Ministra de Cultura y Comunicación de Francia entre 2016 y 2017, Audrey Azoulay fue elegida Directora General de la UNESCO el 10 de noviembre de 2017. Es la segunda mujer que accede a este cargo y la undécima personalidad que lo desempeña desde que se fundó la Organización. Comprometida a lo largo de toda su carrera con la defensa de la diversidad cultural, está resuelta a mantener su compromiso a la cabeza de la UNESCO, una UNESCO moderna, que contribuya a configurar el mundo del mañana.
“Mi ambición es que la UNESCO tenga influencia para dar un rostro humano a la mundialización”, declaró la nueva Directora General el 13 de noviembre 2017, día de su toma de posesión. Según su visión, la UNESCO está llamada a ser un instrumento de elaboración de normas para hacer progresar a la sociedad, un organismo de expertos que participe en la divulgación del conocimiento y un foro de pensamiento sobre el mundo del futuro.
En opinión de la Directora General, la unidad es imprescindible para pensar el mundo del mañana y para reconstruir esa unidad debemos basarnos en los valores universales de la paz, la educación, la cultura, las ciencias y las libertades y llevar a cabo una acción de largo aliento: “La UNESCO, a través de sus misiones, su mensaje y sus actividades concretas, está íntimamente vinculada al porvenir de la humanidad a largo plazo”, precisó en su discurso, recalcando la prioridad esencial que la UNESCO concede a África y a las mujeres. A África, “con la convicción de que es el continente en el que se plasman los desafíos y las soluciones de nuestro futuro común”. Y a las mujeres “para devolverles el lugar que les corresponde como protagonistas de su propio destino y factor de progreso de nuestras sociedades”.
Audrey Azoulay hizo también hincapié en el papel específico desempeñado por la UNESCO en sus ámbitos de competencia: coordinar la cooperación internacional y combinar con la mayor eficacia posible la labor normativa con la acción sobre el terreno. “Esto supone –declaró– que sigamos pensando y nutriendo el vínculo fundamental con los círculos intelectuales, en especial con todos los sectores científicos que exploran continuamente la complejidad de la época presente”.
Una de las importantes empresas que nuestro siglo debe acometer, según Audrey Azoulay, es “la reconciliación entre la revolución digital y científica sin precedentes que estamos viviendo y los valores humanistas que defendemos”. La UNESCO debe ser uno de los ejecutores importantes de esta tarea, que entra de lleno en todos los ámbitos de su mandato.
Sobre la base de las probadas competencias que posee la Organización para contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 y la aplicación del Acuerdo de París sobre el cambio climático, la Directora General recalcó que es necesario multiplicar las alianzas con los organismos del sistema de las Naciones Unidas, los Estados Miembros de la UNESCO y las organizaciones regionales, así como con ciudades y agrupaciones de la sociedad civil de todo el mundo.
Plenamente convencida de que ningún problema importante de nuestros días puede ser solucionado por un solo país o un grupo reducido de países, y de que no es posible afrontar los retos contemporáneos sin apoyarse en la ciencia, la educación y la cultura, Audrey Azoulay estima que la UNESCO debe participar de lleno en el establecimiento de un orden mundial cimentado en el multilateralismo y los valores humanistas: “La promesa de la UNESCO y lo que debemos al mundo es trabajar en este marco multilateral abordando las causas profundas de nuestro destino colectivo”, declaró.
La Directora General estima también que un mundo sin inteligencia colectiva sería impotente para hacer frente a los problemas que se plantean en común a la humanidad, por lo que cree que la UNESCO debe ser precisamente una “inteligencia colectiva en acción”.
“Reproducido del Correo de la UNESCO” Enero – Marzo 2018.