“El patrimonio audiovisual, que engloba películas, programas de radio y televisión y grabaciones de audio y vídeo, representa nuestra historia y ofrece un testimonio único de nuestras sociedades y de la diversidad de culturas del mundo”
La Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, continúa diciendo, este patrimonio constituye una fuente incomparable para comprender los siglos XX y XXI. Refleja la identidad de los pueblos y demuestra la riqueza de las culturas nacionales a través de sus diferentes tradiciones e idiomas. Su capacidad de evocar de forma inmediata imágenes y sonidos, que trascienden a menudo las fronteras locales y las barreras del idioma, hace de este patrimonio un complemento indispensable de los documentos y archivos más tradicionales.
Resulta esencial que el patrimonio audiovisual sea accesible para todos. Sin embargo, los documentos audiovisuales son seres vivos y, por ende, también vulnerables y frágiles. Una gran parte del patrimonio audiovisual del mundo se ha perdido ya de manera irrevocable a causa de la negligencia, la destrucción, la mala suerte o la falta de recursos, competencias y estructuras adecuados, lo que supone un empobrecimiento de la memoria de la humanidad. Esta vulnerabilidad es particularmente aguda en las situaciones de conflicto. La desaparición de este patrimonio nos impide también en ocasiones comprender en profundidad la historia de las sociedades y sus pueblos.
Disponemos de entre 10 y 15 años para transferir las grabaciones audiovisuales disponibles a soportes digitales y evitar su pérdida. Debemos unir nuestros esfuerzos para modificar esta situación, ya que la comprensión y el uso compartido de esta historia reciente revisten una importancia capital no solo para las cuestiones de pertenencia e identidad, sino también para entender mejor las relaciones y los desafíos de las sociedades contemporáneas.
El Programa Memoria del Mundo de la UNESCO participa en este empeño, y cada una de sus inscripciones es la expresión de una memoria colectiva arraigada en los archivos y los documentos dejados por generaciones anteriores. Y es que no basta con “salvaguardar por salvaguardar”: es preciso además poner los documentos en perspectiva, para arrojar luz sobre su sentido actual y comprender lo que significan para las distintas sociedades y lo que pueden decirnos sobre la humanidad que compartimos. El patrimonio audiovisual desempeña una función esencial en ese esfuerzo, para poner de relieve lo que nos une y no lo que nos divide. Además, puede contribuir a fomentar los valores universales y a construir una cultura de tolerancia y de paz.
Desde esta perspectiva, en este Día Mundial pido a todos los Estados Miembros, a los productores y consumidores de imágenes y de sonidos y a las instituciones encargadas de salvaguardarlos que unan sus fuerzas para proteger y compartir la riqueza audiovisual que tenemos en común.