Dos estudios sobre igualdad de género y la inclusión fueron presentados durante un evento de alto nivel donde participaron expertos y autoridades de América Latina y el Caribe
El primer Informe, Todos y todas sin excepción producido por el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM), la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago) y el Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe- SUMMA, insta a los países de la región a no olvidar a los niños, niñas y jóvenes más desfavorecidos y promover la inclusión en la educación en el contexto de la crisis de la COVID-19. El Informe muestra cómo la intersección del género con la pobreza, la etnia de pertenencia, la discapacidad y el lugar de residencia, entre otros puede exacerbar las desventajas y brechas educativas.
El segundo Informe, producido por el Informe GEM y titulado Una nueva generación: 25 años de esfuerzos en favor de la igualdad de género en la educación muestra que desde 1995 se han matriculado 180 millones más de niñas en la enseñanza primaria y secundaria alrededor del mundo. Hace un balance de los avances en la educación de las niñas en los últimos veinticinco años después de la Declaración y Plataforma de Acción de Pekín, un compromiso histórico de 189 países para avanzar los derechos de las niñas y las mujeres.
En América Latina y el Caribe se ha registrado un progreso significativo en la educación de las niñas, acercándose a la universalidad en el acceso a la educación primaria. En Guatemala, por ejemplo, la tasa de finalización de primaria de las niñas más pobres ha aumentado más del doble en tan solo 15 años, prácticamente eliminando la brecha con los niños.
También ha habido gran progreso en el segundo ciclo de secundaria en países como México, donde el porcentaje de niñas matriculadas pasó del 38% en 1995 al 84% en 2018. Costa Rica también experimentó un incremento significativo en el acceso a la enseñanza secundaria de las niñas, pasando de 38% en 1995 al acceso universal en 2018.
Sin embargo, hay seis países de la región donde menos de la mitad de las niñas completan el segundo ciclo de enseñanza secundaria: Haití, Guatemala, Surinam, Honduras, Uruguay y Nicaragua. Además, persisten grandes disparidades de género en el acceso a la educación, en particular entre el alumnado más vulnerable. En Belice, por ejemplo, casi ninguna joven pobre de zonas rurales finalizó el segundo ciclo de escuela secundaria. No obstante, son los hombres jóvenes de la región quienes tienen más probabilidades de desvincularse de la educación y abandonar la escuela antes de tiempo.
A nivel mundial, hay tres veces más mujeres matriculadas en las universidades que hace dos décadas. Hoy en día hay menos hombres que mujeres matriculados en la enseñanza superior en prácticamente todos los países de la región.
“El mundo ha cambiado significativamente en los últimos 25 años, cuando las niñas luchaban por hacer realidad su derecho a la educación. Hoy en día, hay más niñas que niños matriculados en las escuelas y universidades. ¿Significa esto que hemos logrado la igualdad de género en la educación? Puede que hayamos recorrido un largo camino, pero la paridad no significa igualdad”, dijo Manos Antoninis, director del Informe de Seguimiento a la Educación en el Mundo, quien añadió “una agenda de igualdad de género para los próximos 25 años requiere un nuevo enfoque en todo el mundo, incluida América Latina y el Caribe”.
El lento progreso en los avances en materia de igualdad de género en la educación se debe a la persistencia de normas de género negativas en la educación. En las zonas rurales de muchos países de ingresos bajos y medios, a menudo se espera que las niñas se casen y asuman funciones domésticas, lo que actúa como una barrera para su educación, como ocurre entre las niñas indígenas de Guatemala y México.
Para Javier González, director de SUMMA, “Las normas de género arraigadas en nuestras sociedades latinoamericanas son muchas veces perjudiciales para la educación tanto de las niñas como de los niños. Lamentablemente, con frecuencia la escuela más que romper este círculo vicioso, lo perpetúa de una generación a la siguiente. De hecho, nuestro estudio detecta la existencia de discriminaciones, prejuicios y estereotipos de género en los currículum y en los textos escolares en muchos países. Para enfrentar esta situación, no solo debemos abordar estos elementos, sino que también formar y apoyar a nuestros docentes para promover una cultura más inclusiva».
El informe hace un llamado a la acción en los siguientes ámbitos:
- Eliminar las barreras que las niñas puedan enfrentar para acceder, aprender y culminar su ciclo educativo, particularmente en aquellos países donde tienen menos probabilidades de estar matriculadas y finalizar la escuela.
- Todas las niñas embarazadas, madres y padres jóvenes deben recibir apoyo para asistir a la escuela. A pesar de su disminución a nivel mundial, las tasas de embarazo adolescente siguen siendo altas en la región. En Argentina, un enfoque holístico que combina dos leyes, programas de aprendizaje flexibles, guarderías en las escuelas, programas de reingreso de niños y niñas vulnerables y programas alternativos de educación secundaria no formal han contribuido a proteger el derecho a la educación de adolescentes embarazadas, madres y padres jóvenes; entretanto, la tasa de fecundidad adolescente descendió de 61 en 1995 a 49 en 2018.
- Todo el personal docente, los y las consejeros escolares y profesionales deben recibir una formación para evitar que los estereotipos negativos de género se extiendan a la enseñanza y a la elección de asignaturas por parte del estudiantado. En más de dos tercios de los países a nivel mundial, el porcentaje de mujeres que estudian ingeniería o tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es inferior al 25%. En Colombia, por ejemplo, sólo el 10% de las niñas esperan trabajar en profesiones científicas y ramas de la ingeniería, en comparación con el 25% de los varones. Son pocas las mujeres que se dedican a las carreras de ciencia y tecnología.
- Todos los currículos y libros de texto deben representar a las mujeres de manera que no se perpetúen los estereotipos de género. Al analizar los libros de texto de muchos países se comprobó que el texto y las imágenes no representan a las mujeres en posiciones sociales y económicas activas, sino en las funciones tradicionales de los hogares. En Perú, a pesar de iniciativas como el uso de un lenguaje inclusivo en las pautas de comunicación y la mejora del equilibrio en las representaciones de hombres y mujeres, los libros de texto siguen reproduciendo los roles de género tradicionales.
- Todo el estudiantado debe tener acceso a una educación sexual integral que, según se ha demostrado, previene la violencia de género relacionada con la escuela al promover la comprensión y el respeto de las identidades de género del estudiantado, y también conduce a la reducción de la prevalencia de los embarazos precoces. Varias organizaciones de base de Nicaragua trabajan en la intersección de género y discapacidad, proporcionando educación sexual integral y formación sobre respuestas a la violencia de género.
- Alentar a que un mayor número de mujeres ocupen puestos de liderazgo, para ayudar a cambiar las normas sociales y de género, y actuar como modelos de conducta para las estudiantes. El estereotipo negativo de la mujer como no apta para ser líder se ve reforzado por la escasez de docentes mujeres en la enseñanza superior. A nivel mundial, las mujeres constituyen el 94% de la docencia en la enseñanza preescolar, pero solo el 43% en la educación terciaria o superior. Aún menos mujeres ocupan puestos de liderazgo en las universidades y en la administración de la educación. En general, las mujeres brasileñas están tanto o más cualificadas que los hombres para ocupar puestos de liderazgo en la educación terciaria; sin embargo, en 2018 solo el 28% de las y los rectores de las universidades federales eran mujeres.
Claudia Uribe, directora de la OREALC/UNESCO Santiago afirmó: “Veinticinco años después de la histórica Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, las niñas enfrentan muchas menos barreras para acceder a la escuela. No obstante, hay otros factores que las alejan de alcanzar su potencial, como son algunas normas culturales que establecen bajas expectativas para ellas en materia educativa”