La educación posee la capacidad incomparable de reducir la pobreza extrema y potenciar objetivos de desarrollo de más amplio espectro, según datos preliminares del Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo que ha dado a conocer la UNESCO
Las principales estadísticas publicadas constituyen una prueba adicional de que la inversión en educación, en particular la destinada a las niñas, mitiga la pobreza extrema al garantizar beneficios considerables en materia de salud y productividad, así como en lo tocante a la participación democrática y la autonomía de las mujeres.
Sin embargo, para poner en marcha esta capacidad transformadora de la educación será preciso ampliar los nuevos objetivos de desarrollo para que aseguren no sólo la igualdad de acceso a la instrucción primaria para todos los niños, sino también una enseñanza secundaria de calidad.
“Las conclusiones dadas a conocer confirman con mayor nitidez que la educación puede mejorar la vida y la sociedad”, afirmó la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova. “Pero los objetivos internacionales en materia de educación todavía no se han cumplido. Los nuevos datos presentados deberían proporcionarnos un nuevo impulso para completar la tarea que nos hemos propuesto”.
El nuevo análisis realizado por la UNESCO demuestra que:
La educación dota de autonomía a las mujeres. Es más probable que las niñas y las muchachas instruidas conozcan sus derechos y dispongan de la confianza necesaria para exigirlos.
En el África subsahariana y en Asia meridional y occidental, casi tres millones de muchachas se casan antes de cumplir los 15 años, es decir, sin haber alcanzado lo que en la mayoría de los países sería la edad mínima legal para contraer matrimonio. Si todas las jóvenes pudieran completar la enseñanza primaria, el número de matrimonios precoces se reduciría en casi medio millón. Si todas pudieran completar la escuela secundaria, esta cifra se reduciría en dos millones.
En esas regiones, 3,4 millones de jóvenes tienen su primer hijo antes de cumplir los 17 años. Si todas las chicas completaran la enseñanza primaria, el número de partos precoces disminuiría en 340.000 y si todas completaran los estudios secundarios, habría dos millones menos de esos nacimientos.
La educación fomenta la tolerancia. La instrucción escolar contribuye a que la gente comprenda los principios democráticos, fomenta la tolerancia y la confianza que los sostienen y motiva a las personas a participar en las actividades políticas de la sociedad en que viven. Según una encuesta realizada en 18 países del África subsahariana, las personas en edad de votar que habían cursado estudios primarios se manifestaron 1,5 veces más proclives a apoyar la democracia que quienes no habían recibido instrucción primaria y ese grado de apoyo se duplicó entre los votantes que habían completado la enseñanza secundaria. Las conclusiones indican también que quienes han cursado estudios secundarios suelen ser más tolerantes hacia las personas que profesan otra religión o hablan un idioma distinto.
La igualdad en materia de educación mejora las posibilidades de obtener empleo y propicia el crecimiento económico. Si todos los niños, cualesquiera sean su extracción social y sus circunstancias, dispusieran del mismo acceso a la enseñanza, el aumento de productividad resultante potenciaría el crecimiento económico. En un plazo de 40 años, un país que ofreciera igualdad de oportunidades educativas vería aumentar su ingreso per cápita en un 23%.
La educación forma parte de la solución de los problemas medioambientales. Es más probable que una persona instruida use el agua y la energía de manera eficiente y recicle los desechos domésticos. En 29 países de desarrollo alto o medio, el 25% de la población que no había completado los estudios secundarios manifestó inquietud por la situación del medio ambiente, en comparación con el 37% de quienes había terminado la enseñanza secundaria y el 46% de los que habían recibido educación superior. Esta preocupación se traduce en medidas positivas para el medio ambiente: en Alemania, el 46% de las personas que habían recibido educación superior firmó una petición o participó en una manifestación en conexión con el medio ambiente durante los cinco últimos años, en comparación con el 12% de quienes no habían completado la enseñanza secundaria.
La educación preserva la vida de las madres. En algunos países muchas mujeres fallecen como consecuencia de las complicaciones sobrevenidas durante el embarazo o el parto. La educación puede evitar estas muertes, al ayudar a que las mujeres reconozcan los síntomas de peligro y busquen asistencia médica, y al asegurar que cuentan con personal médico competente durante el parto. Si todas las mujeres hubieran cursado al menos la enseñanza primaria, la mortalidad materna se reduciría en dos tercios, con lo que cada año 189.000 mujeres salvarían la vida.
Algunas enfermedades infantiles pueden prevenirse, pero para lograrlo es indispensable que las madres reciban alguna instrucción. Hay soluciones sencillas, como el uso de mosquiteros contra el paludismo y el consumo de agua potable, que pueden evitar algunas de las peores dolencias infantiles, pero sólo son eficaces si las madres aprenden cómo aplicarlas. La neumonía, que es la causa más frecuente de mortalidad infantil, podría reducirse en un 14% si las mujeres cursaran un año más de estudios. La tercera causa de mortalidad infantil, la diarrea, podría reducirse en un 8% si todas las mujeres completasen la enseñanza primaria o en un 30%, si todas terminaran la educación secundaria.
La educación salva la vida de los niños. La educación contribuye a que las mujeres reconozcan los síntomas iniciales de las enfermedades, busquen ayuda y tomen medidas al respecto. Si todas las mujeres de los países pobres completaran los estudios primarios, la mortalidad infantil se reduciría en una sexta parte, con lo que cada año se salvaría a un millón de niños. Si todas terminaran la enseñanza secundaria, la mortalidad infantil disminuiría al 50% y se salvarían tres millones de vidas.
La educación combate el hambre. El efecto devastador que la desnutrición provoca en los niños se puede prevenir con ayuda de la educación. Si todas las mujeres completaran los estudios secundarios, conocerían qué nutrientes necesitan sus hijos, cuáles son las normas de higiene que deberían aplicar y, además, tendrían más autoridad en el hogar para velar por los cuidados necesarios. Estos cambios salvarían a más de 12 millones de niños del raquitismo, una consecuencia de la desnutrición padecida en la primera infancia.
La directora del Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo, Pauline Rose, declaró: “Los enormes beneficios derivados de una educación de calidad suelen ser invisibles para los donantes y los encargados de formular las políticas, por lo que a menudo la educación queda relegada en los programas internacionales de desarrollo. El análisis que damos a conocer constituye una prueba fehaciente de que esa situación debería cambiar. Si los dirigentes del mundo que se reunirán en Nueva York en unos días quieren que los objetivos de desarrollo para después de 2015 puedan cumplirse, deben reconocer la función decisiva que desempeña la educación”.