del Mar Negro y la Unión Europea.
** Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Federación de Rusia, India, República Islámica del Irán, Israel, Japón, Malasia y la República de Corea.