Un relato de la extraordinaria dimensión y la considerable vitalidad que conoció el arte británico entre los siglos XV y XX es lo que ofrece esta exposición, cuyo título hace eco de la novela homónima del escritor británico Robert Louis Stevenson, al reflejar cómo la isla tiene un tesoro –su arte, su pintura y escultura- que, como casi todos los tesoros, está aún medio oculto y por descubrir. Y la perspectiva adoptada ha sido la de los lugares geográficos; la idea que subyace al proyecto ha sido preguntarse dónde estaba y dónde está, en lugar de perderse en disquisiciones poco brillantes sobre el qué era y qué es el arte británico en sus cinco siglos de historia, del XVI al XX. La crónica del arte específicamente británico lo presenta como sorprendentemente universal: un considerable número de artistas extranjeros hizo de Gran Bretaña su lugar de residencia y de trabajo.
La muestra reúne 180 piezas –pinturas, esculturas, obra sobre papel, libros, revistas y fotografías– realizadas por más de un centenar de artistas, y procedentes de diversas instituciones europeas, principalmente británicas. Todo ese caudal de obras, que abraza más de cinco siglos, está organizado en siete apartados: desde los impresionantes ejemplos de escultura religiosa dañada por los iconoclastas puritanos durante la Reforma, hasta las piezas Pop de Blake o Hamilton, el conceptualismo de un Richard Long o la emblemática escultura de Toni Cragg, Britain Seen from the North, de 1981).
Las secciones de la exposición se titulan Destrucción y Reforma (1520-1620), La revolución y el Barroco (1620-1720), Sociedad y sátira (1720-1800), Paisajes de la mente (1760-1850), Realismo y reacción (1850-1900), Modernidad y tradición (1900-1940) y Un mundo feliz (1945-1980).
La isla del tesoro. Arte británico de Holbein a Hockney está acompañada de un catálogo profusamente ilustrado, en dos ediciones, española e inglesa, que contiene una fresca, pero rigurosa y completa introducción al arte, la historia y la cultura visual de Gran Bretaña durante cinco siglos.
El pasado viernes 5 de octubre se inauguró en la Fundación Juan March (www.march.es, también en Facebook y Twitter: @fundacionmarch) la exposición, y con ese motivo se ofreció como en otras ocasiones, en el acto inaugural, el primer concierto del ciclo CINCO SIGLOS DE MÚSICA BRITÁNICA, que consta de cuatro conciertos. A partir del miércoles 10 de octubre continúa este repaso a la música británica para concluir el miércoles 24 de octubre. Estos tres conciertos de los miércoles se transmiten por Radio Clásica, de RNE.
La condición insular de las Islas Británicas propició el desarrollo de particularidades artísticas alejadas de las prácticas establecidas en el continente. Este ciclo muestra una visión resumida de cinco siglos de historia de la música en Gran Bretaña, enfatizando sus momentos históricos más distintivos.
El primer concierto (el pasado día 5, en el acto inaugural) se centró en la canción con acompañamiento de laúd, el género en pequeño formato más cultivado en las islas durante el siglo XVII junto al consort de violas. Así lo confirma la amplia producción de Dowland y Purcell, tenidos por la historiografía como dos de los compositores más relevantes de su época.
El segundo concierto está dedicado monográficamente a la polifonía renacentista, con sus especificidades litúrgicas derivadas de la Reforma y la Contrarreforma. Tallis, Taverner y Byrd, quizá sus máximos representantes, supieron forjar una Via anglica diferenciada de la escritura polifónica continental.
El tercer concierto del ciclo se dedica al siglo XVIII y a la “invasión” de compositores e intérpretes italianos que colonizaron todos los rincones de Europa. Si la intensa circulación de la música en esta época facilitó el predominio del estilo italiano en todo el continente, en Inglaterra su presencia fue sin duda aún mayor que en el resto de los países. La coronación de Haendel y el culto a Corelli son claros ejemplos de ello, ambos compositores gozaron de fama y reconocimiento en todo el mundo, pero en ningún país ejercieron tanta influencia como en Inglaterra.
Finalmente, Gran Bretaña también tuvo un papel distintivo en el proceso de cambio promovido por las vanguardias históricas, de las que se ocupa el cuarto concierto, en este caso por su actitud más bien reacia a las rupturas radicales.
La mirada al pasado y el anclaje en una tradición propia serían el camino alternativo emprendido por muchos compositores británicos durante la primera mitad del siglo XX, con Elgar y Britten como figuras más destacadas.
En resumen, en este ciclo presentamos una panorámica representativa y necesariamente selectiva de la historia de la música británica a través de cuatro conciertos, que además están protagonizados íntegramente por intérpretes británicos.