Dos huracanes de las mayores categorías previstas, Eta e Iota, barrieron recientemente Centroamérica, contribuyendo a que la temporada de huracanes 2020 en la región haya batido todos los récords históricos
Pese a su devastador impacto, la región y el mundo están cada día mejor preparados para enfrentar y gestionar el riesgo ante los fenómenos climáticos extremos. Contar con antelación con información precisa, certera marca la diferencia entre la vida y la muerte de miles de personas.
Lo suyo no era la guerra, sino la paz, la ciencia y ayudar a salvar la vida de las personas. De hecho, su carácter amigable, sonriente y muy humano dan pocas pistas de su pasado militar.
Rodney Martínez dejó las fuerzas armadas de su natal Ecuador y luego de servir por 16 años en el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN) es hoy el representante para América del Norte, América Central y El Caribe de la Organización Meteorológica Mundial, la agencia de la ONU que coordina las predicciones de todos los servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales a nivel mundial.
Su trabajo no es fácil pues esta región es quizá la más expuesta y vulnerable en el mundo a eventos climáticos extremos, tal y como lo vimos con la temporada de huracanes 2020 que batió todos los récords conocidos.
Rodney recuerda que comenzó a estudiar oceanografía y clima cuando todavía era parte de las fuerzas armadas de su país, antes de trabajar para la ONU. Se preparó en Colombia y empezó a mirar con angustia los posibles impactos que tendría el fenómeno de El Niño en su país y en toda la región.
Su preocupación era justificada y los peores pronósticos se cumplieron. Como jefe de Ciencias del Mar del Instituto Oceanográfico de la Armada del Ecuador, le tocó enfrentar la devastación que causó su impacto en la temporada de 1997 y 1998. Fue la peor de la historia para la región y las pérdidas de vidas humanas y daños socioeconómicos eran inimaginables entonces.
“Esa experiencia, me marcó para siempre, porque me di cuenta de que no bastaba la ciencia, ni los sistemas de monitoreo, ni la predicción. Había mucho más que eso y tenía que ver con esa compleja cadena que empieza con la medición de una variable en el océano o la atmósfera que termina con una persona en una comunidad rural tomando una decisión basada en información meteorológica que podría salvar su vida o mitigar la pérdida de sus medios de trabajo y vida”, destacó.
Los avances de la ciencia y la tecnología al servicio de las personas
Hace unos años las entidades meteorológicas de la región eran pequeñas oficinas, con severas limitaciones y muchas de ellas sin siquiera una computadora o acceso a imágenes de satélites. Recibían la información por correo postal o en el mejor de los casos una imagen blanco y negro, a veces borrosa que salía del fax. Los pronósticos tenían que elaborarse “a mano”, con regla, papel y lápiz, sobre información que quizá no estaba actualizada y muchas oficinas no tenían el personal especializado necesario. En estos contextos, los países tenían que enfrentar los eventos climáticos que muchas veces les tomaban por sorpresa.
Pero la ciencia y la tecnología han avanzado significativamente en el último par de décadas. Hoy tenemos oficinas meteorológicas más preparadas, con personal calificado y acceso a tecnología del más alto nivel. Podemos entonces predecir los eventos con mucha anticipación y seguir en tiempo real los fenómenos climáticos a través de imágenes de satélite. Nada de esto hubiese sido posible sin el trabajo de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Y es que el contar con información precisa, certera y con la suficiente antelación marca la diferencia entre la vida y la muerte de muchos miles de personas.
La meteorología no es un asunto de saber si tenemos que usar abrigo y sombrilla al salir de casa. Se trata de una ciencia aplicada que nos ha permitido dar seguimiento a fenómenos climáticos extremos, hacer evacuaciones y reducir el riesgo para personas y comunidades enteras.
Explica la Organización Meteorológica Mundial que las condiciones climatológicas están cambiando aceleradamente y el tiempo hoy es más adverso.
América Latina y el mundo necesitan cada día más profesionales especialistas en el clima para poder anticipar lo que va a ocurrir y gestionar el riesgo. Esto contribuye significativamente a salvar vidas.
Y es que un meteorólogo es útil para todos los usuarios, desde el agricultor que vive en una zona alejada y que necesita saber cuándo empezarán las lluvias, hasta el director de una central hidroeléctrica que provee servicios a todo un país.
Uno de los grandes éxitos y avances de los últimos años, ha sido el acercar más la ciencia de la meteorología a la gente, orientando sus servicios y colocando a los usuarios en el centro de su acción.
La evidencia de su impacto en la vida de las personas es clara. Centroamérica se vio afectada recientemente por dos fenómenos ciclónicos de alta intensidad: los huracanes Eta e Iota. Con una trayectoria muy similar golpearon a Nicaragua y Honduras principalmente, aunque también a Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Belice y Panamá.
