En la actualidad, su uso es reducido, lo que enfatiza no solo la singularidad de esta lengua, sino también su situación de vulnerabilidad, así como la necesidad de protección de las expresiones culturales que con ella se producen
El Consejo de Ministros de España ha aprobado, a propuesta del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, junto al ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, como coproponente, la declaración de ‘Las expresiones culturales vinculadas a la cultura sorda y la lengua de signos española’ como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. El reconocimiento contribuye a la salvaguarda de los rasgos sociales y culturales que caracterizan al conjunto de personas sordas signantes en España y que tiene en la lengua de signos española su principal manifestación y soporte.
El Real Decreto aprobado por el Gobierno supone el paso definitivo de protección, después de que el Ministerio de Cultura, través de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, iniciara el procedimiento el pasado 11 de mayo (consultar BOE), lo que ya implicó un reconocimiento y salvaguarda de este acervo cultural y lingüístico.
El interés e iniciativa de la comunidad portadora, que está unida a este patrimonio por fuertes lazos identitarios, ha sido uno de los elementos decisivos para el impulso de esta declaración. También ha contribuido a ello el trabajo del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, que integra el Real Patronato sobre Discapacidad, organismo precursor de este expediente a través del Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española.
El Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, que lidera Pablo Bustinduy, da así un paso más en el desarrollo de las políticas públicas que están dirigidas a las personas con discapacidad y en el cumplimiento de sus compromisos para promover y garantizar la libertad y la igualdad de estas personas para el disfrute de todos sus derechos como, en este caso, el del acceso a la cultura y a la conservación del patrimonio. Con esta declaración, no solo se valora el papel de las asociaciones de personas sordas que han generado estas expresiones culturales sino que, además, supone un avance muy importante para la proyección de la cultura sorda y de la lengua de signos española.
Un patrimonio vivo amenazado
Las comunidades sordas de todo el mundo son reconocidas por Naciones Unidas como minorías lingüísticas y culturales con una identidad y rasgos socioculturales específicos.
Existe todo un conjunto de manifestaciones culturales, en el ámbito de la cultura sorda, en concreto de la tradición literaria signada y el folclore sordo, trasmitidas y recreadas por la comunidad sorda, que las considera parte integrante de su patrimonio cultural.
Expresiones culturales signadas como narraciones, poesía, cuentacuentos, juegos de signos, humor y chistes, cuentos, adivinanzas, canciones y expresiones artísticas en ‘visual vernacular’ (forma de arte que combina lengua de signos, mimo, poesía y técnicas cinematográficas) constituyen una cultura rica y compleja. Está conformada por valores, conocimientos, prácticas sociales, tradiciones y expresiones artísticas específicas, transmitidos y aprendidos, que tienen una función regeneradora y emotiva para esta comunidad. Así, son un patrimonio vivo que da respuesta a las necesidades comunicativas, sociales y emocionales de la comunidad sorda signante.
Sin embargo, las expresiones culturales vinculadas a la cultura sorda y la lengua de signos española se enfrentan a múltiples riesgos y amenazas. En la actualidad su uso es reducido, teniendo en cuenta el número de personas signantes en relación con el total de la población sorda en el país, lo que enfatiza no solo la singularidad de la lengua, sino también su situación de vulnerabilidad y la necesidad de protección de las expresiones culturales producidas a través de esta lengua minoritaria.
Por eso, su valoración patrimonial supone un mecanismo de dignificación y de reconocimiento público, contribuyendo a la reavivación y reafirmación de rasgos culturales considerados identitarios dentro del colectivo sordo.