Un ‘oro azul’ que hay que proteger, lanzamiento del Informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2021 de la ONU
La falta de reconocimiento del valor del agua es la principal causa de su desperdicio y mal uso, según el Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2021, publicado por la UNESCO en nombre de ONU-Agua. A pesar de la dificultad de asignar un valor objetivo e indiscutible a un recurso que es la base misma de la vida, parece necesario explicar las diferentes dimensiones del agua para arrojar luz sobre los distintos aspectos de su “valor”. Sobre todo en momentos en que este recurso es cada vez más escaso, en un contexto de crecimiento demográfico y cambio climático.
Titulado “El valor del agua”, el informe de este año demuestra que si el agua se descuida y desperdicia a menudo es porque tendemos a pensar en ella sólo en términos de coste, sin percibir su inmenso valor, que ningún precio puede reflejar.
El valor del agua es realmente incalculable, infinito, ya que la vida no existe sin ella y no hay sustituto para ella. El entusiasmo generalizado por la idea de que podrían encontrarse rastros de ella en Marte, o el hecho de que el agua y la vida se utilicen como sinónimos cada vez que se mencionan mundos extraterrestres, son quizá la mejor ilustración de ello.
El informe subraya que es esencial enriquecer la noción de “valor” del agua y que no se pueden confundir las nociones de “precio”, “coste” y “valor”.
Mientras que los dos primeros aspectos son potencialmente cuantificables, la noción de “valor” es mucho más amplia e incluye dimensiones sociales y culturales.
El agua no es una materia prima que pueda tratarse como un producto de consumo y negociarse en el mercado de valores. El reto consiste en asignar un valor justo a un recurso cuya importancia varía según los ámbitos de la actividad económica y los periodos, y que tiene en cuenta su dimensión social, medioambiental y cultural.
Las herramientas y metodologías para determinar el valor del agua son imperfectas y poco utilizadas
Las herramientas disponibles hoy día tienden a reducir al agua únicamente a su aspecto económico. No se trata de negar que el agua pueda tener un valor económico: es un recurso que puede utilizarse para muchos fines: producción de alimentos, electricidad, usos industriales, etc. Sin embargo, aunque la valoración monetaria tiene la ventaja de ser conveniente y fácil de entender para el uso del agua en la agricultura y la industria, tiene la desventaja de infravalorar o incluso ignorar otros aspectos que son más difíciles de traducir en una cantidad monetaria. Por ejemplo, ¿cómo podemos cuantificar los 443 millones de días escolares que se pierden cada año por enfermedades relacionadas con el agua?
Por otro lado, algunas sociedades rechazan la idea de aplicar un patrón económico de lectura a la naturaleza y sus beneficios. Ponen de relieve los derechos de la “Madre Tierra”, o incluso creencias religiosas que hacen que las interpretaciones estrictamente económicas del valor del agua sean profundamente inadecuadas. En la India, por ejemplo, el Ganges es venerado por los hindúes como una entidad viva con los mismos derechos que los seres humanos. Del mismo modo, en Nueva Zelanda, la Ley Te Awa Tupua, aprobada en 2017, reconoce al río Whanganui como “una entidad indivisible y viva desde las montañas hasta el mar” y garantiza la protección del río por parte de la población local maorí.
Entre estas consideraciones y la forma en que los inversores ven el agua como un recurso que hay que valorizar, parece difícil desarrollar un sistema unificado para medir el valor del agua en sus diversos aspectos. Sin embargo, es posible desarrollar un enfoque integrado que permita considerar conjuntamente las diferentes dimensiones del agua, con el fin de identificar las opciones políticas pertinentes. Un elemento clave de este enfoque es garantizar que todas las partes interesadas, independientemente de su origen o género, participen en las evaluaciones y la toma de decisiones. Si queremos enriquecer nuestro enfoque del agua y no reducirlo a un mero valor monetario, debemos enriquecernos con todos los puntos de vista, especialmente los de las personas afectadas.
Superar las diferencias de opinión y alcanzar los compromisos necesarios es uno de los grandes retos de la gestión del agua.
Esto implica poner en marcha mecanismos que permitan a las partes interesadas no sólo expresarse sino, sobre todo, ser escuchadas.
Cuando se estudian los grandes proyectos de infraestructuras, por ejemplo, es esencial tener en cuenta todas estas diferentes dimensiones, a riesgo de subestimar sus consecuencias sociales, culturales y medioambientales. Un verdadero enfoque de costes y beneficios no puede evitar considerar los diferentes “valores” del agua.
Del mismo modo, sabemos que proporcionar el acceso universal al agua potable y al saneamiento en 140 países de ingresos bajos y medios costaría 114.000 millones de dólares al año, a cambio de múltiples beneficios, tanto sociales como económicos, que son difíciles de evaluar.
Precisamente en estas cuestiones se centra la edición de este año.
El Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo (WWDR), que aborda un tema diferente cada año, es el principal informe de ONU-Agua sobre cuestiones de agua y saneamiento. El informe es publicado por la UNESCO, en nombre de ONU-Agua, y su elaboración está coordinada por el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP) de la UNESCO. El informe describe los principales avances en la situación, el uso y la gestión del agua dulce y el saneamiento a partir del trabajo de los miembros y socios de ONU-Agua. Publicado el Día Mundial del Agua, el informe proporciona conocimientos y herramientas para que los responsables de la toma de decisiones puedan diseñar y aplicar políticas hídricas sostenibles. También presenta algunas de las mejores prácticas y análisis en profundidad que estimularán ideas y acciones para una mejor gestión en el sector del agua y más allá.