Científicos de la Politécnica Superior de Ávila trabajan en la obra, ejecutada junto con el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y la Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA), con la que se mejorarán las estimaciones para los estudios de peligrosidad y riesgo sísmico de nuestro país
Pablo Gabriel Silva, catedrático de Geodinámica Externa de la Universidad de Salamanca (USAL), coedita el catálogo que liga registros históricos, prehistóricos y geológicos de los sismos de los últimos 6.000 años incluyendo terremotos ‘perdidos’ o no documentados
“Los terremotos más fuertes se dan donde el mar está lleno de corrientes o la tierra es porosa y vacía o hueca. Así se dan en el Hellesponto, en Acaia y en Sicilia, y en las zonas de Eubea en que se supone que el mar corre por canales debajo de la Tierra. Las fuentes termales de Edepso se deben a una causa semejante”, así decía Aristóteles, relacionando geología y geografía con estos fenómenos naturales.
En armonía con esta idea, científicos de la USAL adscritos a la Escuela Politécnica Superior de Ávila acaban de concluir su colaboración en la elaboración de la segunda edición del “Catálogo de Efectos Geológicos de los Terremotos en España”, recientemente publicado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y la Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA).
Pablo Gabriel Silva Barroso, catedrático de Geodinámica Externa del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca y coeditor principal del volumen, además de presidente de AEQUA, explica a Comunicación USAL que la obra cataloga los efectos naturales y sobre el terreno derivados de “los 50 terremotos más importantes que afectaron a la Península Ibérica desde tiempos prehistóricos hasta la actualidad”. Una documentación que permitirá “mejorar las estimaciones para los estudios de peligrosidad y riesgo sísmico de nuestro país”, declara el experto.
Esta segunda edición, recientemente publicada en su versión on line y que completa y actualiza la primera edición del año 2014, contiene más de 800 páginas de información sobre geología de terremotos. Como principal novedad, además de los datos geológicos, recoge información sobre efectos de los terremotos en yacimientos arqueológicos -la emergente ciencia de la arqueosismología-. Ciencia que permite a los expertos acercarse a lo que ellos denominan terremotos antiguos, terremotos ‘perdidos’ que a pesar de no estar registrados documentalmente sí han dejado su huella en columnas, muros, murallas y pavimentos de época romana, de la edad del Bronce o del periodo medieval.
Dos ejemplos relevantes no incluidos en los catálogos sísmicos convencionales, pero presentes en la obra, son los terremotos de época romana acaecidos en Baelo Claudia (Tarifa) o Complutum (Alcalá de Henares). Sobre esto, el experto subraya que a partir de las nuevas investigaciones realizadas desde el año 2000 por muchos de los autores del catálogo se han podido constatar ‘terremotos perdidos’ que se ignoraba hubieran acontecido en la Península y que “contribuyen ahora a mejorar nuestro conocimiento sobre la historia sísmica del país”.
Escala de intensidadpara medir efectos geológicos: Mercalli vs Richter
La catalogación de los efectos geológicos de los terremotos se basa en la Escala de Intensidades ESI-07 Environmental Seismic Intensity, derivada de la originaria Escala Mercalli elaborada por el científico italiano a finales de siglo XIX. Con ella se asignan intensidades según las dimensiones de efectos tales como, rupturas cosísmicas, escarpes de falla, deslizamientos, procesos de licuefacción o efectos sobre la vegetación, entre otros. Nada tiene que ver con la magnitud, que “se mide en la Escala Richter y que es un parámetro instrumental de base logarítmica sobre la energía liberada por un terremoto en función de su registro en los sismogramas”, apunta Silva Barroso.
Los sismógrafos no empezaron a utilizarse efectivamente hasta comienzos del siglo XX. Por ello, todos los terremotos anteriores a 1900 en los catálogos oficiales se consideran terremotos históricos de los que solo hay un único parámetro de tamaño: la intensidad sísmica. Esta evalúa semi-cuantitativamente el tamaño de un terremoto según sus efectos sobre las personas, las edificaciones y el terreno o medio natural, siendo el parámetro más adecuado para medir los daños ocasionados por los terremotos.
Tipos básicos de terremotos según la intensidad
Las escalas de intensidades consideran doce grados de intensidad y distinguen tres tipos básicos de terremoto: los que únicamente producen efectos sobre las personas y poco o ningún daño (grados II al V); los que tienen efectos sobre las edificaciones y son dañinos en grado creciente (grados VI al IX); y los devastadores (grados X al XII) que conllevan la destrucción completa de poblaciones y generan importantes efectos en el terreno -deslizamientos, licuefacción o agrietamientos- y en el medio ambiente -tsunamis, cambios hidrológicos o efectos sobre la vegetación arbórea-.
Respecto al último grupo, el científico de la USAL recuerda que los efectos causados sobre el terreno por este tipo de sismos son “permanentes” y causan cambios importantes en el paisaje. Montañas, ríos y costas “pueden cambiar su topografía en unas cuantas decenas de segundos o pocos minutos”, añade.
La Escala ESI-07 también cuantifica las dimensiones de los efectos geológicos sobre el terreno para asignar los grados de intensidad y los distingue entre efectos primarios (rupturas de falla) y efectos secundarios (deslizamientos, licuefacción, entre otros).
Ventajas de emplear la Escala ESI-07
Una de las ventajas de la Escala ESI-07 es que permite la asignación de intensidades solo mediante los efectos naturales por lo que genera una herramienta de evaluación geológica independiente del daño sobre las edificaciones. Por ello, puede aplicarse a zonas donde la población y edificaciones sean escasas o inexistentes; a zonas geográficas con diferentes estilos de construcción (madera, ladrillo, piedra, adobe u hormigón, por ejemplo) ya que es independiente de los mismos; y en distintas épocas históricas o prehistóricas cada una con sus estilos de construcción y densidades de población.
Aunque lo más importante es que su uso permite ligar los registros históricos y prehistóricos con los geológicos (paleosismos) de los terremotos, pudiendo extender los catálogos sísmicos al pasado geológico más reciente, hasta los últimos 10.000 años. Por lo tanto, en palabras del científico, “permitiría mejorar las estimaciones para los estudios de peligrosidad y riesgo sísmico que, por ejemplo, dan lugar a las normativas de construcción sismorresistente”. Al respecto, el geólogo de la USAL recuerda que la norma vigente en España (NCSE-02) tuvo que ser revisada y actualizada tras el terremoto de Lorca de 2011. Desafortunadamente, “a día de hoy en España los datos geológicos de los terremotos son desestimados por los organismos o instituciones públicas responsables de las normativas”, lamenta.
Respuestas en el pasado sísmico
En cualquier caso, si se quiere realmente responder a preguntas sobre terremotos que ocurren cada algunas centenas o pocos miles de años hay que “encontrar herramientas geológicas que nos permitan acceder al pasado y observar tales sismos, que es el trabajo realizado en el catálogo elaborado por este equipo de geólogos”, concluye Pablo Silva.
Entre el equipo multidisciplinar de investigadores de las diferentes universidades e instituciones que realizaron el catálogo figuran los profesores del Departamento de Geología de la USAL Javier Elez Villar y Pedro Huerta Hurtado, así como varios alumnos de Geomática y Topografía y de Ingeniería Geológica -titulaciones impartidas por la Universidad de Salamanca en los campus de Ávila y Salamanca, respectivamente- que realizaron sus Trabajos Fin de Grado sobre algunos de los terremotos catalogados.