Anunció el deseo de abrir centros del Instituto Cervantes en Washington y Miami, y la ampliación por el África subsahariana y Asia
El nuevo director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, ha tomado posesión de su cargo abogando por «una diplomacia cultural de energía panhispánica, con el idioma como puente entre España, Europa y Latinoamérica». Además, ha expresado su deseo de abrir sendos centros en Washington y Miami, así como una extensión por el África subsahariana y Asia.
Acompañado por la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y los ministros de Asuntos Exteriores, Josep Borrell; de Educación y Formación Profesional, María Isabel Celaá; de Cultura, José Guirao, y de Justicia, Dolores Delgado, Luis García Montero (Granada, 1958), que sustituye a Juan Manuel Bonet, prometió el cargo en la sede del Instituto ante unos quinientos invitados del mundo cultural, académico y diplomático.
García Montero comenzó su intervención recordando a don Quijote y a sus «parrafadas» sobre la libertad, la dignidad o el buen gobierno y asumió su nueva responsabilidad con «exigencia e ilusión» porque el «Instituto Cervantes es una institución de Estado que atesora especial significación».
Continuó su intervención aludiendo a la «misión importante» que le ha sido encomendada, que llevará con «respeto al bien común de la entidad y a la independencia de sus profesionales», dijo ante los asistentes, porque para el nuevo director del Instituto Cervantes el respeto a las instituciones públicas supone la mayor muestra de respeto a la ciudadanía.
Diplomacia cultural de energía panhispánica
García Montero abogó por una diplomacia cultural panhispánica «con el idioma como puente entre España, Europa y Latinoamérica» y, ante la amplia representación del Gobierno que le acompañaba, expresó un deseo: que el Instituto Cervantes abra centros en Washington y Miami, y que puede ampliar su presencia en el África subsahariana y Asia.
Para ello, declaró que «no hay nada más poético que los números» y confesó que, después de años de recortes, pedirá al Estado una mayor cooperación económica para que el Instituto Cervantes cuide su patrimonio inmaterial -el idioma y la cultura-, y su patrimonio humano (mil personas de plantilla y otro millar de colaboradores), «porque el respeto a la gente es otra de nuestras tareas».
Una tarea de diplomacia cultural y educativa en la que, dijo García Montero, «nos saluda Cervantes junto a Rosalía de Castro, Gabriel Aresti, Salvador Espriu, María Zambrano, (…) Alonso Zamora Vicente o María Moliner», y otros nombres de la cultura en español de ambos lados del Atlántico.
Como poeta, ensayista y catedrático de Literatura Española con un marcado compromiso político, en su discurso García Montero hizo continuas referencias a la democracia, la constitución, la libertad, o la igualdad. Concluyó con uno de sus poemas, «Un idioma», del libro Vista cansada, porque «es una forma más de prometer que cumpliré con las tareas asumidas» como director del Instituto Cervantes y de reivindicar «la dignidad de la gente, única propietaria de su idioma».
«No hay mejor política internacional de España que la cultura»
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, felicitó a García Montero y dio la enhorabuena al numeroso público del mundo de la cultura y el arte que se había congregado en el acto.
En su breve discurso declaró que «no hay mejor educación, cooperación, mejor política internacional de España que la cultura», y reconoció que el idioma español es un pasaporte «de todos los hombres y mujeres de este país» por el que podemos transitar por cualquier lugar del mundo.
Calvo cerró el acto declarando que además de a don Alonso (Quijano) también hay que proteger a Sancho, a Aldonza y a Dulcinea, porque «no hay mejor cultura que la igualdad».
Entre los invitados a la toma de posesión se encontraban los músicos Joaquín Sabina y Miguel Ríos, el hispanista Ian Gibson, los cineastas Manuel Gutiérrez Aragón y Fernando León de Aranoa, los políticos Ángel Gabilondo y Cándido Méndez, el juez Baltasar Garzón, las actrices Núria Espert y Pilar Bardem, o la escritora Almudena Grandes. Además de los secretarios de Estado de Justicia y de Educación, los representantes de los institutos culturales gallego, vasco y catalán (Consello da Cultura Galega, Instituto Etxepare e Instituto Ramón Llull), así como otros numerosos representantes de la cultura, la política y la academia.