“Tuvimos dos huracanes que afectaron a Centroamérica. No se podía hacer nada para detenerlos, pero lo importante era que sabíamos que venían, conocíamos el rumbo que tomarían y los países pudieron prepararse. Eso es uno de los frutos de la coordinación de la Organización Meteorológica Mundial con las instituciones y centros especializados del mundo a lo largo de décadas”, destacó Rodney.
Si bien estos eventos de 2020 registraron lamentablemente cerca de 200 muertos, además de daños a las infraestructuras y fuertes pérdidas económicas, los impactos no son comparables a lo que vivió la regióna fines del siglo pasado con el huracán Juana en 1988 y el huracán Mitch diez años después. Este último, por ejemplo, causó cerca de 10.000 muertos, igual número de desaparecidos y cerca de 12.000 heridos, así como impactos socioeconómicos que llevaron muchos años recuperar.
¿Por qué es importante la Organización Meteorológica Mundial?
La OMM está trabajando con los países para lograr cada día mejores sistemas de previsión, entidades con más capacidades para contribuir en la gestión del riesgo y la coordinación necesaria para que todos los países tengan acceso a la mejor tecnología e información.
Hoy la Organización coordina con las agencias espaciales del mundo para compartir información de alrededor de 200 satélites que, gracias a los acuerdos alcanzados, están al servicio del estudio de la meteorología para poder realizar mejores modelos y proyecciones.
Asimismo, su red de trabajo moviliza a “un ejército de paz y ciencia” con más de 200.000 científicos, expertos y técnicos en todo el mundo que se conectan para apoyar a los países a enfrentar los riesgos y prepararse mejor.
En la actualidad la OMM tiene 193 países miembros y Costa Rica es uno de ellos. El Instituto Meteorológico Nacional de Costa Rica es hoy una de las instituciones científicas más reconocidas de su país y la región, y sus pronósticos llegan a todos los extremos de la nación, no sólo a través de los medios de comunicación tradicionales, sino a través de sus propios canales: páginas web, redes sociales y hasta aplicaciones para teléfono celular.
Werner Stolz, director del Instituto, explica que el trabajo con la Organización Meteorológica Mundial se ha traducido en la generación de oportunidades para el país, pero también en la de facultad de contar con información valiosa para hacer frente a los riesgos.
Cambio de perspectiva
El funcionario costarricense explicó que quizá la gente no se da cuenta que pulsar sobre una imagen satelital en internet es el resultado de un gran esfuerzo, acuerdos e interpretación científica de información, que hace posible su disponibilidad para todo el mundo.
Aseveró también que, con el apoyo de la OMM y su amplia red internacional, van a lograr implementar en 2021 el sistema de pronóstico de impacto, lo que implica por ejemplo pasar de informar de la cantidad de lluvia que caerá en una zona al impacto que van a tener esas precipitaciones en las comunidades.
El Instituto Meteorológico Nacional costarricense destacó también que durante los próximos años esperan hacer más inversiones en tecnología para seguir subiendo peldaños hacia el perfeccionamiento de los pronósticos y su enfoque sobre cómo nos afectan como personas, en línea con el nuevo enfoque que promueve la OMM a nivel internacional.
Desafíos para llegar a los más vulnerables
Rodney lo llama LA ÚLTIMA MILLA: las personas en condición de exclusión, como pueblos indígenas y campesinos pobres que se enteran de la tormenta cuando ya la tienen encima.
La comunidad internacional y los países todavía deben recorrer ese difícil camino para asegurar que las personas que más lo necesitan cuenten con la información a tiempo para tener la capacidad de tomar las mejores decisiones.
Los responsables de la OMM están preocupados de que estas condiciones se agraven en una región en donde la vulnerabilidad sigue creciendo: aumento de la pobreza y la desigualdad, limitado acceso a la salud y educación, aumento del desempleo y otros embates profundizados por la pandemia de la COVID-19.
Para el representante de la OMM los países no pueden darse el lujo de descuidar sus instituciones meteorológicas en tiempos de pandemia. “No podemos poner en riesgo la vida de las personas”, destacó Martínez.
También señaló la necesidad de profundizar más y más en un enfoque integrado: suelos, ríos, mares, atmósfera y todo ello en función de los impactos que causan, así también en la urgencia de seguir formando más científicos especialistas en meteorología para asegurar que los países cuenten con el recurso humano necesario para enfrentar los crecientes embates del clima que vendrán por delante.
Producción: Danilo Mora, oficial de comunicaciones del Sistema de las Naciones Unidas en Costa Rica