La duración de los cierres varía mucho según la región, desde cinco meses (20 semanas) de cierres completos a nivel nacional de media en los países de América Latina y el Caribe, hasta dos meses y medio (10 semanas) en Europa, y sólo un mes en Oceanía
Un año después del inicio de la pandemia de la COVID-19, más de 800 millones de estudiantes, equivalente a más de la mitad de la población mundial estudiantil, siguen enfrentándose a importantes interrupciones en su educación, desde el cierre total de las escuelas en 31 países hasta la reducción de los horarios académicos en otros 48, según indican los nuevos datos publicados en el mapa de seguimiento interactivo de la UNESCO.
El mapa muestra cómo, desde el inicio de la pandemia, las escuelas han estado cerradas por completo durante una media de 3,5 meses (14 semanas). Esta cifra se eleva a 5,5 meses (22 semanas) –equivalente a dos tercios de un año académico- si se tienen en cuenta los cierres de escuelas en zonas localizadas.
Se observan variaciones regionales similares cuando se tienen en cuenta los cierres localizados. La duración de los cierres completos y localizados superó los siete meses (29 semanas) de media en América Latina y el Caribe, en comparación con la media mundial de cinco meses y medio (22 semanas).
Los gobiernos se han esforzado en reducir al mínimo los cierres a nivel nacional -de 190 países durante el peor momento en abril de 2020 a 30 países en la actualidad -en favor de cierres parciales y/o locales. Hoy en día, las escuelas están totalmente abiertas en 101 países.
Los datos publicados por el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO muestran que, incluso antes de la crisis de la COVID-19, solo uno de cada cinco países demostraba un fuerte compromiso con la equidad en la educación a través de sus mecanismos de financiación, y hay pocos indicios de que exista una fuerte preocupación acerca de esta en las respuestas frente a la COVID-19.
En la celebración del Día Internacional de la Educación, la UNESCO insta a que se incremente y mejore la financiación de la educación y llama la atención sobre la escasa prioridad que se le asigna en los esfuerzos de recuperación. Los datos de la UNESCO muestran que el sector sólo recibe un 0,78% de los paquetes de ayuda en todo el mundo. Además, se estima que la ayuda a la educación vaya a disminuir en un 12% como consecuencia de la pandemia. Según nuestras conclusiones, la pandemia también puede aumentar el déficit de financiación de la educación en un tercio, hasta alcanzar los 200 000 millones de dólares anuales en los países de ingresos bajos y medios, lo que representa cerca del 40% del coste total. La inversión inicial en programas de recuperación ahorrará dinero en el futuro, reduciendo en un 75% el coste de la reparación de los daños causados por la COVID-19.
En la Reunión Global sobre la Educación convocada por la UNESCO en octubre de 2020, los gobiernos y socios se comprometieron a proteger los presupuestos de educación y a centrar la recuperación en la reapertura segura e inclusiva de las escuelas, sin olvidar el apoyo a los profesores, el desarrollo de habilidades y la conectividad para todos.
Para permitir un regreso seguro a la escuela, la UNESCO ha pedido que los 100 millones de docentes y educadores del mundo tengan prioridad en las campañas de vacunación.
Con motivo del Día Internacional de la Educación, la UNESCO y la Alianza Mundial para la Educación, junto con la Sede de las Naciones Unidas, organizan un acto para destacar la necesidad de proteger y movilizar una financiación equitativa para la educación, dar voz a los «héroes de la comunidad» que actuaron para no dejar a ningún alumno atrás durante el cierre de las escuelas, y de presentar las innovaciones que allanan el camino hacia sistemas educativos más resistentes e inclusivos.
La Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay afirmó: Los cierres prolongados y repetidos de los centros educativos están teniendo un creciente coste psicosocial para los estudiantes, aumentando las pérdidas de aprendizaje y el riesgo de abandono escolar, lo que afecta de forma desproporcionada a los más vulnerables. El cierre total de las escuelas debe ser, por tanto, el último recurso y su reapertura en condiciones de seguridad, una prioridad. Necesitamos un paquete de recuperación adecuadamente financiado para reabrir las escuelas de forma segura, dirigiéndonos a los más necesitados y volviendo a encarrilar la educación para la generación COVID-19. En el Día Internacional de la Educación, hago un llamamiento a los países y socios para que den prioridad a la educación, un bien común mundial, en la recuperación.