Un nuevo informe conjunto examina las respuestas nacionales a la COVID-19 en materia de educación, incluyendo la pérdida de aprendizaje; el apoyo al aprendizaje a distancia para estudiantes, padres y maestros; los planes de reapertura de escuelas; los protocolos de salud; y la financiación
Los escolares de los países de ingresos bajos y medios bajos ya han perdido casi cuatro meses de escolaridad desde el inicio de la pandemia, en comparación con las seis semanas de pérdida en los países de ingresos altos, según un nuevo informe publicado hoy por la UNESCO, el UNICEF y el Banco Mundial.
“La pandemia acrecentará el déficit de financiación de la educación en los países de ingresos bajos y medios. Si se toman las decisiones de inversión correctas ahora, en lugar de esperar, este déficit podría reducirse significativamente”, dijo Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO.
“En la Reunión Mundial sobre Educación convocada por la UNESCO con Ghana, Noruega y el Reino Unido el 22 de octubre, unos 15 jefes de Estado y de gobierno, cerca de 70 ministros de educación y otros socios para el desarrollo se comprometieron a proteger la financiación de la educación y a actuar para reabrir las escuelas en condiciones de seguridad, apoyar a todos los maestros como trabajadores de primera línea y reducir la brecha digital. Es un compromiso que nos obliga a todos a rendir cuentas”, concluyó.
“No necesitamos mirar muy lejos para ver la devastación que la pandemia ha causado en el aprendizaje de los niños en todo el mundo. En los países de ingresos bajos y medios bajos, esta devastación se ve magnificada por el acceso limitado al aprendizaje a distancia, el aumento del riesgo de recortes presupuestarios y el retraso en los planes de reapertura, que han frustrado cualquier posibilidad de normalidad para los escolares”, dijo Robert Jenkins, Jefe de Educación del UNICEF. “Es fundamental dar prioridad a la reapertura de escuelas y ofrecer las tan necesarias clases de recuperación”, añadió.
El informe recopila las conclusiones de las encuestas sobre las respuestas nacionales en materia de educación a la COVID-19, recogidas por la UNESCO y llevadas a cabo en casi 150 países entre junio y octubre gracias a la financiación proporcionada por la Alianza Mundial para la Educación como parte de su respuesta de financiación acelerada a la pandemia.
Según el informe, los escolares de los países de ingresos bajos y medios bajos son los que menos probabilidades tienen de acceder a la enseñanza a distancia, los que menos posibilidades tienen de ser supervisados en relación con su pérdida de aprendizaje, los que más probabilidades tienen de sufrir retrasos en la reapertura de sus escuelas y los que más probabilidades tienen de asistir a escuelas con recursos insuficientes para garantizar la seguridad de las operaciones.
Más de dos tercios de los países han reabierto total o parcialmente sus escuelas. Sin embargo, uno de cada cuatro no ha cumplido con la fecha prevista para la reapertura o no la ha fijado todavía, siendo la mayoría de ellos países de ingresos bajos y medios bajos.
Solo uno de cada cinco países de bajos ingresos comunicó que los días de aprendizaje a distancia cuentan como días escolares oficiales, reconociendo el bajo impacto de las medidas de aprendizaje a distancia, en comparación con las tres cuartas partes de los países a nivel mundial.
De los 79 países que respondieron a las preguntas relacionadas con la financiación, casi el 20% ya ha experimentado o prevé reducciones en el presupuesto de educación de su país para el ejercicio económico actual o el próximo. Esto se compara con casi el 40% de los países de ingresos bajos y medios bajos.
Si bien la mayoría de los países comunicaron que el aprendizaje de los estudiantes es supervisado por los maestros, una cuarta parte de los países de ingresos bajos y medianos bajos no hace un seguimiento del aprendizaje de los niños.
La mitad de los encuestados de los países de ingresos bajos comunicaron que no disponían de fondos suficientes para medidas de seguridad como instalaciones para el lavado de manos, medidas de distanciamiento social y equipo de protección para estudiantes y maestros, en comparación con el 5% de los países de ingresos altos.
