La exposición Pessoa en España es un repaso a la relación del escritor portugués Fernando Pessoa (1888-1935) con España
A partir del 13 de junio se abre al público la muestra organizada por la Biblioteca Nacional de España (BNE), con la colaboración de la Dirección General de Política e Industrias Culturales y del Libro, la Biblioteca Nacional de Portugal, el Instituto Camoes y Mostra Espanha.
Los comisarios son el profesor español de la portuguesa Universidad de Évora, Antonio Sáez Delgado, y el colombiano de la Universidad de Los Andes, Jerónimo Pizarro.
El visitante de la exposición podrá conocer la primera piedra angular de la recepción de Pessoa en España, como es la traducción que se hizo de algunos de sus poemas en el diario onubense La Provincia, en 1923, cuando Rogelio Buendía (su traductor) inaugura la presencia de Pessoa en España a través de sus textos. Esta recepción cobrará una especial importancia, tras la muerte del poeta, gracias a las primeras traducciones de Ángel Crespo en los años cincuenta, de la célebre antología de Octavio Paz en los años sesenta y de las ediciones de los setenta y posteriores, que hacen de Pessoa el autor portugués del siglo XX por antonomasia y uno de los escritores más leídos en cualquier idioma.
Entre otras piezas, podremos contemplar en la exposición, Fernando Pessoa y su creación poética (1955), de Joaquín de Entrambasaguas, (1904-1995); Fernando Pessoa (1983), de José Luis García Martín; Libro del desasosiego, de Pessoa;Estudios sobre Pessoa (1984), de Angel Crespo (1926-1995); El texto íntimo: Rilke, Kafka y Pessoa ( 1993), de Fernando Castro Flórez; Lisboa: la ciudad de Fernando Pessoa (2012), de Juan José Vázquez de Avellaneda; Since the desintegration of Spain (carta de 1931 de Pessoa, en la que polemiza con Miguel de Unamuno); un retrato en óleo sobre tela, realizado al portugués en 1912 por Adolfo Rodríguez Castañé; Carta astrológica da Segunda República Espanhola ( 1931), de Pessoa; y Poesía, ontología y tragedia en Fernando Pessoa (2012), de Pablo Javier Pérez López.
Hay un aspecto notarial por el que se informa de que Pessoa tuvo poca influencia española, que las apariciones de España en su obra tienen como uno de sus ejes la idea de Iberia y las relaciones entre sus pueblos, que tuvo algunas amistades españolas singulares, como la que le unió a Iván Nogales, y que su recepción cobró importancia a partir de las primeras traducciones de Ángel Crespo en los cincuenta, de la antología de Octavio Paz en los años sesenta y de las ediciones de los setenta y posteriores, que hacen de Pessoa uno de los poetas y ensayistas más leídos en cualquier idioma.
El mito de Iberia
A pesar de que es un tópico verdadero y muchas veces escrito que Pessoa nunca se interesó demasiado por España, también lo es que su vida estuvo salpicada de momentos de encuentro con nuestro país, donde la recepción de su obra (mayoritariamente póstuma) alcanza pronto un nivel muy destacado. Pessoa mantuvo contactos personales o epistolares con escritores españoles como Miguel de Unamuno, Adriano del Valle, Rogelio Buendía, Isaac del Vando-Villar o Iván de Nogales, y conoció en un café lisboeta a Ramón Gómez de la Serna.
De los años diez del siglo XX data, además, el único retrato del escritor realizado en vida por un pintor español, el célebre óleo que realiza el naturalista Rodríguez Castañé, que forma parte de la exposición. Además, Pessoa escribió un conjunto importante de páginas dedicadas al mito y al problema de Iberia, probablemente escondidas bajo el título de Iberia. Introducción a un imperialismo futuro, en las que sueña con una especie de confederación ibérica que sorprenda al mundo con su imperio cultural, y cuyos originales, de puño y letra de Pessoa o escritos a máquina por él mismo, estarán presentes en la exposición.
La figura de Pessoa, siendo geográficamente cercana, es misteriosa, y su lejanía/cercanía se alinea en paralelo a la misma cercanía/lejanía que viven España y Portugal. Al tiempo, la fuerza de su obra es especialmente grata a los españoles cuando descubren una conciencia tan aguda y cosmopolita, y sus poemas funcionan con extraordinaria fuerza en castellano, si es que no se leen en el portugués original, que tampoco es demasiado difícil para gran número de lectores.
Pessoa nunca estuvo en España (salvo una escala en las Canarias) ni se interesó demasiado por su cultura, pero un repaso más pausado de su trayectoria permite descubrir aspectos que ponen en relación a los dos países ibéricos. Dejó constancia en cartas, libros, documentos y apuntes. Poco a poco, por otro lado, fue cuajando su poesía en España, sobre todo a partir de la antología que preparó Octavio Paz y publicó en 1962.
Con el paso del tiempo, no cesa de crecer el influjo de la obra del luso. Poeta fragmentado y fingidor, huidizo a través de sus heterónimos, nunca abandonó, sin embargo, su afán de recomponer la realidad fatalmente rota que le atenazaba y le toco vivir. También en sus escritos sobre el iberismo, que a este lado de la frontera han estudiado con solvencia autores como Ángel Crespo. España y Portugal, sostiene el escritor portugués, deben estar unidas ante Europa: “Crear una nueva literatura, una nueva filosofía, ese es el primer paso”.
La exposición se complementa con una mesa redonda, La recepción de Fernando Pessoa en España (26 de junio, a las 19 horas), que contará con la intervención de Jesús Munárriz, Pilar Gómez Bedate y uno de los comisarios de la muestra, Antonio Sáez Delgado.