El Día Internacional de la Mujer, que las Naciones Unidas celebran el 8 de marzo desde 1975, es un momento en que se examinan los logros conseguidos y se contemplan los retos que quedan por delante, así como el gran potencial y las oportunidades todavía sin explorar
Este ejercicio de reflexión reviste hoy aún mayor importancia, cuando se aproxima el 20º aniversario de la Conferencia de Beijing y el plazo fijado para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y en un momento en que estamos elaborando una nueva agenda mundial para el desarrollo sostenible después de 2015. En nuestro avance por esta senda debemos asegurarnos de que la fortaleza de la mujer y la igualdad de género siguen siendo parte esencial de toda nuestra labor encaminada a construir un futuro mejor.
Las Naciones Unidas han desempeñado siempre un papel de liderazgo en este sentido y seguirán haciéndolo. La Carta de las Naciones Unidas fue el primer tratado internacional en que se afirmó el principio de la igualdad entre hombres y mujeres. A lo largo de los años, las Naciones Unidas y sus organismos han impulsado la participación de hombres y mujeres en condiciones de igualdad en todas sus actividades para promover el desarrollo sostenible y la paz duradera, sobre la base de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
La UNESCO, en su condición de organismo especializado de las Naciones
Unidas encargado de hacer progresar la educación, la ciencia, la cultura, la comunicación y la información, tiene como elemento central de su labor el empoderamiento de las niñas y las mujeres. La igualdad de género ha sido una prioridad global de la UNESCO desde 2008 y sigue siéndolo hoy en día.
En mi calidad de Directora General de la UNESCO, tengo la firme determinación de dar prioridad a los derechos de las niñas y las mujeres en la agenda mundial en todas las esferas de competencia de la UNESCO, así como en nuestra labor sobre el terreno. Este objetivo tiene una importancia especial en la educación y la cultura, dos ámbitos que forman el nexo y punto de partida desde el que puede comenzar el cambio para construir un mundo mejor para hombres y mujeres.
Mi convicción es clara: la fortaleza de la mujer es el primer paso para construir un mundo más pacífico y más justo. La violencia, la discriminación y las desigualdades persistentes, que siguen siendo graves en todo el mundo, constituyen importantes obstáculos para lograr un cambio positivo, por lo que debemos actuar ahora e intentar acabar juntos con estas lacras.
En este Día Internacional de la Mujer, hago un llamamiento a todos los asociados –en los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, el sistema de las Naciones Unidas– y a todos los hombres y las mujeres para que aúnen sus fuerzas a fin de acelerar el ritmo y redoblar los esfuerzos por lograr la igualdad de género en todas las regiones del mundo. Sencillamente, no existe una fuerza más poderosa para alcanzar la paz duradera y el desarrollo sostenible.