Más del 90% de los países también han adoptado medidas para apoyar a los escolares que corren el riesgo de quedar excluidos de la enseñanza a distancia, sobre todo a los alumnos con discapacidades. Sin embargo, uno de cada tres países de bajos ingresos no introdujo ninguna medida para apoyar el acceso o la inclusión de los que corren el riesgo de quedar excluidos.
Más del 90% de los encuestados de ingresos altos y medio altos exigían que los maestros siguieran enseñando durante el cierre de las escuelas, en comparación con menos del 40% de los encuestados de los países de bajos ingresos.
Entre otras conclusiones del Informe, figuran las siguientes:
Casi todos los países incluyeron la enseñanza a distancia en su respuesta educativa, en forma de plataformas en línea, programas de televisión y radio y paquetes para llevar a casa.
Nueve de cada 10 países facilitaron el acceso a la enseñanza en línea, con mayor frecuencia a través de teléfonos móviles u ofreciendo el acceso a Internet a un precio subvencionado o gratuito, pero la cobertura de este acceso fue muy variada.
Seis de cada 10 países proporcionaron materiales para ayudar a orientar a los padres en el aprendizaje en el hogar, mientras que cuatro de cada 10 países proporcionaron asesoramiento psicosocial a los niños y a los cuidadores durante el cierre de las escuelas. Estos esfuerzos fueron más comunes entre los países de altos ingresos y en entornos en los que ya se disponía de recursos.
Más de dos tercios de los países han reabierto total o parcialmente sus escuelas. Sin embargo, alrededor de uno de cada cuatro no había fijado una fecha de reapertura prevista o no había fijado ninguna fecha de reapertura.
Incluso antes de la pandemia, el aprendizaje de los niños estaba en crisis. La mitad de los niños de 10 años de edad de los países de ingresos medios y bajos no podían comprender una simple frase escrita. Más de 250 millones de niños ya estaban sin escolarizar, cifra que probablemente puede aumentar en por lo menos 24 millones como consecuencia de la pandemia. Los escolares de hoy en día podrían perder 10 billones de dólares de ingresos durante su vida laboral, lo que equivale al 10% del PIB mundial.
“A pesar de los esfuerzos generalizados, existen grandes diferencias en la capacidad de los países para proporcionar a los niños y jóvenes un aprendizaje eficaz. Y es probable que haya diferencias aún mayores dentro de los países en cuanto a la estimulación educativa que han experimentado los niños y los jóvenes. Antes de la pandemia nos preocupaba la pobreza de aprendizaje y también la desigualdad en las oportunidades de aprendizaje. Ahora, la línea de base del aprendizaje es más baja, pero un aumento en la desigualdad de oportunidades podría ser catastrófico. La tarea de reanimar el proceso de aprendizaje es sumamente urgente”, dijo Jaime Saavedra, Director Mundial de Educación del Banco Mundial.
Sobre la UNESCO
La UNESCO es la principal agencia de las Naciones Unidas para la educación, encargada de la coordinación del ODS4. La UNESCO trabaja para construir la paz en la mente de hombres y mujeres a través de la cooperación internacional en educación, ciencia, cultura, comunicación e información.
Acerca del UNICEF
El UNICEF está presente en los lugares con más dificultades del planeta, para atender a los niños y niñas más desprotegidos. A través de más de 190 países y territorios, trabaja para construir un mundo mejor para todos.
Sobre el Banco Mundial
El Grupo del Banco Mundial es el mayor financiador de la educación en el mundo en desarrollo. En el año fiscal 2020, proporcionó alrededor de 5.200 millones de dólares para programas de educación, asistencia técnica y otros proyectos diseñados para mejorar el aprendizaje y proporcionar a todos la oportunidad de obtener la educación que necesitan para alcanzar sus metas.
La actual cartera de proyectos educativos del Banco asciende a 20.600 millones de dólares, incluidos 86 proyectos relacionados con la COVID-19 en 62 países que ascienden a 2.400 millones de dólares, lo que pone de relieve la importancia de la educación para el logro de nuestro doble objetivo: poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida.
El Banco Mundial trabaja en programas de educación en más de 80 países y se ha comprometido a ayudar a los países a alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4 para 2030.