En la Biblioteca Nacional de España se conservan numerosos manuscritos con fórmulas para fabricar tinta negra
Entre los fondos de manuscritos e impresos de la Biblioteca Nacional de España (BNE) se conservan numerosas fórmulas para fabricar tintas, engrudos, ceras, sisas y otros materiales para escribir, miniar, dibujar y hacer grabados. Aunque existió una fecunda literatura impresa, también pueden encontrarse recetas anotadas para hacer tinta negra entre las páginas de sermonarios, libros de derecho o entre los papeles de personajes relacionados con el mundo del libro. Ello parece reforzar la idea de que, desde la Edad Media a finales del siglo XIX, notarios y escribanos, religiosos, maestros, escritores y artistas preparaban su propia tinta para escribir y dibujar.
Los procedimientos de fabricación y los ingredientes utilizados variaban con frecuencia, por lo que las propiedades y características de la tinta también lo hacían. Encontramos recetas para escribir sobre pergamino o papel; en polvos para guardar y usar en el momento; tintas para ser borradas sin dejar rastro o permanentes; color verde para iluminar, colorado para dibujar o negro para aguadas; secretos para hacer letras de oro sin oro y de plata sin plata; tintas moradas y rojas, verdes, amarillas, más blancas que el papel e, incluso, las que permitían leer lo escrito sin luz.
Gracias a la gran cantidad de recetas conservadas en manuscritos de la época y a las numerosas fuentes impresas, es posible hacerse una idea de qué tintas utilizó Miguel de Cervantes a lo largo de su vida para escribir. Probablemente estaba familiarizado con su elaboración, pues su padre y su abuelo eran hombres de letras (cirujano, el primero, y letrado, el segundo) que hacían, a menudo, uso de ellas.
El estudio de las fuentes escritas sobre la elaboración de tintas es indispensable para entender las peculiaridades de los manuscritos e impresos conservados en nuestras bibliotecas, sus modos de producción, su estado de conservación o, incluso, su deterioro. Escondidas entre tratados de medicina, libros de alquimia, recetarios de cocina o anotadas entre textos de cualquier materia, la BNE conserva un buen número de recetas de tinta del Siglo de Oro. Alguna pudo haber sido utilizada por nuestro autor.